Cisne verde

Los riesgos y costos económicos del cambio climático

El “cisne verde”, término acuñado en el 2020 por el Bank of International Settlements (BIS por sus siglas en inglés) para referirse a los riesgos sistémicos provocados por el cambio climático. Se dice que eventos de este tipo son impredecibles, con consecuencias extremas y solo pueden ser explicados, evaluados o medidos después de haber ocurrido; no antes. El libro publicado por el BIS, y que lleva el mismo título, subraya la importancia de incorporar potenciales riegos climáticos a los modelos de riesgo financiero y corporativo. Advierte que la incertidumbre física, social y económica de estos fenómenos puede conllevar a reacciones “en cadena” con implicaciones que pudieran llevar a riesgo financiero sistémico.

Es tal la preocupación del BIS, que llama a los Bancos Centrales y a los supervisores del sistema financiero, a crear mecanismos de mitigación[1]. Según el BIS, los riesgos del “cisne verde” son eventos potencial y extremadamente turbulentos que podrían estar detrás de la próxima crisis financiera sistémica. Así lo refirió Agustín Carstens, ex presidente del Banco de México y actual director general del BIS: “los estudios muestran que los riesgos relacionados con el cambio climático pueden dañar severamente las economías. Existen riesgos de transición que pueden ocasionar crisis financieras sistémicas”.

Es aquí donde valdría preguntarse: ¿es razonable la preocupación del BIS?

Climas extremos y su impacto en el ecosistema

Según lo anticipa el organismo, los efectos del cambio climático pueden ser catastróficos e irreversibles para la población. Entre las preocupaciones del llamado “banco de bancos centrales” está el incremento progresivo de la temperatura. Advierte que ello ocasionaría -ocasiona- un mayor nivel del mar, una mayor frecuencia de inundaciones, destrucción de cosechas, pérdida de ecosistemas y crisis de abastecimiento de agua. De hecho, en el reporte se señala que aún y cuando la temperatura global se mantenga por debajo de 1.5°C, ésta podría resultar en la destrucción del 70% al 90% de la reserva de coral y del cual depende el 25% de la vida marina.

Seúl, por ejemplo, ha sufrido las peores inundaciones en los últimos 80 años, causando sequías en algunas regiones de Europa y norte de Inglaterra[2]. La ola de calor también está presionando la infraestructura energética; las estaciones de generación de energía están operando al nivel mínimo mientras que el flujo de gas sigue limitándose. Más aún, las cosechas en Italia, Estados Unidos y Francia – por mencionar algunos casos – están siendo golpeadas por este incremento histórico de temperaturas.

El Rin y la cadena de suministro

El río Rin​ es uno de los recursos hídricos más importantes de Europa. Con una longitud de 1230 km, ​ es una de las vías fluviales más utilizadas por la Unión Europea para trasladar mercancías hacia y desde la región.

En el verano, los niveles del río empezaron a mostrar caídas importantes[3]. El que la profundidad del río se reduzca por debajo de los 40 centímetros es preocupante porque a este nivel no resulta económicamente viable el traslado de carga por mar. Los cargueros llevan desde productos agrícolas (granos) hasta químicos y energéticos. En medio de una crisis energética e inflacionaria, el comercio marítimo de más de 400,000 barriles de petróleo hacia Europa podría quedar comprometido.

España y el racionamiento de agua y energía

Julio del 2022 ha sido el mes más cálido en España desde al menos 1961. En el país ibérico se han registrado temperaturas máximas por encima de los 30°C. Esta situación a llevado al Gobierno Español a tomar medidas impopulares pero necesarias. Me refiero concretamente al racionamiento de energía y de agua.

Con la intención de disminuir 7% la demanda de gas, la población (siendo obligatorio para las empresas y el gobierno) tendrá que mantener el aire acondicionado a 27 °C en verano y la calefacción a 19 °C en invierno, al menos durante los siguientes 16 meses. La luz también se racionará pues se “invita” a apagar las luces de los recintos, fachadas y monumentos no ocupados en tanto que el corte se realizará a partir de las 22:00.

Por si fuera poco, nueve comunidades autonómicas ya presentan restricciones en el consumo de agua. ¿La razón? La dura sequía que ha llevado a que la cuenca hídrica se encuentre en su nivel más bajo desde 1995. Según el Ministerio de Transición Ecológica del país ibérico, la situación es "preocupante". En su último Boletín Hidrológico señala que la reserva hídrica está al 40% de su capacidad total.

India, y los precios del trigo “en llamas”

Según el FMI, en las últimas tres décadas las temperaturas en Medio Oriente y Asia central se han incrementado en 1.5 °C, el doble que la registrada a nivel global. Pero ¿qué tiene que ver esto con los precios del trigo, los cuales han aumentado cerca del 53% desde inicios de año y otro 6% más en mayo? La respuesta está en la India, el segundo productor mundial del grano, y uno de los países cuyas cosechas que han sufrido severamente por la ola de calor (Nueva Delhi ha alcanzado hasta 49°C). De ahí que en la India haya suspendido la exportación del trigo que, al menos para este ciclo agrícola 2022 y 2023 se esperaba que fuera de 10 millones de toneladas.

El momento en que sucede este evento climático no es el mejor; la pandemia y la guerra en Ucrania ya han puesto “en jaque” el suministro de alimentos, especialmente el del trigo. Recordemos que, según el USDA, Ucrania fue el séptimo mayor productor de trigo con 33 millones de toneladas para el ciclo agrícola 2022 y 2023.

Los costos económicos del cambio climático

Según el modelo estimado por el BIS, el fenómeno de cambio climático podría significar la pérdida de hasta una cuarta parte del PIB mundial. El impacto sería tanto del lado de la oferta como de la demanda. El FMI, por su parte, indica que el desastre climático en Medio Oriente y Asia Central reduce el crecimiento económico anual entre 1 y 2 puntos porcentuales en términos de PIB per cápita.

Otra estimación, igualmente reveladora, la hizo la empresa aseguradora Swiss Re Institute en su reporte llamado “The economics of climate change”. Según la organización, el cambio climático podría reducir la economía mundial en cerca de 23 billones de dólares para 2050. Más aún, Swiss Re Institute estima que hacia mediados de este siglo el valor total de la economía mundial podría perder cerca del 10% si el cambio climático continua con la misma tendencia y si los acuerdos de París no se cumplen.

Bajo este escenario, los países más vulnerables serán aquellos con pocas o nulas medidas de resiliencia y que, por lo general, suelen ser los de menores ingresos. El reto también es macroeconómico pues se requiere de recursos e instrumentos financieros para atender los riesgos y responder a los shocks de cambio climático: inversión pública en infraestructura, una agenda de inclusión y desarrollo; y protección social a los hogares más vulnerables.

Como buen “cisne verde”, el panorama hacia delante es poco claro. Lo cierto es cómo la política influye en profundizar el desastre. Los compromisos de cambio climático en Europa se han visto interrumpidos por la guerra en Ucrania. En tanto que Estados Unidos y China, los mayores emisores de gases de efecto invernadero, han suspendido las conversaciones sobre cambio climático ante la visita de Pelosi a Taiwán.

Quizás valdría la pena reflexionar sobre la advertencia del BIS: “El cambio climático puede llevar a eventos de cisne verde, causante de la siguiente crisis financiera”.

[1]Algunas medidas que los bancos centrales pueden desarrollar, según el BIS, es la implementación de análisis prospectivo de escenarios; políticas de mitigación climática como la fijación de precios del carbono, la integración de la sostenibilidad en las prácticas financieras y los marcos contables y el desarrollo de nuevos mecanismos financieros a nivel internacional. Otras acciones prácticas concretas pueden ser el monitoreo de los riesgos relacionados con el clima a través de pruebas de estrés; desarrollar nuevas metodologías para mejorar la evaluación de los riesgos relacionados con el clima; o la redefinición de la huella de carbono de activos “verdes".

[2] Londres ya ha registrado el nivel de temperatura históricamente más alto al llegar al 40°C.

[3] Un marcador de agua en Kaub marca que el río Rin está a punto de caer a los 30 centímetros de profundidad y se espera siga disminuyendo.

La autora es Coordinadora Académica y de Investigación para Programas Doctorales en EGADE Business School Santa Fe.

Artículo publicado originalmente en Fortuna.

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