Bioenergía, una posible solución a la crisis climática en un mundo post-pandemia

La crisis actual nos ha dejado latente la necesidad de invertir en medidas que garanticen la resiliencia económica y ambiental

Las similitudes de la crisis climática y la crisis del Covid-19 enfatizan las enseñanzas valiosas de esta última pandemia, que nos pueden ayudar a dirigir mayores esfuerzos para combatir la gran crisis silenciosa: el cambio climático. La pandemia actual ha cambiado de manera disruptiva la economía global forzando al confinamiento y ocasionando el mayor choque histórico del sistema global de energía en más de siete décadas después de la crisis del 2008. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA), este efecto ha llevado a una caída récord en las emisiones de carbono en más de un ocho por ciento, el menor nivel de la última década.

La disminución de viajes, comercio y la restricción de movilidad, como medidas extremas de diversos gobiernos, ha generado que la demanda de combustibles fósiles disminuya, al mismo tiempo que incremente la demanda de fuentes bajas en carbono incluyendo la energía eólica, solar, hidroeléctrica y nuclear. Este tipo de energía representa el 40 por ciento de la mezcla energética en el 2020 (IEA, 2020). Sin embargo, la recuperación económica y social generará un repunte significativo en las emisiones de carbono y es por eso qué se necesitan políticas públicas que fomenten el uso y producción de energía limpia a través de inversiones que garanticen una transición segura y estable. La clave es generar una mayor resiliencia económica y ambiental para la recuperación de nuestra nueva realidad.

Es necesario tomar acciones congruentes que garanticen el bienestar económico de los países y la conservación de nuestro planeta. Actualmente se invierte el 6.5 por ciento subsidiando combustibles fósiles del PIB global, mientras que el costo de remediar el cambio climático representa únicamente un uno por ciento, poco menos de 900 billones de dólares. Cada año que no se toman los pasos necesarios para mitigar el cambio climático se agregan otros 500 billones de dólares al presupuesto por estar expuestos a la naturaleza. Esto nos habla de que es económicamente viable invertir en una solución a través de tecnologías ambientales si queremos prevenir el máximo aumento de la temperatura global en el año 2100.

El uso de tecnologías ambientales está relacionado con el uso de fuentes renovales de energía que permitan eliminar la dependencia en energía fósil, la cual destaca por tener una oferta limitada, afectando la seguridad energética y la degradación ambiental (Berndes & Hansson, 2007). De acuerdo con las estimaciones de IRENA International Renewable Energy Agency, las fuentes de energía renovable tendrán un crecimiento del 60 por ciento al 2050. Liderando este crecimiento, se encuentra la biomasa que es el material orgánico que proviene de plantas y animales. La biomasa es energía contenida proveniente del sol. Las plantas absorben esta energía en la fotosíntesis y parte de esta, queda almacenada en forma de materia orgánica. Cuando la biomasa es quemada, la energía química es liberada a través de calor a esto se le conoce como bioenergía.

Estimaciones realizadas por la IEA establecen que el mercado de la bioenergía crecerá anualmente en un 4.95 por ciento para alcanzar una participación de alrededor de los 248 billones de dólares para el 2024. Por tipo de biomasa, el mercado se clasifica principalmente en biodiesel y bioetanol, éste último representa un 20 por ciento del total del mercado. Con base a su aplicación, el mercado se segmenta en generación eléctrica, transportación, calefacción doméstica y la industria química en donde se han implementado los mayores avances tecnológicos para la generación de bioenergía y también por la demanda del público inversionista.

Si bien las enseñanzas de la pandemia actual nos han dejado latente la necesidad de invertir en medidas que garanticen la resiliencia económica y ambiental, la bioenergía destaca por ser una solución para la dependencia energética al mismo tiempo que reduce los niveles de contaminación y mejora la calidad de vida de las personas. Es un mercado rentable y en crecimiento que vale la pena explorar.

Publicado originalmente en El Financiero.

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