Debilidad industrial
Según el dato publicado por INEGI, la producción industrial de México, en diciembre 2018, se redujo con respecto al mismo mes del año previo. Los analistas han examinado la cifra, y han destacado que la caída se explica por la contracción de la minería (petróleo y gas) -lo cual es sólo una prolongación de lo sabido-. Además, ocurrió una baja en la construcción. La parte positiva consistió en un aumento pequeño de las manufacturas.
Un vistazo a la gráfica que acompaña a este texto (construida con números "suavizados") permite notar que la falta de dinamismo del sector industrial no es un fenómeno reciente. Desafortunadamente, hay buenas razones para pensar que el futuro inmediato no será muy distinto. ¿Cuáles razones, específicamente?
El repertorio de factores poco propicios al crecimiento es conocido. El principal de ellos es la incertidumbre sobre el curso de la política interna en general, y de la política económica en particular. Esto es típico del primer año de una administración pública federal, pero en esta ocasión lo errático de ellas ha acentuado las dudas.
Hay dos ejemplos recientes que ilustran lo señalado: 1.- la laxitud en la aplicación de la ley en el caso del bloqueo de líneas férreas; y, 2.-el previsible surgimiento de conflictos laborales en la frontera norte, como consecuencia del abrupto aumento de los salarios mínimos. Y así por el estilo. Quizá no es temprano para sugerir que lo ocurrido en el sector industrial prefigura la debilidad prevista para el crecimiento del PIB este año. (De paso, cuando ocurra, es probable que aumente la presión política sobre Banxico, para que "solucione" un problema que no le corresponde. Ojalá me equivoque).
El liberalismo: corrupción semántica
La lista de aspirantes a la candidatura del Partido Demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, para 2020 es muy abultada Y sigue creciendo. Una nota de prensa del pasado día 10 dice, a la letra: "La senadora Elizabeth Warren, considerada una de las más progresistas de la Cámara alta, lanzó ayer de manera oficial su campaña en un llamado populista a combatir la desigualdad económica y construir un Estados Unidos que funcione para todos". (El subrayado es mío).
En el lenguaje ordinario, y a la luz (jay!) de la experiencia, "progresista" y "populista" resultan términos contradictorios. Sin embargo, la terminología política es muy peculiar, para decir lo menos. En Estados Unidos, el uso corriente de la palabra "progresista" la ha hecho sinónimo de "liberal". Casi en cualquier parte, "liberal" significa una persona o postura que respeta y tolera las diferencias en las maneras de pensar y de actuar. En otras palabras, se trata de un partidario de la libertad. En Estados Unidos, a contrario sensu, hoy día un liberal es alguien propenso a la injerencia del Gobierno en todos los órdenes de la vida: económico, político, social, sexual, ambiental, etc. El récord de la senadora Warren avala el primer calificativo que le asigna el periódico.
En cuanto al adjetivo "populista", el asunto es más complicado. El término "populismo" es ambiguo, porque se aplica a partidos y movimientos politicos muy diferentes. Sin embargo, dicen los politólogos, su característica común es el resentimiento con respecto a alguna élite poderosa Enfatizar la desigualdad como problema es seguramente un rasgo populista. Así pues, en total, en cuanto a Warren, la nota citada es certera.
Lo irónico del caso es que su contrincante eventual, Donald Trump, ha sido tachado repetidamente de populista. Claro, según el cristal con que se mira, no es lo mismo ser populista de derecha que populista de izquierda.
Publicado originalmente en Reforma.
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