2023, un año de riesgos, retos y oportunidades

Las empresas y algunos gobiernos se moverán por voluntad propia ante el creciente fenómeno del nearshoring

El escenario del nuevo año presenta retos y oportunidades no vistos desde, por lo menos, los últimos 50 años. La subida generalizada de tasa de interés para frenar la inflación, especialmente en Estados Unidos (casi un 4.5%), augura expectativas de crecimiento económico modestas para los principales socios comerciales de México. Para 2023, en Estados Unidos van del 1 al 1.5% y para México de 0.8 a 1.5%, y en general para el mundo, de 1.7%.

Este crecimiento dependerá en gran medida del comportamiento de la inflación y de la reacción de los bancos centrales. La Fed ya anticipó que la tasa de interés podría llegar hasta 6% si los índices de precios no dan tregua. En México, Banxico elevó la tasa hasta un nivel de 10.5%, lo cual repercutió en la subida del resto de tasas al sector financiero mexicano, afectando a la inversión y el consumo.

Pese a este fenómeno, la economía mexicana casi cerró 2022 con un crecimiento de 4.3%, lo cual sorprendió a algunos analistas y refleja principalmente el buen desempeño de los sectores terciario (4.5%) y secundario (3.7%). Se combinaron diversos factores: el comportamiento del sector financiero y comercial obedeció en general al dinamismo de la economía, pero en particular al soporte al consumo con las políticas de apoyo social y la indudable contribución de las remesas, que ya da cuenta del 5% del PIB.

Si bien la inversión en general creció, la naturaleza de este crecimiento se fundamenta en el mantenimiento y reemplazo de equipos existentes y, en menor grado, en la expansión con nuevas plantas productivas. El sector exportador estuvo fuertemente impulsado por la tradicional exportación de vehículos, máquinas y equipo, dado el dinamismo de la industria automotriz en Estados Unidos y su efecto en el sector secundario de nuestro país.

Este dinamismo del vecino del norte presenta un desafío para los empresarios mexicanos. Por un lado, la ya esperada recesión (suave o fuerte) implicará una bajada del ritmo de las exportaciones, que ya se observa en la actividad comercial y de servicios entre los dos países. Pero el llamado nearshoring (abastecimiento de cadenas de producción más próximas) podría amortiguar el golpe. La guerra comercial de Estados Unidos con China y la reciente política anti COVID en el gigante asiático han impulsado este fenómeno, ya que abastecerse de un país lejano resulta más costoso si se da un escenario de regreso de la pandemia.

Sin embargo, para algunos expertos, el efecto del nearshoring no será tan significativo para la economía mexicana en el futuro, menos aún si el gobierno federal no define una política industrial de apoyo a la inversión extranjera directa (IED), a la inversión en general, de energía barata y “limpia” y un marco regulatorio constante, claro y simple. Este nearshoring parece ser más bien un fenómeno en el que las empresas y algunos gobiernos se mueven por voluntad propia. No obstante, diversas cámaras industriales concuerdan en que podría representar una inversión de cerca de 11,000 millones de dólares en 2023 (tres de los cuales en inversión directa en plantas productivas).

Para 12 estados de la República Mexicana, la relación comercial con Estados Unidos es vital para el crecimiento de sus economías, que suelen crecer a tasas mayores que el promedio nacional. De hecho, se afirma que más de 36,000 firmas se han establecido como resultado del T-MEC, con más del 80% de las exportaciones destinadas a Estados Unidos. Aquí es donde la actividad empresarial e innovadora cobra mayor importancia.

Algunos estados no esperan a que el gobierno federal promueva la creación y fortalecimiento de cadenas productivas y han tomado la iniciativa de potenciar la inversión directa y fomentar las relaciones con sus estados. Asimismo, para los empresarios es importante estar conectados con las diversas consultoras y promotoras en inversión extranjera directa (IED), ya que ahí se refleja la demanda y oferta de socios para integrarse en las cadenas productivas.

En cuanto al financiamiento, se presenta uno de los principales retos para la actividad empresarial en México y América Latina. El costo de los recursos se ha incrementado y se requieren alianzas, creatividad y proyectos con alta rentabilidad (mayor a la inflación y el costo del capital), socios de capital o fuentes que permitan acceder a estos recursos de manera expedita y relativamente barata.

Las estadísticas de los últimos meses muestran que la actividad empresarial y su capacidad creativa e innovadora se mantienen por delante de los gobiernos y de cualquier política que trate de estimularla. Los poderes públicos deberían reconocerla y apoyarla, o al menos no obstaculizar su desempeño por el bien del país y de la población a la que dicen beneficiar.

El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Expansión.

 

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