La escasez de talento es un problema creciente para las empresas. En un entorno laboral donde aumenta la rotación y deserción de empleados, toma relevancia el papel de la generación Z (centennials o Gen Z - las personas nacidas entre 1996 y 2012). En la “guerra por el talento”, es clave considerar a este grupo generacional que ya representa el 32% de la población mundial y casi una cuarta parte de la fuerza laboral global. Para atraer a este talento, las compañías deben tener en cuenta los aspectos de bienestar que priorizan los miembros de esta generación, como el balance vida-trabajo, la salud mental o los compromisos corporativos con la diversidad, la equidad y la inclusión. Según Deloitte, el equilibrio profesional-personal es la primera prioridad, seguida de las oportunidades de aprendizaje y desarrollo y, en tercer lugar, el salario.
Es evidente que los valores laborales cambian de generación en generación. La Gen Z muestra menos lealtad profesional. Si está insatisfecha con su puesto actual, está más dispuesta a cambiar de trabajo. Estos son retos evidentes para los empleadores, que deben entender y adaptar sus estrategias a los nuevos valores, actitudes y comportamientos que traen consigo los centennials. Esta generación, a su vez, ofrece amplias ventajas a las empresas, como se desprende de nuestro artículo “Explaining Gen Z’s desire for hybrid work in corporate, family, and entrepreneurial settings” (Business Horizons, 2024).
El estilo laboral de la Gen Z se puede resumir en cuatro características principales:
En lugar de enfocarse en los aspectos negativos que popularmente se dicen sobre esta generación, las empresas deben ver también los beneficios y ventajas únicas de los centennials. Por ejemplo, esta generación adopta fácilmente las últimas tecnologías digitales, muestra entusiasmo por adquirir nuevos conocimientos, están más dispuestos a trabajar en entornos internacionales, incorporar nuevos métodos de trabajo y proponer mejoras en los procesos. Los rasgos distintivos de la Generación Z, como su adaptabilidad, creatividad y dominio de la tecnología son extremadamente valiosos en el actual panorama, especialmente frente a la disrupción provocada por tecnologías emergentes como la inteligencia artificial.
Los esquemas flexibles de trabajo cada vez son más comunes gracias a los avances tecnológicos y la demanda de mayor agilidad en la toma de decisiones. Sin duda, los esquemas híbridos encuentran una gran resonancia en las características propias de esta generación: su dominio de la tecnología, su estilo de trabajo individualista, la presencia de una plantilla más diversa y multicultural, su enfoque de sostenibilidad, etc. Pero, sobre todo, es la autonomía para decidir dónde y cuándo trabajar que les empodera, eleva su motivación y satisfacción laboral.
Para los empleadores, el trabajo híbrido también tiene ventajas, como ahorrar los costos asociados al espacio de oficinas, aunque aumenta la inversión la infraestructura técnica o la ciberseguridad. La hibridez suele resultar en una mayor eficiencia, ya que los empleados tienen la flexibilidad de trabajar en entornos donde son más efectivos, están más enfocados y más alerta. Sin embargo, las desventajas que encuentras las empresas son los retos de construir una cultura organizacional robusta, ya que se reducen las interacciones y la oportunidad de compartir los valores, así como bajos niveles de productividad, innovación y creatividad. La realidad es que el trabajo híbrido puede ofrecer los mejores entornos de oficina al tiempo que da la posibilidad al empleado de trabajar desde casi cualquier lugar.
Los datos que hemos analizado demuestran que la mayoría de los miembros de esta generación muestran preferencia por el trabajo híbrido, aunque varían sus motivos dependiendo si aspiran a trabajos en corporativos, empresas familiares o emprendimientos.
En resumen, adaptarse a las preferencias de la Gen Z pueden beneficiar la marca de las empresas como empleadores y posicionarlas como un atractivo lugar para trabajar. Algunas estrategias de atracción y retención pueden aplicarse de manera sencilla, pero otras requieren inversiones y ajustes organizacionales. Con un enfoque proactivo hacia la generación Z, las compañías pueden aumentar su propia adaptabilidad al tiempo que consiguen mejorar su ventaja competitiva creando propuestas de valor atractivas para sus colaboradores.
Los autores son profesora investigadora del Departamento de Mercadotecnia e Inteligencia de Negocios de EGADE Business School y líder de Grupo de Área Temática de Transformación de la Industria del Comercio al Detalle (Lucila Osorio) y profesor de cátedra de EGADE Business School, profesor de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey y líder del Grupo de Área Temática en Diseño y Cultura Organizacional (Sergio Madero).