Racional que siente

Enviado por roberto.valenzo el Mié, 26/06/2019 - 11:48

La reina surcaba los cielos sobre su bestia, en el capítulo final de la popular serie de HBO, y la cámara muestra de cerca su rostro titiritando de furia; los músculos de la boca y las cejas -el superciliar, el cigomático, los depresores y los orbiculares- tiemblan sin control. La decisión está tomada: Lo destruirá todo, pues la venganza contra la reina enemiga es irrebatible. Al final, el rey verdadero mata a la asesina, pues a un ser que actúa de manera tan implacable, no se le puede confiar un pueblo.

Las emociones son los bloques de construcción de la personalidad; la palabra viene del latín emovere que quiere decir moverse. Las emociones son reacciones subjetivas a experiencias que preparan al cuerpo para la acción, pero sin control, producen comportamiento errático e impredecible.

En un experimento publicado por Jason Zweig del Wall Street Journal (WSJ), neurólogos midieron (en tonos de colores) la reacción dentro del cerebro de inversores, al conocer éstos el resultado de las utilidades de acciones conocidas como Apple o IBM. Cuando la sorpresa era positiva, los colores reflejaban la misma reacción que el humano muestra para la alegría, pero al caer la utilidad por debajo de lo esperado, la reacción era equivalente a la tristeza, el enojo e incluso, la traición.

Por ello, ha sido el entender del gremio financiero que las emociones nublan las decisiones basadas en evidencia dura y, que regías claras (que han sido recogidas en el cuerpo de conocimiento conocido como behavioral finance), pueden redirigir todos los vicios que la emoción puede introducir en las decisiones de inversión.

¿Son entonces las emociones reflejos peligrosos e indeseables siempre? No, de ninguna manera, pero si tienen su lugar muy concreto en la experiencia humana. Siendo que un estímulo causa de inmediato emociones primarias como la alegría, el enojo, tristeza, miedo y compasión o bien, secundarias como vergüenza, culpa, envidia, duda y pasión. Generales y entrenadores usan la emoción para inspirar seguridad y fiereza en sus equipos; instructores usan espeluznantes historias para causar cautela en los clientes de actividades deportivas de alto riesgo, etc. En un caso legendario, el profeta Natán relata una historia de terrible injusticia al Rey David, el cual es llevado a la ira, sólo para descubrir que el profeta se refería a él mismo y su asesinato de Urías.

En conclusión, las emociones nos preparan para la acción, nos permiten delinear el comportamiento futuro y nos llevan a vibrar con las necesidades, logros y dolencias de los seres que nos rodean, ayudándonos también a interactuar con ellos, además de enmarcarlo todo dentro de la experiencia cultural y artística de toda actividad humana.

No obstante lo anterior, y muy en linea con lo publicado en el WSJ, hay poco lugar para las emociones en el ámbito de las decisiones financieras, aunque por desgracia, es en esa esfera en donde más se observan dentro de la economía, simplemente por el hecho de que los estímulos que causan temor y euforia, son constantes. Lo más prudente sería implementar en el equipo un proceso en el que se perciban cuando se gestan, se razonen, dando espacio también para analizar la circunstancia que las produjo y su entendimiento y, se logren manejar con agilidad hacia buen puerto.

La economía de hoy esta inmersa en riesgos que provienen de la rienda suelta que los políticos han propiciado en las masas hacia todo tipo de emociones (el miedo a los inmigrantes, la búsqueda del dinero fácil y ajeno, el odio a los ricos y la fascinación con el redentor en turno), pero un escrito del antiguo Israel me sorprendió más que ningún otro en este tema: "Nada hay tan engañoso y perverso como el sentimiento humano, ¿quién lo podrá entender?". Nunca podremos controlar las emociones, pero debemos aprender a dominar, si acaso, nuestra reacción a ellas, poniendo primero la razón y la evidencia, y dando un tiempo a meditar antes de tomar una decisión fatídica. Como se mencionó en el ensayo anterior, no somos casi nunca un racional que siente, sino un emotivo que piensa. 

Publicado originalmente en Reforma.

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Artículo publicado en la sección “Riesgo y Valor” del periódico Reforma.
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Incoherencias Económicas Variadas

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 10/06/2019 - 11:10

En lo que respecta a las políticas macroeconómicas principales (fiscal, monetaria y comercial) es casi imposible encontrar unanimidad de opiniones. Pero, con demasiada frecuencia, la falta de uniformidad se basa en la ignorancia de algunos hechos o, de plano, en una incongruencia intelectual. Aquí van unos cuantos ejemplos palmarios, tomados de la actualidad.

Donald Trump ha amenazado con establecer impuestos cada vez más altos sobre las exportaciones de México a los Estados Unidos. ¿Por qué? Porque, a su juicio, el Gobierno mexicano no ha hecho nada significativo para detener el flujo masivo de migrantes provenientes de América Central. Muchos formadores de opinión" declararon de inmediato, con razón, que la medida dañaría a los consumidores estadounidenses y a los productores mexicanos. Hasta este punto, están en lo correcto. El problema es que, al mismo tiempo, muchos de ellos sugirieron que, en represalia, México debería responder de la misma manera. En consecuencia, están proponiendo dañar a los consumidores mexicanos y a los productores estadounidenses. La incoherencia es patente.

AMLO no ha incurrido en dicho error, pero en lo referente a la migración, su posición es inadecuada hay que desarrollar y pacificar las regiones donde se origina el movimiento, dice. Eso es lo lógico, pero para ello se necesitarían décadas de éxitos, y la crisis es ahora.

Los críticos del llamado "neoliberalismo" no se cansan de afirmar que los diversos males que aquejan a la humanidad son consecuencia del lundamentalismo de mercado". Esto último quiere decir, según su punto de vista, la aplicación en la práctica de la noción de que los mercados libres de interferencias gubernamentales conducen a la eficiencia y al bienestar para todos. La única falla que presenta esta "argumentación" es que el alegado "fundamentalismo' no se encuentra por ningún lado. En todas partes del mundo, yen todos los órdenes de la vida social, el Gobierno es un protagonista no sólo influyente, sino incluso determinante.

Para no aburrir mucho al lector, quizá baste con señalar que los "ingresos del Gobierno general", en los países miembros de la OECD, representaron en 2015, en promedio, 42% del PIB, y, en algunos de ellos, estaban cerca del 60 por ciento. En Estados Unidos, hacia 1970, el Código de Regulaciones Federales tenía menos de 60,000 páginas. En la época actual, tiene cerca de 190,000 (!). Los números anteriores dan una idea del volumen de regulaciones que se aplican a los consumidores, los trabajadores, las empresas y a otras entidades. (Regulatory Studies Center, George Washington University). ¿Mercados libres?

En México, entre 2007 y 2017 el Gobierno federal aumentó su recaudación en 5 puntos porcentuales del PIB; y, la deuda del sector público creció 20 puntos porcentuales. Curioso "neoliberalismo".

A raíz de la Gran Recesión Mundial de 2008-2009, los bancos centrales de las economías más importantes del mundo desplomaron artificialmente las tasas de interés hasta llevarlas a cero o, incluso, tornarlas negativas. Además, adoptaron una serie de medidas heterodoxas, con el pudoroso nombre de "no convencionales". Básicamente, los dos tipos de decisiones no son otra cosa que distorsiones gubernamentales de los mercados de dinero y de capitales. Del final de 2015 a la fecha, el Fed ha disminuido en algo su influencia en las variables financieras; el Banco Central Europeo y el Banco de Japón la han mantenido. ¿Cuál "fundamentalismo”?

En México, según Banxico, en abril de este año la cartera de crédito vigente al sector privado, por parte de la banca comercial, creció 5.8% en términos reales, con respecto al mismo mes de 2018. El crédito hipotecario aumentó 5.6 por ciento; el correspondiente a las empresas, 7.4 por ciento. Esto, cuando la actividad económica prácticamente se estancó. Aun frente a tales datos, hay quienes sostienen que la economía sufre de una restricción monetaria excesiva o, cuando menos, innecesariamente prudente. Por supuesto, cabe la discusión sobre lo adecuado (o no) de la postura monetaria de Banxico. Sin embargo, lo cierto es que la inflación está muy lejos de la meta oficial, y que el encargo constitucional del banco central es la estabilidad de los precios. En fin, quizá otros hechos avalan otras visiones.

Publicado originalmente en Reforma.

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Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma.
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Neoliberalismo y cifras, allá y aquí

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 27/05/2019 - 11:25

ALLÁ
Varios autores extranjeros connotados han atribuido el aumento de la desigualdad en la economía de Estados Unidos, desde luego, a las políticas "neoliberales". Específicamente, destacan como perniciosas las aplicadas durante las presidencias Republicanas. Las estadísticas oficiales no prestan mucho apoyo a dicha crítica. De hecho, a la luz de las cifras, tales nociones parecen claramente partidistas.

Para empezar, es cierto que la desigualdad de la distribución del ingreso ha crecido, casi uniformemente, a lo largo de las tres décadas y media más recientes. La Oficina Presupuestal del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), publica varios índices al respeto. El más conocido de ellos es el llamado Coeficiente de Gini. Sin entrar en detalles técnicos, basta con decir que puede ubicarse entre cero y uno, donde cero es la perfecta igualdad, y uno la situación donde una persona (o familia, según sea el caso) recibe todo el ingreso.

La gráfica muestra la trayectoria ascendente del índice referido, en dos variantes, de 1979 a 2015. El periodo cubre (o casi) las presidencias de J. Carter (2 años); R Reagan (ocho años); G.H.W. Bush (cuatro años); W. Clinton (ocho años); G.W. Bush (ocho años); y, B. Obama (seis años). Resulta que, de los treinta y seis años considerados, los republicanos gobernaron el país en veinte y los demócratas en dieciséis. Una ojeada a la ilustración es suficiente para apreciar que la desigualdad creció en general. La denominación del partido en el poder no tuvo mucha relación con la tendencia, salvo quizá en la primera parte de la etapa señalada. Además, es importante notar que la distribución del ingreso es significativamente menos desigual si se toma en cuenta el efecto de los impuestos y de las transferencias. La razón es muy sencilla: los "de arriba" pagan más impuestos y reciben menos transferencias que los 'de abajo". Más todavía: la desigualdad de la distribución del consumo es menor que las dos anteriores; y ha crecido menos que ambas a lo largo de las cinco décadas pasadas. (B.D. Meyer y J.K Sullivan, Consumption and Income Inequality in the US sine the 1960s, NBER, Working Papers, Agosto 2107).

En todo caso, tirios y troyanos están de acuerdo en un punto: los altos ingresos se "justifican" sólo cuando se originan en una genuina contribución a la generación de riqueza (bienestar) de la sociedad, y no cuando se fincan en la existencia de privilegios o de posiciones dominantes en los mercados. En las economías modernas, lo primero es exactamente lo que distingue a un productor de bienes y servicios que satisface las necesidades del consumidor. Lo segundo es típico del "capitalismo preferencial", caracterizado por distorsiones casi siempre establecidas (o toleradas) por el gobierno.

El tema de la distribución del ingreso es enormemente complejo en temimos economicos, políticos, sociales y éticos. No admite explicaciones ni remedios simplistas, salvo en los discursos.

AQUÍ
Leyendo y oyendo múltiples y reiteradas declaraciones gubernamentales, parece como si todos los males mexicanos (y, por supuesto, los mundiales) fueran causados por el "neoliberalismo". Entre otros, se destacan lo magro del crecimiento económico, la desigualdad, la contaminación ambiental, la migración, la discriminación racial, la inequidad de género, el aumento de los divorcios, la corrupción (obviamente), la pobreza, la inseguridad, etc. etc, y así, ad infinitum.

Hace poco, me tocó sufrir la afirmación de un funcionario, según la cual, el sistema de salud pública federal está en una situación desastrosa, a consecuencia de los "lineamientos ideológicos neoliberales". ¿Cuáles, específicamente?: los afanes privatizadores y el recorte presupuestal. Francamente, no estoy capacitado para discutir el estado del sistema de salud, pero el desastre aludido no se detecta al menos en un par de indicadores clave: la esperanza de vida al nacer y la mortalidad infantil. De 1980 a 2017, el primero aumentó notablemente y el segundo descendió en forma muy significativa. Aunque ninguno de los dos está al nivel de lo observado en los países más desarrollados, es absurdo desconocer los avances.

Publicado originalmente en Reforma.

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Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma.
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Más Estado para salvar al capitalismo - Stiglitz

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 20/05/2019 - 11:57

Joseph Stiglitz es un famoso economista estadounidense, que ganó el Premio Nobel en 2001 otorgado ese año también a George Akerlof y a Michael Spence, por las contribuciones de todos ellos, por separado, a la teoría de los mercados con "información asimétrica"—. Lo entrecomillado quiere decir algo de sentido común: frecuentemente, en las transacciones de bienes y de servidos, una de las partes sabe más que la otra. Pero esa es otra historia.

Stiglitz publicó hace poco un libro con un titulo provocativo: People, Power and Profits, y le añadió un subtitulo de igual tono: Progressive Capitalism for an Age of Discontent. La cubierta está dominada por una ilustración donde un puño emerge de un cúmulo de monedas. (El mensaje está en la portada). En mayo 3, Project Syndicate publicó un ensayito del mismo autor y con los mismos temas, pero con un encabezado más modesto: The Economy We Need. En mayo 6, The New York Times acogió en sus prestigiadas páginas una variación de lo ya mencionado, pero con un nombre más periodístico: “Progressive Capitalism is not an Oxymoron”. Vale cuestionar las ideas de Stiglitz, pero no su capacidad como publicista.

Lo que sigue no intenta ser una reseña. Es apenas una reacción "de bote pronto".

El libro y los artículos citados, de una prosa indignada, constituyen en realidad una agenda política para el Partido Demócrata. Stiglitz es un crítico permanente —y a menudo feroz— de muchos aspectos de la economía de mercado y, ciertamente, de figuras políticas como R. Reagan, M. Thatcher y D. Trump. ¿Qué dice?

Básicamente, que el capitalismo de las cuatro décadas más recientes presenta varios defectos graves, entre los que destacan la creciente desigualdad en la distribución del ingreso; el estancamiento del ingreso de la mayoría de la población (en EUA); la reducida movilidad social; y, el lento crecimiento del PIB real.
En verdad, ninguno de esos temas es nuevo, y el análisis de Stiglitz al respecto no es, ni por asomo, el más riguroso o el más objetivo de los que se encuentran en la literatura. Por ejemplo, atribuir a la desregulación financiera la Gran Recesión Mundial de 2008-2009, no es una conclusión seria, es un simplismo populachero. No hay duda, por ejemplo, que una política monetaria errónea, y el activismo gubernamental (equivocado) en el mercado financiero inmobiliario, jugaron un papel clave en la gestación y en la prolongación de la debacle.

Los mercados, declara Stiglitz, "de por sí, a menudo no son eficientes, justos, estables o... racionales". ¿Cuál es la novedad? Esta noción es tan vieja como la propia ciencia económica. Los economistas han propuesto durante mucho tiempo, y con mayor o menor influencia en la práctica, una serie de medidas para aminorar o corregir "las fallas del mercado". El problema consiste en que, con más frecuencia de la imaginada por los bienintencionados proponentes, los remedios resultan peor que la enfermedad. ¿Por qué? Porque el ente encargado de las correcciones es por lo común el Gobierno, una institución que sufre, sin remedio, de innumerables fallas. Girando el fraseo de Stiglitz, podemos decir, con absoluta certeza, que los gobiernos, "de por sí, con harta frecuencia, no son eficientes, estables o.. racionales".

En todo caso, a pesar de que Stiglitz cree que los males que denuncia necesitan de “cambios dramáticos” en el sistema político y económico, sabe que no existe de veras una alternativa al capitalismo. ¿Qué plantea, entonces? Para decirlo en breve: una mayor participación del Estado en todos los órdenes de la vida social. Su agenda no es otra cosa que un refrito de políticas de izquierda, todas gastadas por la experiencia: más gasto público; un Estado benefactor más amplio y fuerte; y, mayor regulación de las actividades del sector privado. Nada original. Nada Nobel.

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Más Estado para salvar al capitalismo - Stiglitz
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Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma.
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El PND: un par de apuntes críticos

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 13/05/2019 - 12:01

He leído apenas (a penas) las primeras 64 páginas del flamante Plan Nacional de Desarrollo publicado por el Gobierno federal. La página 10 se inicia con el extenso párrafo que copio a continuación (a la letra):
 
El mercado no sustituye al Estado. Durante décadas, la élite neoliberal se empeñó en reducir el Estado a un aparato administrativo al servicio de las grandes corporaciones y un instrumento coercitivo en contra de las mayorías. Su idea de que las instituciones públicas debían renunciar a su papel como rectoras e impulsoras del desarrollo, la justicia y el bienestar, y que bastaba "la mano invisible del mercado" para corregir distorsiones, desequilibrios, injusticias y aberraciones, fue una costosa insensatez. El Estado recuperará su fortaleza como garante de la soberanía, la estabilidad y el estado de derecho, como árbitro de los conflictos, como generador de políticas públicas coherentes y como articulador de los propósitos nacionales". (Cursivas en el original).

El texto citado aguanta algunos comentarios críticos:

A partir del sexenio de Miguel de la Madrid, si en algo "se empeñó" el Gobierno, fue en poner un mínimo de orden en el caos económico nacional, empezando por las finanzas públicas. En aquella desgraciada secuela del malogrado auge petrolero, las cifras macroeconómicas más importantes se deterioraron en forma alarmante, culminando con una crisis financiera y económica gravísima.
Específicamente, en 1982: -el déficit del sector público se situó cerca del 18% del PIB;
-en el "mercado libre", el peso de devaluó un 466%;
-la inflación llegó al 99%;
-el PIB se contrajo (-5%), por primera vez desde la Gran Depresión;
-el déficit (de la cuenta corriente) de la balanza de pagos fue algo así como 3.6% del PIB (habiendo sido el doble un año antes);
-la deuda externa resultó impagable, y el Gobierno no tuvo más remedio que declarar una vergonzosa moratoria (en agosto). Una buena parte del desastre delineado se originó en el desempeño de “las instituciones públicas”, que lejos de ser “rectoras e impulsoras del desarrollo, la justicia y el bienestar”; eran agujeros financieros sin fondo, núcleos de corrupción y causantes enormes de pérdidas sociales.

En cuanto a la corrección de “distorsiones, desequilibrios, injusticias y aberraciones”, la “élite neoliberal” se guió, con razón, por la convicción de que las más graves de ellas eran consecuencia de políticas públicas gruesamente erróneas --para decirlo con caridad--. La más elemental revisión de lo hecho entonces, y también después, muestra cualquier cosa, menos una postura radical en favor de la operación irrestricta de “la mano invisible del mercado”. Al contrario, el Estado mexicano siempre ha sido, en mayor o menor grado, dirigista e interventor.

En la retórica política, crear un hombre de paja, para luego derribarlo con un golpe discursivo, es un recurso falaz muy utilizado, por desgracia persuasivo a cierto nivel.

La última parte de lo transcrito no admite muchas objeciones. El Estado debe ser, en efecto, el “garante de la soberanía, ... y el estado de derecho”. De hecho, tales son sus tareas primordiales, lamentablemente pendientes. En cuanto a la “estabilidad”, lo mejor que puede hacer el Gobierno es evitar que sus (frecuentes) políticas incoherentes se traduzcan en desequilibrios insostenibles. Ello alteraría, para bien, su deplorable historia.

En total, sobre el papel del Estado en la economía, comparto la sensata opinión de Jean Tirole, un economista francés ganador del Premio Nobel: “El mercado y el Estado son complementarios y no antagónicos, como pretende con frecuencia el debate público... el Estado no puede lograr que sus ciudadanos vivan bien sin mercado; y el mercado necesita al Estado... el Estado fija hoy las reglas del juego e interviene para paliar los fallos del mercado y no para sustituirlo. De mediocre gestor de empresas pasa a ser regulador”. (La Economía del Bien Común, Taurus, 2017). (En lo que toca a México, el adjetivo ‘mediocre’ es, sin duda, tímido).

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El Presidente, el profesor y el crecimiento de EU

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 06/05/2019 - 12:12

La economía de Estados Unidos creció 3.2 por ciento (en términos reales, a tasa anual) en el primer trimestre de este año. Según el Bureau of Economic Analysis, la agencia gubernamental encargada de la estimación preliminar, la expansión se debió, estadísticamente, al aumento de varias partidas: el consumo de las personas; la acumulación de inventarios; la exportación; el gasto de los gobiernos estatales y locales; y, la inversión no residencial. Para apreciar mejor lo sucedido, quizá resulte útil echar una ojeada a la historia reciente.

Gráfica PIB EU

La gráfica "describe" la trayectoria del crecimiento anual del PIB real, por trimestres, de 2008 hasta 2019. En el panorama total sobresalen varios aspectos, notables a simple vista: 1-la caída extraordinaria de la producción, consecuencia de la crisis financiera de 20082009; 2.-la recuperación subsecuente, significativa pero poco uniforme; y, 3.-la aceleración que se inició allá por el otoño de 2016, y que continúa hasta la actualidad.

Sobre este tercer punto, leí hace poco un artículo breve publicado por Robert Barro (profesor de economía en Harvard) en Project Syndicate (29/04/19). En resumen, dice que, en enero 2018, la Brookings Institution le encargó (junto con Jason Forman), estimar el efecto de la reforma impositiva, promovida por el Presidente Trump, sobre el crecimiento económica En cuanto a la reducción de los impuestos a las empresas, su conclusión fue que aumentaría la tasa de variación del PIB en 0.2 por ciento por año durante una década En lo que toca a la baja de la tasa marginal aplicable a los ingresos de las personas físicas, el cálculo fue que impulsaría el PIB 0.9 por ciento durante 2018 y 2019, pero no tendría significación más adelante. Lo anterior se tradujo en el pronóstico de un aumento del PIB real de 3.1 por ciento tanto para 2018 como para 2019. A la luz de lo ocurrido, en lo referente al crecimiento, y digan lo que digan los críticos, la política ha sido exitosa

Comprensiblemente, Barro tituló su artículo reciente My Best Forecast Ever. Esto concuerda con un consejo viejo entre pronosticadores: “Si alguna vez le atinas, recuérdaselo a tu público, pensando en que, si le fallas, el público se acordará”.

Barro reconoce, desde luego, que se benefició en su vaticinio, “sin duda, de un gran elemento de suerte”. No podía ser de otra manera En serio, nadie (nadie) es capaz de ver el futuro. En todo caso, Barro agrega que nunca pronosticó un crecimiento alto para 2020.

Hoy día, está de moda “pronosticar” que la economía estadounidense se debilitará en 2020. Una estimación frecuente (v.g., IFM;Blue Chip) es situar el crecimiento del año próximo en sólo 1.8 por ciento, y atribuir la reducción ala incertidumbre sobre la relación comercial con China; al agotamiento del efecto de los estímulos tributarios; al menor crecimiento global; y, al envejecimiento de la expansión. Tal escenario no es improbable, pero es prematuro imaginarlo. Por ejemplo, los acontecimientos recientes no avalan la idea de que habrá una “guerra comercial”.

En fin, con turbulencias y todo, conviene recordar que de 2008 a 2018, el PIB real de Estados Unidos creció a una tasa promedio anual de L8 por ciento; y que el consumo personal y la inversión privada crecieron por ciento% y 2.9 por ciento, respectivamente, en los mismos términos (Economic Report of the Presiden 2019).

No está mal, para una economía desarrollada. Nada de lo dicho implica negar la existencia en ella de graves problemas estructurales. Por cierto, ¿en cuál no hay?

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El Presidente, el profesor y el crecimiento de EU
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El asedio al Fed

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 29/04/2019 - 12:14

El presidente Trump provocó (otra vez) una oleada de críticas, al anunciar que planea nombrar a Stephen Moore y a Herman Cain como miembros de la Junta de Gobierno del Fed. Por ejemplo, The New York Times (NYT) pontificó que tanto Moore como Cain están 'excepcionalmente poco calificados" para los asientos vacantes en el banco central. El argumento del NYT es que uno y otro cambiaron de opinión sobre la política monetaria apropiada, según el tiempo político: plantearon que el Fed fuera menos expansivo en la época de Obama, pero ahora, en la era de Trump, quieren que sea más laxo. Para (supongo) alivio del NYT, una nota de prensa reciente informa que Cain declinó la invitación, arguyendo, con razón, que perdería ingresos si la aceptara.

Independientemente de los méritos profesionales --o de la ausencia de ellosde los dos personajes mencionados, el tema de veras es otro: la autonomía del banco central. Por un lado, la Ley le otorga al Fed suficiente independencia frente a los poderes, tanto Ejecutivo como Legislativo, para tomar decisiones basadas en consideraciones técnicas, aunque no sean políticamente convenientes. En esto último está el quid de la cuestión.

En el pasado reciente, con harta frecuencia, Trump ha fustigado al Fed, alegando que debería bajar su tasa de interés objetivo. Es obvio que al presidente le preocupa la posibilidad de que la actividad económica se debilite, sobre todo durante el año próximo, cuando intentará reelegirse. Así pues, quiere que el banco central abarate el crédito, para continuar estimulando el consumo y la inversión. La pretensión de Trump es un ejemplo claro de lo que se pretende evitar con la relativa autonomía del Fed: el sesgo político sobre la toma de decisiones monetarias. Por cierto, Trump no es el primer caso de un presidente que presiona públicamente al banco central.

Curiosamente, los políticos (y los economistas) mal llamados "liberales' --enemigos jurados del presidente-- han estado razonando ¡en el mismo sentido que Trump! Su alegato es variado, pero en lo básico consiste en lo siguiente: la inflación ha estado persistentemente por debajo de la meta del Fed. Así pues -se dice-- el banco puede y debe relajar su política monetaria, con el propósito de fomentar el empleo y el aumento de los ingresos de los trabajadores. Como advierte un refrán en inglés: "Politics makes strange bedfellow?'. El Fed sufre un ataque de pinzas.

Para encuadrar el asunto, quizá sea útil echar una ojeada a los datos pertinentes. En lo que respecta a la inflación, resulta que, a lo largo de los, diez años más recientes, la tasa promedio anual de alza del índice general de precios al consumidor (Consumer Price Index) ha sido 1.8%. De hecho, la inflación ha presentado "picos" y `valles" muy pronunciados, lo que indica que el Fed simplemente no tiene control puntual sobre ella. Ahora bien, la meta formal del Fed (el famoso 2%) se define usando un índice de precios especial (Personal Consumption Expenditure), que no toma en cuenta los precios de los alimentos y de la energía. Medida con este segundo indicador, la inflación ha sido sólo 1.6% anual. Aunque es importante para ciertos propósitos de la politica monetaria, el PCE es irrelevante para el consumidor, salvo en el caso de familias que no comen, que no se transportan, que no…

En cuanto al desempleo, es útil recordar que en medio de la Gran Recesión de 2008-2009, la tasa de desocupación llegó a 10%. De entonces y hasta la fecha, ha tendido a descender en forma espectacular (con disculpas por el calificativo) llegando en marzo de este año a apenas 3.8%. Para los estudiosos del tema, en general, una tasa así es equivalente al "pleno empleo" de la fuerza de trabajo. Francamente, frente a tales cifras, es difícil creer que una continuación de la flojedad monetaria pudiera contribuir a una mejoría adicional de la situación.

En el corto plazo, no hay duda de que la política monetaria tiene impacto sobre la producción y el empleo. Por eso les interesa tanto a los políticos, cuyo horizonte de planeación es muy limitado. Sin embargo, en el largo plazo, el crecimiento del PIB real, de la ocupación, de los ingresos, en suma, del bienestar de la población, depende de factores tales como la acumulación de capital, la educación, la tecnología, la calidad de las instituciones, etc. En este sentido, las manipulaciones monetarias miopes no sólo son inútiles, son perniciosas.

 

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El asedio al Fed
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El Fed y Banxico: ¿A dónde va la política monetaria?

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 08/04/2019 - 11:12

Las más recientes decisiones de política monetaria por parte del Fed (20/03/19) y de Banxico (28/03/19), se tradujeron en expectativas muy distintas entre los participantes en los mercados financieros. Las dos instituciones dejaron sin cambio sus respectivas tasas de interés objetivo, una en 2.25-2.50% y la otra en 8.25%. Sin embargo, al parecer, los comunicados de prensa correspondientes fueron interpretados como indicadores de una divergencia en el curso de las políticas monetarias.

La paciencia del Fed


En el caso del Fed, el Comité encargado de la decisión reiteró lo sabido: el mercado de trabajo continúa robusto; la inflación general ha descendido un poco, aunque la subyacente se mantiene cerca de la meta del 2%; y, el crecimiento económico se ha desacelerado como consecuencia de un menor dinamismo del consumo y de la inversión.

Para el futuro previsible (es un decir), el Fed imaginó, a la letra, “una expansión sostenida de la actividad económica, un mercado de trabajo fuerte y una inflación cercana al objetivo simétrico del 2% que plantea el Comité”. A ello, el comunicado agregó que “a la luz de la evolución económica y financiera global y de las disminuidas presiones inflacionarias, el Comité será paciente al determinar qué ajustes futuros de la tasa de interés serán apropiados”. (La palabra clave fue paciente).

¿A qué se refirió el Comité sobre la situación de la economía mundial? Seguramente, al hecho de que el crecimiento económico de Europa y de China se ha debilitado; y, a que el futuro del Brexit no termina de definirse.

Así pues, ante la combinación de una expansión interna menos vigorosa, una inflación despresurizada y un entorno internacional incierto, el Fed optó por cambiar su horizonte de política monetaria. En lugar de mantener la dirección hacia la "normalización", planteó una perspectiva indefinida de estabilidad en la tasa de interés (la famosa paciencia). Los mercados de valores respondieron con entusiasmo; el dólar se debilitó. (Lo sucedido agradó sin duda al presidente Trump).

El cambio de opinión resaltó de nuevo dos características innegables sobre el actuar del Fed: 1.-se trata de una institución enormemente (quizá excesivamente) poderosa; y, 2.-igual que todos los humanos, sus técnicos no conocen el futuro.

Las dudas de Banxico  

En cuanto a Banxico, cabe recordar que la Junta de Gobierno aumentó la tasa de interés en un cuarto de punto porcentual hacia el final de diciembre del ano pasado, llevándola a 8.25%. Al principio de febrero de 2019 la mantuvo sin cambio. Lo mismo hizo el pasado mes de marzo,arzo, como dije. En este último caso, en su comunicado de prensa, la Junta se refirió in extenso a algunos de los mismos factores señalados por el Fed una semana antes: la pérdida de vigor de la expansión mundial; la reducción de la inflación; etc. Además, por supuesto, aludió a la "paciencia" mencionada.

Respecto a la economía de México, Banxico admitió sin eufemismos la realidad: `la actividad económica ,.. continuó mostrando un bajo crecimiento", y el riesgo sigue "sesgado a la baja". (¿Así, o más claro? Sobre la inflación, Banxico destacó lo obvio: su disminución ha sido causada por "menores incrementos en los precios de los energéticos y de los productos agropecuarios". Como quiera, y, a fin de cuentas, la institución concluye que "aún persiste un balance de riesgos al alza para la inflación... en un entorno de marcada incertidumbre".

¿Qué le preocupa al Banco, específicamente? Su lista es impecable y larga: una eventual depreciación del peso; las presiones salariales; el deterioro de las finanzas públicas; la reversión de ciertos precios importantes; la resistencia a la baja de las expectativas de inflación de mediano plazo; etc.

En total, muchos analistas han concluido que Banxico bajará su tasa de interés en junio próximo. Este juicio se finca en la anticipada reducción del crecimiento del PIB, y en la prolongación de la desinflación. No es una predicción irrazonable, pero, en mi escéptica visión, se me antoja prematura.

Por cierto, durante el pasado reciente, el crédito vigente de la banca comercial al sector privado ha seguido creciendo a tasas anuales del orden de 10%. Esto no es precisamente una situación muy restrictiva.

Publicado originalmente en Reforma.

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El Fed y Banxico: ¿A dónde va la política monetaria?
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Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma
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Professors