Una nota futuraria y una irreverente

Artículo publicado originalmente en la sección Glosas Marginales del periódico Reforma

Lo que vendrá (quizás)

Se ha hecho lugar común afirmar (¡otra vez!) que el mundo pasa por una época de volatilidad política económica excepcional. Para fundamentar el aserto se recurre a una lista larga de alteraciones drásticas, actuales y potenciales, empezando desde luego por la elección de D. Trump en Estados Unidos. A ello se agrega la inacabable guerra entre Rusia y Ucrania, y el creciente conflicto bélico entre Israel y Hamas.

En lo económico, se destacan la debilidad de Europa y los duros problemas chinos. A mi juicio, lo más preocupante de todo es el resurgimiento del nacionalismo proteccionista, en detrimento de la eficiencia global y, por tanto, del progreso. Lo anterior tiene repercusiones eventuales de signos opuestos sobre la economía mexicana.

Hasta ahora, el factor externo más importante para México ha sido positivo. Me refiero al crecimiento notable del PIB en Estados Unidos durante 2024. A estas alturas, es inevitable (aunque poco cortés) reconocer que fallaron los pronósticos comunes hace un año, según los cuales, se registraría un debilitamiento de la actividad económica en dicho país. Pero eso fue "ayer" para "mañana" (2025), el consenso entre los analistas consiste en prever (de nuevo) un menor dinamismo. Al mismo tiempo, de acuerdo con los enterados, la inflación seguirá superando la meta oficial del Fed y, en consecuencia, la tasa de interés disminuirá menos que lo imaginado en "el mercado".

Lo señalado es importante, pero lo verdaderamente significativo para México consiste en las dos amenazas externas conocidas: la repatriación de migrantes y el establecimiento de aranceles, ambas por parte de la administración Trump. No voy abundar sobre esos temas inquietantes. Me limitaré señalar que su impacto negativo agravará la pérdida de vigor, que ya es notoria tanto en la producción como en el empleo.

Para hacer frente a lo que vendrá, me parece obvio que se necesita un viraje en la política económica nacional. Su propósito lógico debería ser fortalecer (de veras) la formación de capital físico y humano, y propiciar la eficiencia en los mercados de bienes y servicios.

Dado lo hecho hasta hoy por el gobierno, lamento decir que no abrigo muchas esperanzas al respecto.}

La "estanflación" de Jimmy Carter

James Carter (JC), expresidente de Estados Unidos, murió hace poco. En las palabras de Condoleezza Rice: "fue un hombre bueno y decente". Dos calificativos ennoblecedores de cualquier hombre al final de su vida. Empero, desde el punto de vista de la economía, su periodo presidencial (1977-1980) fue poco menos que un desastre, a juzgar por los principales indicadores al respecto. El cuadro que sigue sustenta lo dicho.



Es cierto que JC heredó lo que se conoce como La Gran Inflación, un producto, como siempre, de desequilibrios fiscales financiados mediante una expansión monetaria. El problema fue potenciado por el embargo petrolero (OPEP), por el alza consecuente de los precios de los combustibles.

Como quiera, es verdad también que JC se tardó en poner al frente del banco central a Paul Volcker, un firme creyente en la efectividad de una política monetaria restrictiva y duradera para derrotar el fenómeno. En todo caso, la combinación de un estancamiento del PIB real, con una inflación sin precedente desde los cuarenta, fue suficiente para que JC fuera vencido en forma abrumadora por Ronald Reagan.

Reagan mantuvo a Volcker en el Fed, quien llevó la tasa de interés (Fed Funds) por encima del ¡19%! La receta "volckeriana" tuvo tres ingredientes: propósito; persistencia; y, paciencia (mucha paciencia). Y funcionó. La inflación bajó cerca de 4% en 1982, y ahí se estabilizó durante el siguiente quinquenio.

Según los críticos, la desinflación fue muy costosa. En realidad, no hizo otra cosa que revelar y corregir las distorsiones creadas por la propia inflación.

El episodio dejó una lección de política monetaria que sigue vigente: "propósito, persistencia y paciencia".


EI autor es profesor de Economía en la EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en El Norte.

Ir a opinión
EGADE Ideas
in your inbox