El mercado global mueve anualmente más de 1.2 billones de dólares, según el Departamento de Comercio de Estados Unidos. Para que esto ocurra se requiere un gran número de compañías dedicadas a la importación y exportación, no sólo multinacionales, sino empresas de todos los tipos y tamaños. Pero, sobre todo, se necesita un marco de globalización que hoy enfrenta múltiples desafíos, los cuales deben ser gestionados cuidadosamente por las organizaciones que desean acceder a este mercado y obtener ventajas competitivas.
La mayoría de las empresas han tenido que enfrentar turbulencias políticas y económicas en algún momento, especialmente desde la recesión de 2007-2011. En los últimos años –periodo que se puede llamar “globalización controlada”—, los gobiernos en los países en desarrollo han restringido la apertura de nuevas industrias en sus territorios para proteger las empresas locales. Asimismo, sólo han permitido que inviertan las firmas internacionales en ciertos sectores como energía, medioambiente, petróleo y gas, y grandes proyectos tecnológicos, dejando fuera los servicios financieros, la agricultura, el textil, la industria farmacéutica y la minorista.
La liberalización comercial ha sido objeto de crítica por parte de ideologías proteccionistas que denuncian, entre otras cosas, la sustitución de la mano de obra local por mano de obra de bajo costo de países en desarrollo. La agenda America First en Estados Unidos ilustra este escepticismo hacia la globalización. Está claro que la situación política de las potencias comerciales influye en sectores clave de la economía y contribuye al diseño de políticas, alianzas estratégicas y financiamiento empresarial. Un ejemplo es el acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canada (T-MEC), que se ha visto cuestionado en los últimos meses por las presiones de Trump.
En este contexto, los cambios en los acuerdos comerciales afectan profundamente a las empresas que importan y exportan bienes y servicios. Las negociaciones entre países se suelen enfocar, entre otras cosas, en normas técnicas y estándares, reglas de origen, antidumping, subsidios, medidas compensatorias y otras propuestas de liberalización y desregulación (como la privatización), así como procesos de integración subregional, regional y hemisférica. También afectan al comercio global aspectos como la simplificación de reglas y procedimientos aduaneros, incluyendo infraestructuras ineficientes, valoraciones aduaneras, inspecciones y licencias de importación. Los problemas aduaneros pueden ser especialmente complicados para las pequeñas y medianas empresas, que cuentan con menos experiencia y recursos para enfrentarlos.
En un libro publicado recientemente, Decisions in International Trade and Logistics: Corporate Diplomacy Strategies, and Operations (Palgrave MacMillian, 2025), coescrito con Vladimir Zlatev, de la Universidad de Boston, discutimos el impacto del cambio en la filosofía política y en la diplomacia empresarial internacional sobre las decisiones estratégicas de las empresas que participan en el comercio internacional y la logística. Los nuevos regímenes arancelarios y las restricciones a las exportaciones e importaciones afectan de manera significativa la cadena de suministro global, incluyendo disrupciones logísticas y de inventarios, lo que intensifica la turbulencia en los mercados globales. El libro analiza aspectos económicos, gerenciales y de comportamiento, así como teorías macro y microeconómicas, estrategias financieras internacionales, factores PESTEL (políticos, económicos, sociales, tecnológicos, ambientales y legales), modos de entrada, estrategias de exportación e importación, estrategias de marketing-mix y diseño organizacional para hacer negocios internacionales. Además, responde a varias preguntas relacionadas con el comercio internacional y la logística:
Estudios de caso sobre el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), las maquiladoras en México, la vigilancia del FMI sobre la economía argentina, la deuda de Grecia y sus efectos macroeconómicos negativos en Japón, las relaciones comerciales entre EE. UU. y China a finales de la década de 2020, y el programa Make in India permiten navegar por ejemplos reales de la diplomacia empresarial internacional y las relaciones comerciales globales y regionales.
Un nuevo marco comercial en Norteamérica
En nuestro libro exponemos el caso del T-MEC, que sustituyó al TLCAN en 2020 y redefinió las reglas de intercambio comercial en la región. Su propósito fue modernizar las relaciones económicas y fortalecer el crecimiento de los trabajadores, agricultores, ganaderos y negocios de los tres países. Entre sus principales innovaciones se incluyen mejoras en las reglas de origen para automóviles, la inclusión de disposiciones sobre comercio digital y anticorrupción, y nuevos capítulos destinados a beneficiar a pequeñas y medianas empresas. Además, el tratado impulsa prácticas aduaneras más eficientes y transparentes, y promueve un mayor compromiso en materia de protección ambiental y equidad de género en las oportunidades de comercio e inversión.
A reserva de los cambios que está implementando Trump en la política arancelaria, la industria automotriz de México se ha beneficiado ampliamente del T-MEC, aprovechando las ventajas comparativas de su territorio, mano de obra y cercanía con Estados Unidos. La combinación de bajos salarios en manufactura, disponibilidad de mano de obra semicalificada y la infraestructura logística adecuada ha impulsado el establecimiento de plantas automotrices estadounidenses en México. Este entorno favorable ha permitido que muchas empresas reduzcan costos de producción mediante el uso de maquiladoras, que disfrutan de exenciones fiscales y facilidades para importar insumos libres de aranceles.
El T-MEC introdujo requisitos más estrictos de contenido regional y laboral en la producción automotriz, con el fin de incentivar nuevas inversiones en Norteamérica. Las nuevas normas exigen un mayor porcentaje de materiales originarios de la región, así como el uso de acero y aluminio norteamericanos en la fabricación de vehículos. Además, la implementación de reglas de valor laboral busca garantizar mejores condiciones salariales en el sector, reduciendo a la vez las cargas administrativas para los productores de autos y autopartes.
El modelo de la maquiladora
El modelo de las maquiladoras, surgido en México para aprovechar las ventajas del contrato de manufactura compartida, se consolidó gracias al TLCAN y, posteriormente, al T-MEC. Estas unidades permiten a las empresas extranjeras beneficiarse de la disponibilidad de tierras, costos laborales competitivos y facilidades para la inversión extranjera directa. A través de este modelo, México se ha convertido en un destino estratégico para la manufactura de bienes destinados a la exportación, reduciendo costos logísticos y de operación para las firmas estadounidenses y canadienses.
A pesar de su crecimiento —con más de un millón de empleos generados y cerca de 3,000 plantas operativas hasta 2022—, las maquiladoras enfrentan desafíos derivados de la competencia internacional, especialmente con el ascenso de China como potencia manufacturera. Además, las crisis económicas globales, las reformas estructurales internas y los cambios en la política comercial internacional plantean riesgos que podrían afectar la estabilidad de este modelo de producción.
Para consolidar su posición, las maquiladoras deberán adoptar estrategias empresariales más resilientes, mejorar su capacidad de respuesta ante crisis financieras y fortalecer sus operaciones comerciales internacionales. También será crucial explorar políticas que garanticen su competitividad a largo plazo, adaptándose a los nuevos requerimientos de comercio sostenible, innovación tecnológica y diplomacia económica que el mercado global exige.
El autor es profesor del Departamento de Mercadotecnia e Inteligencia de Negocios de EGADE Business School.