¿Una economía sin dinero?

Artículo publicado en la sección Glosas Marginales del periódico Reforma

Las personas y las empresas deciden mantener una porción de sus activos en la forma de dinero, sea para efectuar compras en lo inmediato o para hacer frente a gastos imprevistos en el futuro.

Así ha sido desde tiempos inmemorables. Ahora bien circula en distintos medios la (discutible) noción de que la economía mundial se dirige a la desaparición del efectivo (monedas y billetes, MyB) como medio de cambio.

No conozco los datos referentes a la economía mundial, pero, en lo que toca a los de Estados Unidos, no se detecta la mencionada desaparición del efectivo.

Al contrario, en la década pasada, los dólares en circulación aumentaron 85% (Gráfica 1). Parte de la explicación es el crecimiento del valor de las transacciones a lo largo de los años: de un lado por el aumento de las cantidades y, del otro, por el alza de los precios.



En la ilustración se nota un incremento abrupto, que ocurre en 2020. La explicación de ello es que, ante la incertidumbre anormal causada por la pandemia, el publico tomo la decisión prudente de agregar efectivo a su "cartera", con el objeto de poder hacer frente eventos imprevisibles, con "dinero en la mano", en un entorno crítico Durante los tres años más recientes, MyB ha crecido a un ritmo menor que antes de la crisis sanitaria, pero su nivel actual resulta como quiera extraordinario (30% superior a la cifra de febrero 2020).

Dado que la economía de Estados Unidos es la más grande del mundo, la preocupación aludida al final del primer párrafo me parece falta de sustento. Más todavía si añadimos al tema una estimación del Fed. de acuerdo con la cual, quizás más del 40% de los dólares en circulación están fuera de Estados Unidos Curiosamente, en el caSO de México la inquietud de algunos analistas ha sido exactamente la contraria: se dice que el aumento del dinero en circulación (pesos centavos) es excesivo.

Una manera de examinar el asunto es expresar la cantidad de billetes y monedas en poder del público como una fracción del Producto Interno Bruto, en términos porcentuales. Eso es lo que se ilustra en la Gráfica 2.



Como en el caso de Estados Unidos, es fácil percibir el "salto" registrado en 2020, seguramente causado por motivos precautorios.

Vale destacar que la fracción actual (8.5%) no regresó su tamaño previo (6.4%). Es significativo advertir que, para propósitos analíticos, tanto antes como después de la pandemia, el cociente resulta bastante estable, una característica detectada hace tiempo en los estudios formales al respecto.

A lo dicho, hay que agregar tres factores que no son nuevos, pero que han crecien importancia. El primero es la informalidad, cuyas actividades se realizan obviamente en efectivo, por "buenas" razones. Según INEGI, en la informalidad se realiza una cuarta parte de la actividad económica (cerca de 25% del PIB). En cuanto al mercado laboral, la informalidad caracteriza al 55% de los trabajadores (32.5 millones, en el último trimestre de 2023). Conviene apuntar, de paso, que dicho aspecto varía mucho entre estados: de más de 81% en Oaxaca 34% en Chihuahua, para citar dos ejemplos sobresalientes. En cuanto al segundo (el narcotráfico), para hablar con franqueza, no tengo ni la más remota idea de su magnitud, pero es patente (-qué pena!) que su relevancia ha aumentado Finalmente, es muy probable que el mayor uso e fectivo esté relacionado con el extraordinario auge de las remesas.

En total, me parece que el crecimiento del circulante ha respondido a un aumento de su demanda.

*** En un artículo famoso (Las alarmas del Dr. Américo Castro), Borges comentó que otro demérito de las falsas alarmas es promover falsas soluciones. El texto data de 1941 pero, cambiando lo procedente, su mensaje central no ha perdido vigencia. Equivale a decir que, cuando se postulan mal los problemas, se plantean mal los remedios. ¿Suena conocido?
 

El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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