Sin mayor análisis, he encontrado en diversas publicaciones una extraordinaria gama de estimaciones muy dispersas sobre una probable recesión en la economía de Estados Unidos. Si los "enterados" no están de acuerdo entre sí, ¿qué conviene hacer? Los números son tan dispares que provocan la tentación de ignorarlos. Empero, tratándose de algo tan importante, quizás sea mejor decir algo, aunque sea incierto, que no decir nada.
Según una nota de prensa, un grupo de expertos llegó hace poco a la conclusión de que la probabilidad de ocurrencia de una recesión en los próximos dos años es 48%. Confieso que no sé cómo llegaron a esa cifra, pero, en todo caso, va en la misma dirección de lo que parece un consenso entre los analistas no gubernamentales.
Vale agregar que la imaginada recesión estaría acompañada, todavía, de una inflación importante y de las altas tasas de interés inevitables.
Sea como vaya a ser, me parece de cierta utilidad echar una ojeada a los tres episodios "recesivos" ocurridos a lo largo de las dos décadas más recientes. La gráfica presenta las variaciones anuales (por trimestre) del PIB real de Estados Unidos (la línea azul) y de México (la línea roja) a partir de 2000 y hasta 2022.
La ilustración sugiere unas cuantas observaciones relevantes:
1.- Como es sabido, la actividad económica de México (MX) se mueve más o menos en sincronía con la de Estados Unidos (EU); la correlación estadística es muy alta. Sin embargo, las fluctuaciones en MX son más pronunciadas.
2.- La desaceleración observada en 2001 fue muy leve en comparación con las agudas caídas registradas como consecuencia: a) de la crisis financiera global de 2008-2009; y, b) del impacto de la pandemia.
3.- Por razones evidentes, es razonable suponer que la causalidad de los cambios corre de norte (EU) a sur (MX). (Perdón por la obviedad).
4.- Los datos más recientes avalan la idea de que el modesto "rebote" en curso en MX ha respondido a la mejoría registrada en EU, vía el crecimiento de las exportaciones.
¿Qué riesgos presenta para MX el horizonte "previsto"? Al menos tres muy significativos: 1.- una reducción del ritmo de crecimiento económico, de por sí raquítico; 2.- un deterioro de la balanza comercial; y, 3.- un aumento de la carga del servicio de la deuda externa.
El martes pasado, el encabezado de un artículo periodístico fue, a la letra: "Llenan texanos gasolineras en Reynosa". Lo mismo ocurrió, agregó la nota, en Matamoros. Es lógico, considerando la baratura relativa del precio del combustible en este lado de la frontera. Estrictamente hablando, entonces, el hecho implica una transferencia de recursos del contribuyente mexicano al consumidor texano. Un absurdo económico, provocado por la política "anti-inflacionaria" de México.
El INEGI calcula y publica un subíndice del INPC, que se llama Subyacente. Se trata simplemente del INPC sin los precios de los energéticos y de los productos agropecuarios. En mayo de 2022, en México, la inflación medida en dicho indicador fue 7.3%, mientras que en un índice similar en Estados Unidos fue 6%. Así pues, sin duda, las presiones inflacionarias han sido mayores aquí que al norte del Bravo.
En cuanto a la trayectoria del Consumo Privado, es de notar que el cambio de tendencia (a la baja) se inició en el tercer trimestre de 2018, mucho tiempo antes que la aparición de la pandemia; el Covid-19 sólo agravó el problema.
Por último, respecto a la reducción de la inversión pública, es importante recordar que la caída empezó años atrás, probablemente vinculada con la volatilidad de los ingresos del gobierno provenientes de la exportación de petróleo. Este renglón está, sin duda, lejos de la recuperación, en el sentido literal. Si a ello se le suma el reiterado cuestionamiento de la productividad potencial de las tres principales erogaciones, es de suponer que el impacto negativo sobre el crecimiento económico será mayor.
El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.