Tendencias inquietantes

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales de Reforma

La inversión reacia

El dato más actual sobre la variación mensual de la inversión en México (septiembre vs. agosto) resultó negativo. Otros números referentes a la formación de capital transmiten la misma imagen de debilidad. Por ejemplo, en el periodo enero-octubre de este año, el valor de las importaciones de bienes de capital fue todavía 5% menor que en el mismo lapso del 2019. Cifras de ese orden provocaron diversos comentarios periodísticos de tono preocupado, pero lo cierto es que el tema no es nuevo.

Para apreciar el asunto en términos más amplios, puede resultar ilustrativa una ojeada a la Gráfica 1, que muestra la trayectoria de un índice (suavizado) de la inversión fija bruta desde 2010 hasta 2021. Sin mayor análisis, se destacan dos aspectos importantes: 1) el punto más reciente se situó un 15% debajo de los niveles "pico" alcanzados antes de la pandemia; y, 2) su tamaño es más o menos igual al registrado hace diez años.

En el mismo tenor de cosas, es oportuno recordar que la inversión pública ha venido descendiendo. Además, la lógica de su composición ha sido duramente cuestionada.

La relevancia de la cuestión es muy conocida, pero es obvio que, frente a lo que ha estado sucediendo, merece ser reiterada: una economía crece si sus trabajadores cuentan recurrentemente con más y mejores elementos con los cuales operar: máquinas, edificios, caminos, puentes, etc. De ello depende el aumento de la productividad y, entonces, el incremento del ingreso y del bienestar de la población. (Lo señalado pretende enfatizar el papel que desempeña la acumulación de capital físico en el crecimiento económico, pero no implica desconocer la relevancia en dicho proceso de la educación y del progreso tecnológico).

Una acumulación significativa de capital físico y humano sólo puede darse en un marco estable de reglas del juego, formales e informales. Las primeras consisten básicamente en la vigencia confiable de los preceptos legales. Las segundas son normas de un comportamiento predeciblemente honesto, compartidas por los miembros de la sociedad. En estos dos aspectos México exhibe una lamentable penuria. Los resultados están a la vista.

 

La inflación rápida

La inflación ha repuntado en casi todas partes con un vigor alarmante (pero, se nos dice, transitorio). Tanto así, que se habla en cierto sentido de un fenómeno mundial. Por un lado, no hay duda de que el repunte reciente de los precios ha sido generalizado, en mayor o menor grado. Pero, por el otro, no hay que perder de vista las diferencias de los antecedentes entre países.

Por ejemplo, en la Gráfica 2, el panel (a) presenta el recorrido de un índice de precios al consumidor en Estados Unidos a partir de enero 2015. El panel (b) muestra la ruta de un índice similar en México. De punta a punta, el primer caso resulta en una inflación acumulada de 19%; en el segundo, de 34%. Así pues, aunque el problema inflacionario actual es parecido en ambas economías, su historial es muy distinto. Obviamente, esa disparidad justifica una respuesta de política monetaria mucho más enérgica en México.

El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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