En 2007, anticipándose al centenario de su fundación, el entonces decano de Harvard Business School (HBS) encargó a tres de sus profesores más destacados un estudio sobre el estado del capitalismo. La conclusión fue una llamada de atención para cualquiera que considere que el capitalismo es un instrumento eficaz, si se aplica de manera imperfecta, para satisfacer las necesidades humanas, compensar el trabajo y el capital, promover la innovación y asignar recursos. En 2011, los autores escribieron que, si el capitalismo no se adaptaba, dentro de los próximos 25 años enfrentaría un “camino tortuoso”. En 2020, escribieron nuevamente:
“Esperábamos que al llamar la atención sobre estos problemas (en 2011) motivaríamos a los líderes gubernamentales y empresariales de Estados Unidos y el extranjero a tomar medidas. Desde entonces, los problemas sobre los que escribimos han empeorado y los esfuerzos para abordarlos han sido muy inferiores a lo necesario. Hoy en día, los cimientos mismos del sistema capitalista están amenazados por una serie de fuerzas demográficas, ambientales, políticas, económicas, sociales y tecnológicas en todo el mundo”.[1]
Estas palabras fueron escritas por destacados profesores de HBS, no por un think tank de izquierdas. Lo que está en juego no es la competitividad de las empresas individuales, sino la legitimidad del capitalismo en las sociedades a las que sirve.
Las fuerzas que actúan en el capitalismo global son particularmente importantes en América Latina. En 2019 escribí un libro breve, Mexico Facing the Future, sobre "cómo pueden prepararse para el futuro" las instituciones sociales y las empresas de México. El libro encontró que en México, el rápido cambio tecnológico exacerbaría la vulnerabilidad social; la ausencia de sistemas educativos modernos y efectivos y negocios innovadores sería una desventaja en la economía del conocimiento; y las instituciones públicas y privadas eran débiles y requerían un fortalecimiento urgente.
La pandemia ha exacerbado estas preocupaciones y planteado otras. Las acciones recientes de los gobiernos de toda la región y los resultados electorales en Perú y Colombia sugieren que las empresas no pueden contar con el gobierno como socio. Las empresas deben actuar, no solo buscando individualmente una ventaja competitiva a través de la sostenibilidad, sino demostrando colectivamente que el capitalismo puede crear un futuro justo y sostenible para las sociedades en las que opera. Así, deberían:
Las empresas latinoamericanas deben liderar. Pueden aprender de otros países, pero deben abordar una realidad donde los desafíos de la sustentabilidad son más agudos y los medios para lograrla, diferentes. Hay algunos aspectos favorables: según una encuesta mundial reciente, las poblaciones de los países latinoamericanos, en particular las minorías, se encuentran entre las más preocupadas por la sostenibilidad, y las personas se encuentran entre las más inclinadas a cambiar su comportamiento hacia estilos de vida más sostenibles. Además, entre las cinco empresas mejor calificadas por los expertos en sostenibilidad global, cuatro son, como la mayoría de las empresas latinoamericanas, sociedades anónimas cerradas.
[1] Capitalism at Risk, Updated and Expanded: How Business Can Lead, Joseph L. Bower, Herman B. Leonard, Lynn S. Paine (2020)
El autor es profesor de cátedra de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Mundo Ejecutivo.