Shangri-La financiero

Artículo publicado originalmente en la sección Riesgo y Valor del periódico Reforma

Los mercados son sabios en agregado, se dice. En las pruebas duras, sin embargo, no lo han sido. A juzgar por el cálculo correcto del riesgo, por ejemplo, han fallado muchas veces, y quizás hoy sea una de ellas. Warren Buffet, el legendario inversionista, por el contrario, ha dicho desde hace décadas que los mercados son maniacodepresivos (lo cual se debe leer así: o están en la cúspide de la euforia colectiva, o en el sótano del temor) y esto suena más cercano a la realidad.

Una forma en que el mercado se expresa es con la llamada volatilidad, que mide la dispersión de los retornos alrededor de un promedio. El promedio del retorno, los últimos 100 años, en las bolsas americanas ha rondado el 9% anual -aunque en los sanos posCovid ha estado más cerca de 14%-, incluyendo los dividendos y es el retorno, junto con otras medidas económicas como el crecimiento del PIB. la inflación, los niveles de las tasas de interés y el valor del dólar, lo que nos dice si la población sufrirá poco o mucho en el futuro cercano: Y todas ellas hoy parecen clamar: ¡Ajoy! ¡Viento en popa!

Si esto es así, el precio a cobrar por el riesgo debería ser muy bajo. ¿Pero entonces, cual es el problema? O, ¿no hay ninguno y estamos en un Shangri-La financiero? El problema está en la volatilidad. Los mercados ponen un precio a este indicador, que no es observable directamente, sino que se debe calcular de forma implícita, según los precios de las primas de riesgo en las acciones, por lo que cuesta cubrirse de sus caídas (un estilo de seguros, llamados Opciones Puts). La volatilidad es un insumo primordial en el precio de estos seguros (lo que cuesta cubrirse para no perder, en el caso de que la bolsa se cayera por algún riesgo no visible). La volatilidad que los mercados están propiciando dentro de estos Puts es sumamente baja, así como también lo están las primas ganadas por riesgo en bolsa.

Esto quiere decir que los inversionistas están pagando muy baratos los precios de sus seguros (pensando implicitamente que volatilidad futura será muy baja) y que los activos de riesgo podrían incluso ofrecer réditos muy bajos en el futuro cercano, de menos de 30 puntos básicos por encima de lo que ofrecen los bonos del tesoro y estar contentos con eso. Pero esto es un error. El mercado esta eufórico y está pensando que todo lo que haga Trump será benéfico para las empresas y para los mercados, tanto los domésticos como los del resto de países que dependen directamente de la economía americana. No obstante, un repaso de sus propuestas y del estado de la geopolítica a nivel global, nos deja rascándonos la cabeza.

Las volatilidades implícitas de algunas acciones conocidas son en efecto demasiado bajas históricamente incluso cuando se les ve con relación la de la bolsa en su conjunto. El indice VIX MOVE para la bolsa y los bonos, respectivamente, están en niveles de 16% anual para la primera 95% para la segunda, niveles con la lectura: "no pasa nada", cuando no es así. Los precios de cubrir acciones tecnológicas como Apple y Googles son de alrededor del 10% del valor de la acción por un Put un año, incluSO bancos como BofA y el propio Nvidia cuestan un 18%, cuando en momentos en los que hierven riesgos como los actuales, éstas cifras escalan hasta el doble o el triple de eso.

El semanario The Economist ha puesto un nombre al fenómeno. No es que el mercado este subestimando el riesgo de que todo lo que él ha anunciado que hará infrinja un daño grave en las economías, empezando por la suya propia, sino que más bien estos riesgos, por la incertidumbre en la que vienen envueltos, son INESTIMABLES y simplemente no están reflejados aún en los precios. Muchos exploradores buscaron el paraíso perdido de Shangri-La. del que escribió James Hilton hace un siglo, pero concluyen siempre que es sólo un mito. Un mercado en el que todo se ve bien es otro al develarse nada tendrá de celestial.

El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en El Financiero.

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