Preguntas para un escenario turbio 2025

Artículo publicado originalmente en la columna Riesgo y Valor del periódico Reforma

Las primeras preguntas son éstas: ¿cumplirá Trump con la amenaza de escalar el conflicto en Medio Oriente a una situación que tiene tintes más amplios que sólo esa región, o sólo son bravatas como siempre hace?

Y también: ¿Tiene este conflicto el potencial de desestabilizar al mundo entero, o es sólo la rutina que desgraciadamente ha caracterizado a la vecindad de Israel?

No es posible contestar con certeza, pero creo que podemos contar con la rutina en la zona y también con los desplantes de Trump, así que, factorizando lo anterior, el riesgo máximo se diluye mucho.

Sin embargo, la Academia de Ginebra contabiliza cerca de 120 conflictos armados no internacionales alrededor del mundo, un número triplemente mayor que en el 2000.

El mundo sí se ha vuelto un pajar seco, uno que se incendia fácilmente. Muchas son las razones de esto, pero en corto, las distancias entre grupos de interés, grupos económicos e ideologías partidistas se han ampliado mucho, sobre todo en el eje de la riqueza y los privilegios, lo cual ha llevado a las partes en pugna al conflicto armado en muchos lugares.

De estos 120, una buena parte podría hacer causa común con alguno de los implicados de la guerra ocurriendo en Medio Oriente, así que las probabilidades de que escale no son banales.

La segunda pregunta es muy cercana: ¿Este conflicto tiene también los efectos potenciales conocidos sobre las variables económicas que conflictos pasados?

Lo más sensato es contestar que sí, es decir, una campaña extendida trae, sólo en lo económico, mayor producción y crecimiento a los países participantes, suponiendo que no sufren la destrucción masiva de infraestructura. Traen aumentos del precio de bienes commodities (crudo en particular, lo cual muchas veces es preludio de recesión) y, por lo general, traen aumentos en los precios de acciones en la bolsa.

Por el papel antagónico que ha jugado Trump en la arena global, ¿el mundo como un todo se apartará poco a poco o incluso de tajo, del dólar, de la bolsa americana, sus bonos, su comercio?

No puede ocurrir de tajo en ninguno de los confines listados, pero sí habrá un distanciamiento en algunos de ellos, al menos bajo el liderazgo de Trump.

El dólar está en el 58% de las reservas del mundo, pero viene bajando lentamente. La bolsa americana ha crecido cerca del 14% anual en los últimos tres quinquenios y las utilidades de sus empresas un 9% anual. Es difícil abandonar, sólo por principios, un éxito tan difícil de imitar. El comercio sí sufrirá, pero lentamente también, no de tajo.

¿Qué están haciendo en su gran mayoría las instituciones con su portafolio, en respuesta a este nuevo escenario de guerra?

La gran mayoría de las casas de bolsa y las oficinas de familia, según encuestas periódicas de UBS, mencionan que "se quedarán igual" para los próximos cinco años, aunque muchos también están aumentando su asignación a bolsa en países desarrollados, al equity privado, así como a metales preciosos.

Hay una clara reducción también generalizada de plazo en la cuota de renta fija y un sentimiento todavía débil a salir de EE. UU. y reubicar algo de la apuesta al "resto del mundo", incluyendo los países emergentes (que suelen ganar con la depreciación del dólar, si ésta continuara, porque la guerra no acabará de fraguar).

Si volvemos al escenario de hace un mes, esto es, guerra comercial pero no conflicto global, ¿qué rol le queda a China en todo esto?

Ellos estarán botando un torrente de bienes manufacturados a precios de ganga por todo el mundo que reciba —y lo harán directo o por medio de las exportaciones de otros países (ya se nota en Vietnam, Indonesia, Malasia, Tailandia, Singapur y otros, la reexportación hacia los EE. UU. y otros destinos).

Esto ayuda a la inflación global, más no al crecimiento, pues la presión a la economía doméstica que recibe es de esperar como consecuencia.

Un viejo sabio de pláticas de café me dijo una vez este refrán: “prefiero al burro que pregunta, que al listo que contesta”. Es sano, en suma, hacerse preguntas profundas, pero las respuestas son superficiales la mayoría de las veces, hay que prepararse más bien, según el escenario que juegue al final.
 

El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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