¿Qué se requiere para lograr una nueva normalidad?

En los países emergentes, la normalidad se busca establecer a través de una normatividad

Un reciente informe de “Euromonitor International” indica que tres grandes cambios producto de la pandemia: mayor distanciamiento social, mayor preocupación por la salud física y mental y una mayor tendencia hacia un trabajo flexible y remoto. Esto implica que va a ser más difícil establecer relaciones de confianza con nuevas personas y por lo tanto el círculo de referencia más cercano y las redes sociales se tornarán mucho más importantes en la formación de actitudes y en los comportamientos subsecuentes de los individuos.

En este contexto, ¿qué es la normalidad? Las normas pueden ser descriptivas o prescriptivas. Las normas descriptivas se refieren a lo que ocurre en la realidad, a lo que la mayoría de las personas en un grupo piensan, sienten o hacen. Por su parte, las normas prescriptivas se refieren a lo que debería ser, suceder o sentirse, pensarse o hacerse. Por lo tanto el término normalidad se refiere a la descripción de lo que es y el término “normatividad” se refiere a lo que debería ser.

En los países emergentes, la “normalidad” se busca establecer a través de una fuerte “normatividad” del Estado, mientras que en países desarrollados, la “normalidad” se busca establecer a través de un proceso mixto donde una parte es “normativo” y otra gran parte es “consensuado” por los individuos. En el siguiente gráfico se muestra el proceso que se sigue para obtener un cambio en la “normalidad” que es una adaptación libre y enriquecida de la propuesta de Florian Jäger de la Universidad de Jena.

Todo cambio empieza por un estímulo externo (normas actuales u observación de comportamientos de individuos), eventos externos (pandemia) y actitudes (creencias y normas) y comportamientos (acciones) de terceros que constituyen el grupo de referencia del individuo. Estos detonantes son reforzados vía tres importantes factores sociales: la media (Radio, TV, etc) que comunican las normas sociales del Estado y líderes de opinión (usualmente escogidos por sus cargos para hacer noticia y no por sus ideas), los líderes de opinión sociales (muchos de los cuales operan en redes sociales en búsqueda de notoriedad y/o de expresar genuinamente sus ideas) y la redes sociales que permiten evaluar que tan aceptadas son las “normas” en el círculo de referencia de cada individuo.

Los individuos evalúan con herramientas de contraste estos nuevos estímulos externos reforzados, para ello utilizan, consciente o inconscientemente, estándares de orientación sobre cómo comportarse en normas anteriores inculcadas en la familia, los grupos de referencia; la educación y el compartir ideas y valores con otros sujetos relevantes (intersubjetividad) y la normatividad o leyes dadas por el Estado o entidades públicas. Esta evaluación está influenciada por la incongruencia de muchas normas del Estado (que no hacen sentido a los individuos) y terminan por considerarlas como optativas en el mejor de los casos; por el hecho de que los individuos tienden a inferir los prescriptivo de los descriptivo (de lo que su grupo de referencia hace, siente o piensa); y por el hecho de que los individuos tienden a interpretar y a ajustar nueva información a su percepción ya concebida de normalidad y por lo tanto esta última se perpetúa, se auto-sostiene y se auto-promueve.   

La evaluación de nuevas normas que realizan los individuos debe ser consciente y es un proceso, existe mayor posibilidad de aceptar nuevas normas siempre que se reflexione sobre ellas y perciba que estas se comparten con el círculo de referencia. El resultado es que estas nuevas normas se traducen en la internalización de nuevas actitudes y estas a su vez en nuevas acciones o comportamientos y una “nueva normalidad”. Sin embargo, si los individuos no se cuestionan e ignoran los cambios, estos suelen llevar a muchos actos inmorales que muchas veces son justificados mediante el “efecto del falso consenso” que es la tendencia a percibir que nuestras acciones son más comunes y compartidas por una gran proporción de nuestro grupo de referencia que opciones alternativas.  

Como se puede observar, la sola declaración de un estado de emergencia, o cualquier norma del Estado, es insuficiente para lograr que los individuos cumplan la norma, esta visión es muy estrecha y no ve que este mecanismo no es el único, ni el más importante para lograr un cambio de actitud. El evento de la pandemia nos presenta un gran oportunidad para activar los otros mecanismos de “empuje” (nudge) para la creación y/o cumplimiento de normas, tales como como la creación de grupos de referencia más diversificados a través de la educación en todos los estratos sociales, la existencia de una media más abierta a escuchar la opinión de líderes diversos estratos sociales en función de sus ideas y no sus cargos, la generación de más movimientos cívicos que puedan constituirse en grupos de referencia de muchos más individuos y que ello los lleve a una reflexión personal para lograr una internalización de las nuevas normas y un cambio en la “normalidad”.

Artículo publicado en Caretas.

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