Repensar las economías emergentes en el s. XXI

Entender las economías emergentes requiere abandonar las categorías simplistas y adoptar un enfoque que considere capacidades productivas, integración global y fortalezas locales

Repensar las economías emergentes en el s. XXI

Cuando una multinacional toma la decisión de expandirse a una economía emergente, lo hace por distintos motivos. Puede valorar el atractivo de acceder a nuevos mercados, a mano de obra menos costosa o a recursos naturales estratégicos, o quizá juzgue favorables los incentivos gubernamentales o las tasas superiores de crecimiento que ofrecen este tipo de economías. Pero enseguida surgen varias preguntas: ¿existe una lista de economías emergentes universalmente válida? ¿Quién decide qué economías son emergentes y cuáles no? Y, sobre todo, ¿qué factores definen a este tipo de mercados?

La categorización de las economías emergentes puede ser decisiva para las estrategias de negocios internacionales. Sin embargo, las clasificaciones tradicionales suelen estar demasiado simplificadas, lo que afecta a empresas, a responsables de políticas públicas y a comunidades. Tener un mayor conocimiento de este tipo de mercados es esencial tanto para quienes diseñan estrategias de entrada a mercados como para los encargados de las políticas económicas.

En el artículo “Redefining Emerging Economies: The REE Framework for Nuanced Understanding and Engagement” (AIB Insights, 2025), analizo 47 economías emergentes y de frontera entre 2009 y 2021, introduciendo el Marco REE (Redefinir, Integrar, Elevar), el cual integra indicadores clave para tener una comprensión multidimensional de estas economías. Mi análisis demuestra que métricas como el PIB no logran capturar las realidades específicas de estos mercados. En cambio, integrar indicadores de capacidades productivas y de globalización permite entender mejor el desarrollo y el potencial de una economía.

(Re)definiendo las economías emergentes

La clasificación de las economías emergentes ha evolucionado desde que Antoine van Agtmael acuñó el término en 1981. Sin embargo, no existe una lista estandarizada de países universalmente aceptada. Las clasificaciones actuales se basan en criterios de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o firmas de consultoría como MSCI y S&P, aunque cada una tiene sus limitaciones. Éstas suelen basarse en métricas unidimensionales o agrupaciones geográficas, lo que no logra capturar las complejas realidades de desarrollo y conduce a estrategias empresariales y políticas no óptimas.

En mi estudio, propongo un método alternativo de clasificación, integrando el Índice de Capacidades Productivas (PCI, por sus siglas en inglés) de la UNCTAD, que abarca ocho dimensiones (capital humano, capital natural, energía, tecnologías de información y comunicación, cambio estructural, transporte, instituciones y sector privado), así como el Índice de Globalización KOF, que mide integración económica, conectividad social y cooperación política.

El Marco REE que introduzco a mi investigación se articula en tres componentes clave:

  1. Redefinir, que implica adoptar una evaluación multidimensional que vaya más allá de métricas simples como el PIB y considere variables como el desarrollo del capital humano o la calidad institucional.
  2. Integrar, que propone el uso de enfoques sensibles al contexto, reconociendo que mercados que parecen similares pueden presentar trayectorias de desarrollo muy distintas
  3. Elevar, que se centra en aprovechar las fortalezas internas únicas de cada grupo, ya sea el dinamismo del sector privado, el capital humano, la resiliencia institucional o el potencial de crecimiento equilibrado.

La clasificación de las 47 economías emergentes y de frontera analizadas entre 2009 y 2021 consideró además variaciones ocurridas durante las recesiones globales. Suelen denominarse economías de frontera aquéllas que se encuentran en un escalón intermedio entre los mercados emergentes y los mercados más pequeños o menos desarrollados. Mediante un análisis de agrupamiento temporal (dynamic time warping), identifiqué similitudes en las trayectorias de desarrollo de estas economías, sin importar los puntos de partida o valores absolutos. Así, se aborda la complejidad y se evitan las simplificaciones de las clasificaciones tradicionales. Según este análisis, se identificaron cuatro grupos:

  • Ascendentes constantes (steady risers): Son economías que tienen un crecimiento gradual y equilibrado, como China, India, Vietnam, Rusia, Nigeria o Emiratos Árabes Unidos. En América Latina, destaca Colombia en este grupo.
  • Aceleradores robustos (robust accelerators): Son países que tienen un desempeño sólido en múltiples sectores, como Polonia, Tailandia, Malasia o Turquía. En nuestra región destacan Chile, México y Perú.
  • Competidores ricos en talento (talent-rich challengers): Son países que cuentan con capital humano excepcional, aunque enfrentan desafíos económicos. Enre ellos figuran Egipto, Grecia, Túnez o Ucrania, y como país latinoamericano, Argentina.
  • Montañas rusas de recursos (Resource Rollercoasters): Tienen resiliencia institucional en medio de la volatilidad impulsada por sus materias primas, como Eslovaquia, Sudáfrica y Zambia. En América Latina, destaca Brasil.

Este análisis muestra que las economías emergentes y de frontera siguen trayectorias de desarrollo distintas, que no se capturan adecuadamente mediante clasificaciones tradicionales basadas en geografía o niveles de ingreso.

La clasificación ofrece un método para diseñar estrategias de desarrollo adaptadas, formar “grupos de afinidad de desarrollo” y crear métricas y políticas específicas para cada trayectoria, tomando en cuenta el entorno institucional y las ventajas internas de cada economía.

De esta forma, las multinacionales pueden identificar qué aspectos del modelo de negocio necesitan adaptar, desde la localización de productos hasta la formación de alianzas y cadenas de suministro, mientras que los responsables de políticas públicas obtienen un enfoque estructurado y complementario para interactuar con estas realidades complejas y diseñar estrategias mejor adaptadas.


El autor es profesor del Departamento de Estrategia y Liderazgo de EGADE Business School.

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