Política contra la inflación: allá y aquí

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales del periódico Reforma.

El 4 de mayo resultó un día de cambios muy importantes en la política económica, tanto en Estados Unidos como en México (toda proporción guardada).

Veamos.

1.- El presidente Biden declaró que el déficit del sector público federal disminuirá otra vez este año fiscal, alargando una tendencia iniciada con su administración. Supongo que ello será consecuencia de la reducción, ya prevista de origen, de los "estímulos" relacionados con la crisis provocada por el Covid-19; y, de la mejoría en la recaudación impositiva, asociada a la vigorosa recuperación de la actividad económica. [Los datos del Monthly Teasury Statement muestran una notable contracción del déficit (74%) entre el primer trimestre de 2021 y el mismo periodo de este año].

Al respecto, van dos apuntes breves: a) reducir una postura expansionista fiscal es parte estándar de un paquete antinflacionario; y, b) aumentar mucho la deuda pública es una mala idea financiera, si hay un alza inminente de la tasa de interés. (Tal como el Fed lo anunciaría unas horas después de la declaración presidencial).

2.- Como se esperaba que lo hiciese, el FED decidió aumentar su tasa de interés (Fed Funds) en ½ punto porcentual, y advirtió que los próximos movimientos serán en la misma dirección. Además, anticipó un retiro sistemático y significativo de la liquidez que ha inyectado al sistema financiero. Considerando que la inflación alcanzó 8.5% en marzo, las medidas tienen el sentido que dicta la lógica económica, pero distan bastante de ser rigurosas: la tasa de interés real (la tasa nominal menos la inflación esperada) seguirá siendo negativa. 


Dado el tono del comunicado de prensa y de los comentarios de Jerome Powell, dudo que lo hecho comprima las expectativas inflacionarias. Por ejemplo, el Fed califica la inflación como "elevada". Cuando se trata de la tasa más alta en cuatro décadas, el tímido adjetivo implica un eufemismo (la palabra inglesa understatement es más apropiada). Si quiere enviar un mensaje "duro" de veras, el Fed tendrá que repetir la dosis reciente al menos un par de veces.  

En marzo del año pasado, publiqué en estas páginas un artículo que concluía lo siguiente: "En cualquier caso, no es impensable suponer que en 2022 la política fiscal tendrá que moderar su postura expansionista, y que la política monetaria tendrá que empezar a reducir la laxitud extrema que hoy la caracteriza". De vez en cuando...

3.- En México, el presidente López Obrador publicó un Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic). 

A mi entender, sus componentes se acomodan en dos grupos: a) control oficial o extraoficial de precios (i.e., combustibles, peajes, telecomunicaciones, alimentos, etc.); y, b) estímulos a la oferta (i.e., eliminación de aranceles, seguridad en el transporte, subsidios a la producción, etc). 

El primer conjunto puede tener un impacto numérico perceptible en el corto plazo, pero no resuelve el problema, simplemente lo reprime. El segundo comprende algunas medidas de efecto mediato, que serían bienvenidas siempre. 

Sin mayor análisis, creo que el Pacic es una respuesta política circunstancial, que implicará distorsiones adicionales en el aparato productivo; ampliará la esfera de la influencia económica del gobierno; y, a fin de cuentas, no tendrá un impacto significativo ni duradero sobre la inflación. 

En términos gruesos, como ya se conjetura (y se teme), la economía mexicana estará caracterizada en 2022 por números muy insatisfactorios: en total, el PIB crecerá menos del 2%; al cierre del año, la inflación se aproximará al 7%, la tasa de interés básica excederá el 8%, y, el tipo de cambio se situará (!) en 21 pesos por dólar. (Todo ello, por supuesto, salvo error u omisión). Cada una de las cifras mencionadas ha sido objeto de muchas explicaciones -algunas incluso convincentes-.

En suma, se han desinflado las expectativas (sobre todo las oficiales) en lo que toca a la producción: está claro ahora que el 6% y el 4%, postulados no hace mucho como promesa económica, carecían de sustento. En contraste, se han inflado sin remedio los vaticinios sobre la inflación: el fenómeno ya perdió una supuesta transitoriedad esperanzadora, y ha ganado una palpable permanencia inquietante. Esos son los rasgos preocupantes de la situación actual y de sus perspectivas cercanas.

 

El autor es profesor de Economía en EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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