Pensamientos sobre la inflación (II)

Artículo publicado en la sección Riesgo y Valor del periódico Reforma

La inflación es el fenómeno del que más se ha escrito en Economía. Friedman decía que la inflación es un impuesto sin legislación y Greenspan decía falta de oro, no hay ninguna manera para proteger tus ahorros de la inflación Si uno compró una casa en México en 1998 a 200,000 pesos (unos 30,000 litros de leche) y la vendió el año pasado en MM de pesos (unos 136,000 litros de leche de hoy bien, un rendimiento en leche de 6% anual), habrá logrado un retorno de 11% anual nominal, pero con una inflación en ese tiempo de 5.23% promedio anual, el rendimiento "real" es la diferencia entre ambos números, es decir 6.7% anual, más menos, por cierto, lo que obtenemos al traducirlo a litros de leche. La inflación se "robó" casi la mitad del retorno (de que sirve tener más dinero si no compra ya lo mismo que antes).

Si uno lograra vender esa casa sólo en 660,000 pesos hoy, aunque con un precio de más del triple, habría uno perdido todo la inflación, pues de 6.7 pesos por litro en 1998 22 hoy la leche también -y todo con ella- habría subido al triple.

La inflación "obliga" a que uno saque mucho más jugo todo activo provocando así gran presión sobre todos los mercados -y en especial, al de los sueldos. La inflación, dado que uno quiere "verdadero jugo" de sus activos, obliga la autoridad los mercados financieros a subir las tasas nominales para contrarrestarla y sobrepasarla por tanto como la tasas "reales" (ese "verdadero jugo"). Un aumento en tasas a su vez, tiene efectos destructivos sobre el valor de los activos, pues el incremento que se requiere para compensarlas requiere una inversión proporcionalmente menor en un inicio -para poder lograr un mejor retorno al final- efectivamente obligando a valorar en menos y menos al día de hoy, los precios futuros esperados de cualquier cosa, sea un bono, una acción de bolsa o un activo inmobiliario Un bono de 100 pesos al madurar en 10 años, comprará solo lo de 82 pesos de hoy, si la inflación fuera de 2% anual (con 4%, sólo 67.5 y con 6% sólo 56 pesos). Si el bono es de 30 años, una inflación de 2% le haría valer solo 55 pesos de hoy, entonces (con 4%, 31 y con 17.4 pesos, o sea, una destrucción del 82.5% de su valor!).

Con su AFORE, un trabajador en 25 años no sólo recibirá menos del 60% de su sueldo (tasa típica de reemplazo en las pensiones mexicanas), sino que la inflación le dejará con sólo unos 20 pesos "verdaderos", ya con el efecto combinado de ambos males, de cada 100 que gana hoy (si no recibiera ningún aumento de sueldo o bien, 35 pesos, si recibe el aumento promedio que ha ocurrido al salario en México en últimas décadas).

Detrás de esta inflación, hay tres seguros culpables: los márgenes de utilidad crecientes de las empresas privadas, las expectativas de la población que producen una especie de auto cumplimiento y los componentes del sector servicio como transporte, salud, seguros, por la natural inelasticidad de su oferta. Los países ricos, además, cargan con la resaca del estímulo fiscal post-Covid y también con una ola de inmigración que ha empujado la demanda Por otro lado, las armas más eficaces para cubrirse de la inflación no están ampliamente disponibles.

Los bonos que cubren contra inflación (TIPS allá o Udibonos acá), solamente representan el 8% el 25% de toda la oferta en sendos países y los insumos como el oro, el petróleo y demás, tienen un mercado total de sólo el 1% de los mercados accionarios.

El FMI ha publicado que en 100 años de historia, la inflación nunca ha regresado rápido desde picos de 9% La inflación le conviene al gobierno además, porque érosiona el valor de sus ya muy abultadas deudas. pero no puede darse el lujo de abandonar la contienda, porque el castigo es muy severo (miremos los años 80's); no obstante el castigo que impone su ataque es casi igual: según la curva de Phillips, el desempleo tendría que subir 6.5% para lograr una inflación de un 2% y eso son 5 millones de desempleados mas en Estados Unidos Este cuento no ha terminado aún, cambiemos de estrategia.


El autor es Profesor de Economía Y Finanzas de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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