Los que viven del riesgoso oficio de ser pronosticadores se refugian, ahora más que nunca, en la idea de que el futuro se vislumbra cargado de una inusual incertidumbre. La verdad es que, como decía un genial literato universal: "el futuro no solo es desconocido, es inconocible". O como admite un sociólogo mexicano: "el futuro es incógnito y nebuloso ... es indócil y no obedece el mandato de los profetas".
Hace unas semanas participé en una conversación cuyo propósito declarado era historiar prematuramente lo ocurrido en la economía mexicana en el '21, y prefigurar temerariamente las características que tendrá en el '22. Si la primera tarea era difícil, la segunda resultaba intratable. Como quiera, los reunidos insistimos en el ejercicio, a sabiendas de que no pasaría de ser un inofensivo intercambio de conjeturas.
En lo que toca al crecimiento del PIB en el '22, una apuesta estándar es que será quizá 2.5% --o sea, más o menos lo mismo que fue el promedio histórico antes de la pandemia--. Ese número, de por sí modesto, está además condicionado por factores de tipo aleatorio, como la ómicron y las reacciones restrictivas que provoca, de corte gubernamental.
Mucho más importante que lo anterior, en cuanto al largo plazo, es el hecho de que el rezago persistente de la inversión se ha traducido, con seguridad, en una baja del "crecimiento potencial" de la economía mexicana. A lo dicho, hay que añadir un elemento destacado recientemente (julio 2021) en un reporte publicado por la OECD: en una lista de 41 países, ordenados en función del PIB por hora trabajada, México ocupó el antepenúltimo lugar. La OECD agrega que, en los últimos veinte años, la brecha de la productividad laboral, con respecto al promedio de las economías de la organización, se amplió en varios países, México entre ellos. (Gracias a los cálculos del INEGI, sabemos que la "productividad total de los factores", se ha estancado).
Concluyo que no hay un 6% por venir.
El tema económico actual más comentado es la inflación. Aquí, el debate consiste en tratar de definir si el rebrote en marcha es "temporal" o "duradero". En mi opinión, y en lo que toca a México, no hay materia para la discusión: a lo largo de las dos décadas más recientes, la tasa media anual de inflación ha sido 4.3%. Esa cifra es muy superior a la meta oficial de Banxico. Así pues, está claro que, en nuestro caso: 1) el problema ha sido persistente; 2) el repunte en curso es sólo un incidente alcista adicional; y, 3) en consecuencia, la postura monetaria apropiada debe ser restrictiva. La reciente decisión de Banxico, consistente en elevar en 50 p.b. su tasa de interés, es congruente con lo apuntado.
En Estados Unidos, la tasa de inflación actual es el triple de la meta del Fed (2%). La "explicación" más común al respecto, sobre todo entre políticos y entre economistas "progresistas", es que en su origen están los "cuellos de botella" que han limitado la oferta de ciertos productos específicos. Sin embargo, ello es más bien un síntoma que una causa. La fuente de la inflación, en el sentido de un alza generalizada y persistente de los precios, ha sido, como siempre, la extrema laxitud de la política monetaria del Fed. Otra forma de decir lo mismo, con cierta delicadeza, es apuntar que ha habido un "sobre-estímulo económico" (noción que incluye, por supuesto, la histórica expansión fiscal).
Lo anterior ha sido señalado muchas veces por economistas de alto prestigio, y ha sido desestimado muchas veces por el banco central y por el Tesoro. En fecha reciente, por fin, Jerome Powell ha aceptado que la inflación en curso no es "transitoria", y ha anunciado que el Fed terminará pronto con sus inyecciones de liquidez, antes de iniciar un alza gradual pero repetida de la tasa de interés. A mi juicio, el cambio de curso es el adecuado, aunque tardío. La probabilidad de que el Fed se las ingenie para poner en práctica una "sintonía fina" de sus instrumentos es baja.
Concluyo que la inflación seguirá siendo significativa durante muchos meses por venir.
El autor es profesor de Economía en EGADE Business School.
Artículo orignalmente publicado en Reforma.