Un prestigiado periódico estadounidense preguntó, en el título reciente de una nota, por qué el Fed no ha cantado victoria contra la inflación.
La respuesta es muy sencilla: porque todavía no hay tal victoria. A este respecto, van dos apuntes que fundamentan lo dicho.
Un cuento viejo y cínico decía que para terminar una guerra difícil lo único que había que hacer es declarar que la ganaste... y abandonar el terreno. El Fed ha decidido seguir peleando. Por ello, el 26 de julio aumentó en 25 puntos base su tasa de interés de referencia. Y no cerró la posibilidad de un alza adicional. En mi opinión, esa es la postura apropiada.
Un día después, el Banco Central hizo lo mismo que el Fed.
No creo inexacto decir que allá por diciembre 2022, la expectativa más común era que el tipo de cambio terminaría este año en alguna parte entre 20 y 21 pesos por dólar. Que yo sepa, nadie (me incluyo, por supuesto) imaginó siquiera que a estas alturas del año la cotización estaría por debajo de 17 pesos.
Para explicar lo sucedido se ha echado mano de muchos argumentos. El más frecuente de todos es que la apreciación ocurrida es consecuencia de las "exageradas tasas de interés" (sic) determinadas o influidas por Banxico para combatir la inflación, tasas que exceden con mucho a las prevalecientes, digamos, en Estados Unidos.
La tesis en cuestión enfrenta dos objeciones que toman la forma de dos hechos:
Hice una comparación parecida para otros plazos, sin cambios en el resultado básico. Desde luego, el asunto merece un examen más riguroso.
Lo dicho no pretende, ni remotamente, liquidar el tema. Mi intención ha sido sólo poner en duda un punto de vista en boga.
Moraleja: Para cada problema complicado hay una explicación sencilla... que por lo común está equivocada (o, por lo menos, es incompleta).
El Fondo Monetario Internacional acaba de publicar la actualización de su reporte sobre las perspectivas económicas mundiales. Realmente sin novedad: menos crecimiento, todavía con inflación significativa.
El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.