El anuncio de la construcción de la megaplanta de Tesla en Nuevo León ha provocado un revuelo en el ámbito industrial de nuestro país. Con una inversión inicial de 1,000 millones de dólares y un potencial para alcanzar los 10,000 millones de dólares en 10 años, la noticia ha ocupado titulares en los principales medios de negocios alrededor del mundo. Pero, ¿cuáles son las razones de Elon Musk para considerar a México como parte integral de su estrategia de producción, que incluye localidades en EE. UU., China y Alemania? La respuesta está en el nearshoring, la tendencia global de manufactura que ha ido ganando tracción en los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia por Covid-19.
El nearshoring busca mitigar los riesgos asociados a las cadenas de suministro extendidas y con concentración de producción en países asiáticos, el llamado offshoring. Desde los años 60, ese modelo de manufactura perseguía reducir los costos de producción y el acceso a materias primas a expensas de elevar los costos de transporte. Esta estrategia logró grandes beneficios, como contar con una oferta amplia de productos de calidad a precios accesibles, principalmente en las industrias automotriz, electrónica y textil. Sin embargo, tras eventos como la pandemia, la guerra arancelaria entre China y EE. UU., el Brexit, la escasez de microprocesadores o el reciente conflicto entre Rusia y Ucrania, entre otros, se ha puesto de manifiesto la fragilidad de las cadenas globales de producción.
Ante esta situación, el nearshoring consiste en acercar las operaciones de manufactura a países cercanos a los lugares de consumo final. En esencia, es un proceso de reconfiguración de las cadenas de suministro globales para hacerlas menos vulnerables a disrupciones provocadas por eventos como los ya mencionados, así como de integración de los sistemas de producción aprovechando sinergias regionales y reduciendo costos de transporte y tiempos de entrega.
En consecuencia, para empresas que buscan exportar al mercado norteamericano, el mayor del mundo en términos de importaciones, México resulta altamente atractivo. Las ventajas son claras: una base de proveeduría extensa en diversas áreas, una mano de obra calificada a costos competitivos, un tratado de libre comercio con EE. UU. y Canadá muy favorable, la cercanía geográfica y zonas de manufactura integradas a las cadenas de suministro de América del Norte. Un reciente estudio del BID estima que toda la región de América Latina podría aumentar sus exportaciones, por concepto de nearshoring, en 64 mil millones de dólares, de los cuales México podría captar 35 mil.
Regresemos a nuestra historia inicial para entender mejor el proceso de nearshoring. Un automóvil de Tesla producido en China puede demorar en llegar a EE. UU. entre 4 y 6 semanas, sin contar con retrasos en puertos u otros problemas que pueden surgir. A esto se suma el tiempo de traslado a China de insumos provenientes de las propias plantas de Tesla en EE. UU., como las baterías de litio. Estos plazos se reducen significativamente al producir en México, con tiempos de traslado de 2 a 4 días por Nuevo Laredo. Pero seguramente Elon Musk no solo tomó en cuenta estos factores, sino principalmente la posibilidad de contar con un sistema integrado de manufactura regional altamente resiliente y confiable ante disrupciones globales.
La inversión anunciada por Tesla es solo una muestra del momento que vive México con el nearshoring. Otras empresas automotrices han anunciado o realizado importantes inversiones en nuestro país, como la expansión de la planta de BMW en San Luis Potosí, la ampliación de la capacidad de la planta de Nissan en Aguascalientes o la reciente planta de KIA en Nuevo León.
La industria aeroespacial es otro de los sectores que ha crecido de forma importante, con más de 350 empresas con operaciones en México. Por efecto del nearshoring, su producción puede aumentar considerablemente en los siguientes años. Los estados con mayor potencial para captar inversión extranjera directa en este sector son Baja California, Chihuahua, Nuevo León y Sonora en el norte del país, y Querétaro en el Bajío. Empresas como Boeing, Bombardier, Safran, Airbus y Honeywell han tenido un importante rol en el crecimiento de esta industria que, junto con la automotriz, pueden posicionar a México como centro de manufactura global. Otros sectores que se pueden beneficiar son los componentes electrónicos, electrodomésticos, dispositivos médicos, sector farmacéutico y las TIC.
México cuenta con ventajas competitivas importantes relacionadas con su infraestructura logística y productiva que soportan las operaciones de las grandes empresas que buscan relocalizarse en nuestro país. Tenemos una oportunidad única de lograr un crecimiento industrial sin precedentes. Sin embargo, existen grandes retos para capitalizar esta coyuntura, como se discutirá en el Tec Business Summit el próximo 26 de abril, simultáneamente, en Querétaro, Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México. El desarrollo e inversión en fuentes de energías limpias, avances en infraestructura y seguridad, sofisticación de nuestra fuerza laboral -especialmente en tecnología, logística y manufactura-, y mejoras en procesos administrativos y aduanales, son algunos de los desafíos a atender para hacer realidad este gran momento de México.
El autor es Director Nacional de Programas MBA de EGADE Business School y ponente del Tec Business Summit.
Artículo publicado originalmente en Alto Nivel.