Milei en Davos

Artículo publicado en la sección Glosas Marginales del periódico Reforma

La semana pasada dije que Javier Milei (JM) asistió al Foro Económico Mundial y que pronunció un discurso extraordinario, en el sentido literal de la palabra. A juzgar por el texto que conozco, me parece que no se apegó estrictamente a la lectura de un escrito. En total, fue una pieza oratoria, no un tratado analítico.

En lo principal, su prédica se basó en datos y tesis conocidos. Específicamente, se acepta por tirios y troyanos que en los pasados 250 años ha ocurrido un desarrollo económico espectacular, que ha permitido a la humanidad escapar de la pobreza abismal y de la muerte temprana que la acompañaron durante siglos. Ese desarrollo se ilustra por lo común con una gráfica (the hockey stick) basada en los cálculos de Angus Maddison (The World Economy: Historical Statistics). Más controversial es la idea de que tal fenómeno ha sido consecuencia de la operación del sistema capitalista (caracterizado en lo básico por la propiedad privada y los mercados libres). Dos exponentes notables y recientes de esta segunda noción han sido, entre otros, Allan Meltzer (Why Capitalism?) y Johan Norberg (The Capitalist Manifesto).

Al mismo tiempo, JM criticó no sólo los resultados reales de los experimentos colectivistas, sino también sus fundamentos éticos. El alegato es una reproducción de los argumentos típicos del pensamiento de F.A. Hayek: el intervencionismo gubernamental es "El Camino a la Servidumbre" (The Road to Serfdom)... y a la pobreza.

Para mayor apoyo de su postura, JM utilizó como ejemplo el caso clásico argentino, su auge y su caída. En el siglo XIX había razones para creer que Argentina sería una de las potencias económicas del siglo XX, pero resultó un fracaso estrepitoso. El populismo peronista es un modelo inmejorable de las erróneas políticas públicas responsables de la sucesión de crisis que ha marcado la trayectoria de ese desafortunado país. No creo exagerado decir que el problema ha sido la propensión patológica gubernamental a sobredimensionarse en todos los sentidos: presupuestal, monetario, regulatorio, impositivo, etc. La lista mínima de sus consecuencias negativas incluye la inflación; las devaluaciones; los impagos al exterior; la corrupción; el empobrecimiento; etc.

El discurso de Milei no abarcó sus principales propuestas de reforma económica: la contracción del gasto público y de los impuestos; la simplificación regulatoria; la desaparición de "empresas" del Estado; y, desde luego, la extinción del banco central. ¿Funcionarán? Quién sabe. Dependerán de lo obvio: su viabilidad política.

En total, Milei se centró en reiterar con fervor su credo libertario: los elementos esenciales para crecer son el gobierno limitado, la libertad económica y el respeto a la propiedad privada. No es precisamente la pauta de moda.

Tirole y las autoridades independientes

Jean Tirole es un economista francés que ganó el Nobel en 2014. En 2016 publicó un libro excepcional que tituló La economía del bien común, en el que dedicó varias páginas a defender la existencia en Francia de agencias independientes (económicas de otra índole), como una forma de organizar la intervención moderna del Estado en la sociedad.

A mi juicio, sus razones son convincentes. Se trata: 1.-de delegar ciertas decisiones clave en actores mejor informados que el electorado en general;y, 2.-de evitar la excesiva politización (partidización) de dichas decisiones. El ejemplo más fácil es un banco central autónomo –sin el cual, de paso, en México, no sería explicable el relativo control de la inflación–.

La idea, dice Tirole, no es nueva: "la independencia de los jueces frente a la corona británica data de… 1701, la separación de poderes está inscrita en la constitución estadounidense de 1787".
 

El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado en Reforma.

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