Un artículo reciente publicado en Bloomberg lleva un título intencionalmente provocativo: Could Mexico Be the Next Denmark? (Tyler Cowen, 19/10/21). El autor reconoce que se trata de la expresión de alguien que gusta de llevar la contraria. Sin embargo, termina diciendo que es una afirmación que "finalmente puede ser cierta". Como deseo, digo yo, esta última frase es aceptable. Pero ¿tiene base empírica?
- Para empezar, es cierto que México es una economía en desarrollo de las catalogadas como de "ingreso medio", pero su PIB por persona (en términos reales) es algo así como 30% del correspondiente a Dinamarca. Ese porcentaje no ha cambiado mucho a lo largo de los veinte años más recientes. ¿Podría México ser la siguiente Dinamarca? Difícilmente. Para el caso, la brecha en cuestión tendría que tender a reducirse, lo que necesitaría de una aceleración muy significativa de la economía mexicana, que no se prevé.
- El crecimiento económico alto y sostenido requiere, entre otras cosas, de estabilidad o, al menos, de previsibilidad en "las reglas del juego". En palabras más formales, de la vigencia del Estado de Derecho. En lo que toca a la economía, ello se traduce en el respeto a los derechos de propiedad, incluyendo, por supuesto, la validez de los contratos. ¿Cómo está México en este aspecto? No muy bien. Según World Justice Project (2021), México ocupó el lugar 113 entre 139 países evaluados. En franco contraste, Dinamarca se situó en el primer puesto. ¿Podría ser México la siguiente Dinamarca? Difícilmente. Si las reglas del juego cambian cada sexenio, el horizonte de planeación de todos los agentes económicos se acorta, en perjuicio del buen funcionamiento del sistema.
- Desde luego, la corrupción es un síntoma evidente de la debilidad de "the rule of law". En este ámbito México tampoco sale bien librado. De acuerdo con el índice que elabora y publica Transparency International, su calificación lo ubica en el lugar 124 de un total de 180 países (aun cuando ha subido de posición en los años más recientes). Dinamarca, otra vez, ocupa el primer lugar. ¿Podría ser México la siguiente Dinamarca? Difícilmente. Para abatir la corrupción se requiere la existencia de instituciones eficientes, es decir, que reduzcan los incentivos para que se origine. Las exhortaciones no bastan.
- La formación de capital, físico y humano, es una condición clave para el aumento de la productividad y, en consecuencia, del ingreso y del bienestar de la población. De acuerdo con los datos de PISA (Programme for International Student Assessment), elaborados por la OECD (Organization for Economic Cooperation and Development), México está muy abajo del promedio de los países que componen la organización. Ello ocurre en las tres materias clave: lectura, ciencias y matemáticas. Dinamarca está arriba. Más específicamente, la calificación de los estudiantes mexicanos los sitúa en el penúltimo lugar en las tres asignaturas. ¿Podría ser México la siguiente Dinamarca? Difícilmente. La educación no debe estar al arbitrio de los sindicatos de maestros, que tienen más interés en proteger los beneficios de sus agremiados que en el progreso intelectual de los educandos.
- México tiene, sin duda, como bien señala el artículo de Bloomberg, una ventaja enorme en su vecindad con Estados Unidos. Sin embargo, está claro que no la ha aprovechado a plenitud. En mi opinión, una explicación de ello ha sido la diferencia secular en la naturaleza de los sistemas económicos vigentes: al norte del Bravo se enfatiza la libertad económica; al sur, el control gubernamental. A lo anterior se agrega, según el juicio de los estudiosos del tema, la inclinación recurrente al populismo, que culmina una y otra vez en una crisis retardataria. Ese mal aqueja a América Latina en general.
Hace muchos años, Edmundo Flores, un agrónomo mexicano que devino en economista, especuló sobre la posibilidad de un México tipo escandinavo, pero más soleado, por supuesto. No era viable entonces. No es viable ahora, por desgracia.
El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.