Los bancos, la inflación y el dilema de la Fed

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales de Reforma

"Conforme reexamina la conducta de los bancos y su supervisión, la Fed no puede darse el lujo de ignorar el papel que sus propias políticas monetarias (especialmente el Quantitative Easing, QE) jugaron en la creación de las difíciles condiciones actuales". (R.G. Rajan y V.V. Acharya, "The Fed's Role in the Bank Failures", Project Syndicate, Marzo 28, 2023).

El párrafo previo sintetiza muy bien los contundentes argumentos contenidos en el artículo citado. R.G. Rajan es un distinguido profesor de finanzas en la Booth School de la Universidad de Chicago, y ha sido Gobernador del Banco de la Reserva de la India y Economista en Jefe del FMI. V.V. Acharya es profesor de economía en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York. Fue subgobernador del Banco de la Reserva de la India. (En otras palabras, saben de lo que escriben).

Rajan y Acharya (RyA) enfatizan convincentemente en la importancia de varios factores macroeconómicos que explican, en buena parte, el colapso tanto del Silicon Valley Bank (SVB) como del Signature Bank (SB).

El más importante de ellos no es realmente nuevo: cada vez que el Fed efectúa una ronda de QE, aumentan los depósitos no asegurados en el sistema bancario. La razón es muy sencilla: QE implica un aumento de la liquidez (la Fed compra valores en el mercado y paga con creación de dinero). Por ejemplo, en el caso de SVB, según los datos de RyA, los flujos de depósitos por trimestre se triplicaron de 2019 a 2022, precisamente durante el lapso en el que el QE fue aplicado como medida antidepresiva de emergencia ante la pandemia.

El problema es que cuando QE se transforma en QT, Quantitative Tightening, como tiene que ocurrir con una política antiinflacionaria, los depósitos se retiran y los bancos enfrentan una escasez de liquidez. Entonces, algunos se ven forzados a vender en el mercado parte de su posición de valores, con pérdidas, dada el alza de la tasa de interés. Esto último es la parte central de la lucha contra la inflación. En este caso, la diferencia con otros episodios restrictivos fueron la rapidez del ascenso de la tasa, y el gran tamaño y la sofisticación técnica de los depositantes del SVB y del SB. Así, el drenaje de fondos fue acelerado y la quiebra... inevitable.

A todo lo anterior se sumó la reconocida omisión de la supervisión por parte de las autoridades financieras. Está claro, dicen RyA, que los (varios) supervisores fallaron en ver la exposición al riesgo de los bancos frente al aumento de la tasa de interés. Otro aspecto de lo señalado, igualmente importante, fue que la supervisión de los bancos chicos fue menos rigurosa que la aplicada a las instituciones grandes, las cuales se sujetan a lo que se llama "pruebas de estrés", entre otras medidas preventivas. RyA agregan la hipótesis que dicho trato diferencial pudo provocar la migración de créditos más riesgosos hacia los bancos menos capitalizados.

"El resultado -concluyen RyA a la letra- es que mientras muchas vulnerabilidades en el sistema bancario fueron creadas por los propios banqueros, la Fed contribuyó también al problema". En mi opinión, los autores tratan con cierta caridad a la Fed.

Así pues, la situación actual es muy complicada: las preocupaciones sobre la estabilidad financiera sugieren la conveniencia de proveer de abundante liquidez al sistema. Al mismo tiempo, muchos analistas y participantes han planteado la necesidad de un freno a QT, e incluso una reversión de la tasa de interés. El dilema para el Fed consiste en que la inflación todavía está lejos de su meta. Cambiar de postura prolongaría la lucha en su contra y aumentaría su costo. No es una buena época para ser banquero central.

Una última reflexión, realista: "Individuos en posiciones centrales de poder, en momentos críticos, todavía marcan la diferencia en lo que toca a los resultados en la banca".
(Charles W. Calomiris y Stephen H. Haber, Fragile by Desgin. The Political Origins of Banking Crisis and Scarce Credit, 2014). Para mal y para bien.

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Janet Yellen, otrora banquera central y hoy en el Departamento del Tesoro, opina diferente. En un discurso del pasado día 30 consideró, en lo fundamental, que los eventos recientes son un recordatorio de que quizás la desregulación financiera ha ido demasiado lejos. Ni una palabra sobre las distorsiones generadas por una política monetaria expansiva en exceso.
 
El autor es profesor de Economía de EGADE, Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.
 

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