Ley, Orden y Economía en México

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales del periódico Reforma

Hace unos 250 años (!), Adam Smith, el indiscutible Padre de la Economía, publicó la que es quizá la fórmula más clara para inducir el desarrollo económico de una nación. "No hay más requisitos para llevar a un Estado al más alto grado de opulencia, a partir de la mayor barbarie, que la paz, unos impuestos sencillos y una tolerable administración de la justicia". Vale recordar que la obra cumbre de Smith lleva por título completo Una Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones.

La validez de dicha combinación es evidente: en una situación de guerra con el exterior, o de un conflicto interno, la destrucción inevitable hace difícil, si no es que imposible, el progreso económico. Por ende, en tales condiciones, el gobierno establece sobre la población, directa o indirectamente (deuda) impuestos onerosos, que reducen la capacidad de consumo de las familias y de inversión de las empresas. Aun en ausencia de conflictos bélicos, la existencia de un sistema tributario indebidamente complejo y gravoso representa, sin duda, un obstáculo al crecimiento. El último ingrediente de la receta de Smith, en lenguaje moderno, significa simplemente la vigencia del Estado de Derecho.

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En fecha reciente, Gallup publicó un documento anual que titula Global Law and Order. Se trata de un reporte que contiene un índice construido a partir de cuatro preguntas que intentan medir el sentir de la gente sobre su seguridad personal. Las preguntas referidas son directas:1) en la ciudad en que vive, ¿tiene confianza en la policía local?; 2) ¿se siente seguro al caminar solo de noche?; 3) en los pasados doce meses, ¿usted o algún miembro de su familia ha sido robado?; y, 4) en los pasados doce meses, ¿ha sido asaltado? La muestra, dice Gallup, cubrió a 120,000 personas en 115 países, y fue realizada durante 2020.

Los resultados del ejercicio citado son más que interesantes. Los cinco países con mejor índice fueron: Noruega, Emiratos Árabes Unidos, China, Suiza y Finlandia. Los cinco al final de la lista fueron: Camerún, Uganda, Guinea, Gabón y... Venezuela. Sin sorpresa, los de arriba son todos países "ricos", tres de ellos, europeos; los de abajo son todos países "pobres", cuatro de ellos, africanos, al sur del Sahara. La República Bolivariana de Venezuela tiene la triste distinción de ocupar el último lugar de la nómina.

¿Dónde se encuentra México en lista en cuestión? En el lugar 103, una posición no muy honrosa que digamos.

Dos subíndices de la encuesta merecen un comentario adicional. En cuanto a la confianza en la policía local, a nivel mundial el cociente es 71%; en México es sólo 38% (40% en 2019); en Venezuela es 26%. En lo que toca a caminar sin compañía, la cifra es 93% en Noruega; en México es únicamente 42%.

Los datos anteriores pueden parecer exagerados, pero los que produce y difunde el INEGI sobre la cuestión definen, en general, un panorama inquietantemente similar. Aquí va una muestra: según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, 65% de la población adulta consideró que es inseguro vivir en su ciudad.

Vuelvo a la economía del tema. El crecimiento económico alto y sostenido depende de la existencia, acumulación y uso eficiente de los recursos productivos. Entre ellos, del capital humano y material. Así pues, si la integridad física y patrimonial de la población en general, y de los individuos en particular, no está a salvo de agresores y depredadores, es obvio que uno de sus resultados será el estancamiento o, en el mejor de los casos, un progreso raquítico.

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Hace algunos años (décadas, en realidad), en el contexto de una plática masiva con estudiantes de la economía del sector público, un alumno me preguntó cuáles eran las funciones básicas del gobierno. Le di una respuesta estándar (clásica): proteger los derechos humanos elementales, que incluyen el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Agregué que el Estado mexicano no cumplía adecuadamente con ellas. Con pena, no he cambiado de opinión. La realidad me lo ha impedido.

El autor es profesor de Economía en EGADE, Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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