Las sorpresas de la economía... y de Banxico

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales del periódico Reforma

He leído en alguna parte, con cierto nerviosismo anticipatorio, que la cuarta fosa en el octavo círculo del infierno dantesco será el "domicilio final" de magos y adivinadores. Menos cruel que Dante, Borges advirtió, en Sur, que "Traficar en consejos y en profecías es peligroso, cuando no impertinente".

Lo ocurrido en los primeros meses de este año presta base, sin duda, a la noción borgiana del peligro en que incurren quienes se dedican a elaborar profecías --disfrazadas en los tiempos modernos con el nombre de "pronósticos"; también se denominan "expectativas", quizá con más cuidado--.

Sea como fuere en la literatura, lo cierto es que, en la práctica, en lo que toca al curso reciente de la inflación, la realidad mexicana no ha sido muy bondadosa con los explicables esfuerzos por "pronosticarla".

En la gráfica que se incluye en esta nota se presentan dos líneas. La negra corresponde a la "expectativa" de inflación, definida como el promedio aritmético de lo anticipado por un grupo de analistas, según resulta de una encuesta mensual. La roja, describe lo que efectivamente ocurrió. Así, por ejemplo, de acuerdo con la encuesta de diciembre 2020, la inflación esperada para el mes siguiente, enero 2021, sería 0.44%; en realidad, fue casi el doble 0.86%. El resto de la ilustración se dibujó de manera similar. En la extrema derecha, la gráfica dice que la expectativa de inflación para julio fue 0.34%; en unos cuantos días veremos qué tan aproximada será esa cifra con respecto al número oficial calculado por INEGI.

El recuento anterior no tiene como propósito destacar errores. Más bien, su intención es simplemente poner de relieve que este año se ha caracterizado por una sucesión de sucesos sorpresivos. Específicamente, es patente que la trayectoria vigorosa de la inflación ha excedido los augurios de los expertos --tanto del sector privado como del público--. Desde luego, ya conocidos los hechos, no han faltado las explicaciones (los "choques de oferta", entre otras).

En mi sesgada opinión de exbanquero central, las consideraciones previas sirven acaso para enmarcar la "sorpresiva" decisión de Banxico (24 de junio), que consistió en aumentar en un modesto ¼ de punto porcentual su tasa de interés objetivo. Este movimiento provocó algunas declaraciones acaloradas, poco usuales.

A mi juicio, la medida tomada por Banxico fue muy apropiada, y resultaría lógico que significara sólo el inicio de una serie de incrementos adicionales de la tasa objetivo. ¿Por qué? Porque hay razones para pensar que las presiones inflacionarias, presentes tanto en la economía mundial como en la mexicana, pueden ser más duraderas que "transitorias". Ello, sobre todo, tomando en cuenta la enorme laxitud monetaria y la anormal expansión fiscal que hoy definen a la economía global.

La actitud prudente en un banco central es combatir temprano la aparición de un proceso inflacionario. Esperar a verlo consolidado, para intentar entonces abatirlo, resulta tardío y costoso.

En suma, es útil recordar una frase atribuida a Keynes. En respuesta a un cuestionamiento sobre la inconstancia de sus juicios, respondió: "Cuando las circunstancias cambian, yo cambio de opinión. ¿Usted, caballero, qué hace?".

El autor es profesor de Economía en EGADE Business School.

Artículo originalmente publicado en Reforma.

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