La oreja de Nerón

Artículo publicado originalmente en la sección Riesgo y Valor del periódico Reforma

Había un perro con ese nombre en la cuadra de mi ninez. Era fiero y veloz al menos una vez me tiró de mi bici a ladridos, un weimaraner gris del que me quedaron mixtos recuerdos. Muy pocas personas en el mundo y más aún en México llevan ese nombre, debido al infame emperador romano que la historia ha juzgado de forma abrumadoramente negativa. Por el contrario, Pablo (a quien aquel mandó matar) es uno de los nombres más populares en el mundo (Picasso, McCartney, Neruda). Hay también una iglesia con ese nombre prácticamente en cada gran ciudad, destacando la que está en Londres, y la gran urbe brasileña (Sao Paulo) lo exhibe igualmente.

Nerón el emperador, hijo único, tuvo una vida desordenada y tiránica, mostrando alta desintegración moral, derrochando en fiestas, grandes obras de construcción y espectáculos, dejando con ello al imperio en grave deuda pública. Descrito por los historiadores como perverso, autoindulgente, compulsivo y corrupto, algunos le adjudican a él el gran incendio de Roma en el año 64 d.C., pues en sus ruinas comenzó la edificación de un gran palacio.

Culpó de ello a los cristianos, persiguiéndolos y martirizándolos hasta la muerte. En los últimos años de su reinado perdió el apoyo del Senado, el ejército y el pueblo y en el exilio muere a los 30 años por su propia mano.

Su padre murió cuando él tenía tres años. Envenena y mata su hermanastro, un rival al trono. Manda asesinar su madre Agripina (hermana de Calígula, otro tirano). Se divorcia manda matar su primera esposa Octavia.

Varias fuentes de alta credibilidad han comparado a Donald Trump con Nerón. Una de ellas es el diario JSTOR citando que su necesidad constante de aprobación y admiración, manipulando la percepción pública en sus eventos, conduce a sus grupos de seguidores a respuestas entusiastas, táctica que recuerda las prácticas del romano. Otras fuentes (The National Interest, aunque con orientación conservadora) mencionan que Trump muestra desprecio por las instituciones democráticas (así como Nerón se caracterizó por su desprecio hacia el Senado y una concentración del poder en sí mismo) tomando decisiones unilaterales y eludiendo el debido proceso legal y citan como ejemplo su papel en la insurrección del de enero del 2021.

El derroche, la desintegración moral y la corrupción de Trump reflejada en sus acusaciones, sus dos juicios políticos y su potencial proceso de encarcelamiento, completan el trazo.

El drama que ha rodeado su atentado hace unos días solamente realza el alto perfil que este personaje arrastra consigo a donde quiera que vaya y ahora, que lo más probable es que gane la elección en 2024, podemos esperar el mismo calibre teatral del anterior y rasgos en común con la historia del citado emperador.

El pueblo americano parece dar la bienvenida a tales novelas, pues se venden y se observan "vendas de oreja" como amuleto para celebrar la escapatoria reciente.

Mi opinión es que la comparación es algo exagerada, pero el solo hecho de que se antoje hacerla, nos pone a los mexicanos en grave alerta. Su discurso hacia nuestro pueblo será altisonante y en su carácter compulsivo es muy probable que veamos actos como el de hace unos días en contra de los capos mexicanos y desplantes del mismo tono aplicados otros aspectos de la vida política y económica de nuestro país.

Nuestra pobre moneda es el saco de boxeo de todos estos riesgos y su valor soporta los terrores que surgen en todos estos episodios, presentes y futuros. Debemos descontar entonces una volatilidad al menos igual a la vivida en el 2016-2017 (cuando se fue de 13 pesos en 2014 a tocar los 22 en 2016, para luego regresar debajo de 18 antes de AMLO, quien lo condujo casi 21, aunado además la que le toca sortear a nuestra divisa por las razones naturales, como un diferencial de tasas de interés, cuya defensa hemos gozado hasta ahora, mas las sorpresas que tenga el régimen de izquierda que nos toca encarar en este sexenio. Nuestro México ha sido resiliente siempre, pero hay que planear para sortear alta volatilidad cambiaria por un par de años cuando menos.

El autor es Profesor de Economía Finanzas de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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