Dos notas económicas al voleo (o casi)
Lo bueno de la cifra de inflación general correspondiente a abril 2023 (6.25%) es que resultó la más baja desde agosto del año pasado. Lo malo es que, como dijo con tersura un reportero, "aún se ubica por encima de la meta puntual de 3% de Banxico". Para ser más claros: es más del doble de la meta. Y ello, sin enfatizar el hecho de que la inflación subyacente - -que excluye los precios de los alimentos y de los energéticos- - se situó en 7.67%. Lo anterior es motivo de cierto optimismo reservado, pero no de complacencia.
Ya lo he dicho muchas veces: no es tiempo de aflojar la política monetaria. Vaya, creo que ni siquiera de detener el alza. El Fed no lo hizo. El Banco de Inglaterra tampoco. Son buenos ejemplos, para variar. (Gráfico)
Las expectativas de inflación (de los analistas) han disminuido. Por tanto, dicen algunos, es conveniente pausar la política monetaria. No estoy de acuerdo: las expectativas han mejorado porque la política ha sido restrictiva; si se afloja, se revertirán. Ya veremos el día 18.
La calificadora nos preocupó hace poco con una larga y ominosa lista de riesgos para los inversionistas en América Latina (El Norte, 08/05/23). Inquietantes no por nuevos, sino precisamente por persistentes. Aquí van los principales, por si han escapado a la atención del lector. Aclaro que omití el entrecomillado, y que los redacté y acomodé a mi discreción.
De lo listado por Moody's, destaco dos puntos graves: a) la inseguridad; y, b) la corrupción y la debilidad de las instituciones. Los demás son quizá resultantes de dicho par: cambios negativos en la política económica; volatilidad financiera; poco crecimiento económico; intranquilidad social y política.
En 2010, Sebastián Edwards publicó un libro que tituló Left Behind: Latin America and the False Promise of Populism. A través de los años, dijo Edwards, los gobiernos de la región han sofocado el desarrollo económico. ¿Cómo? En resumen, con políticas económicas erróneas y con la tolerancia de la corrupción. Así pues, casi un cuarto de siglo después, what else is new?
Releí recientemente un comentario que publiqué en 2018. Lo copio (en cursivas) a la letra, admirando la capacidad analítica (y profética) de los autores que cito. Mis lectores seguramente conocen la obra aludida, pero me pareció pertinente recordarla.
Allá por el viernes 4 de mayo, un fino amigo mío me hizo llegar tres libros muy prometedores. Leí uno de ellos durante el fin de semana siguiente. Se trata de una obra de dos profesores de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt (L&Z). El título del libro referido es muy inquietante: How Democracies Die (Crown Publishing Company, 2018).
Apenas en las pp. 21-22, L&Z presentan "un conjunto de cuatro señales de advertencia que pueden ayudarnos a reconocer a un autoritario cuando lo vemos... 1) rechaza, en las palabras o en las acciones, las reglas del juego democrático, 2) niega la legitimidad de los oponentes, 3) tolera o alienta la violencia o, 4) indica una disposición a restringir las libertades civiles de los oponentes, incluyendo los medios.
Un político que cumple siquiera uno de esos criterios es causa de preocupación. ¿Qué clase de candidatos tienden a dar positivo en una prueba decisiva (litmus test) de autoritarismo? Muy frecuentemente, los populistas... son políticos contrarios a lo establecido, figuras que reclaman representar la voz del 'pueblo', que guerrean con la que describen como una élite corrupta y conspiradora. Los populistas tienden a negar la legitimidad de los partidos establecidos, atacándolos como antidemocráticos y aun antipatrióticos. Dicen a los votantes que el sistema existente no es realidad una democracia, sino que ha sido secuestrado, corrompido y amañado por la élite. Y prometen enterrar a la élite y regresar el poder al 'pueblo'".
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En 2019, Angela Merkel advertía a los graduados en Harvard: "Nuestras libertades individuales no son un don. La democracia no está garantizada, la paz tampoco, ni la prosperidad". Algo sabía, la extraordinaria Canciller de Alemania.
El autor es profesor de Economía de EGADE, Business School.
Artículo publicado originlamente en Reforma.