El 23 de agosto, Jerome Powell, el presidente (Chair) del banco central de Estados Unidos, presentó un discurso muy importante en el famoso simposio organizado anualmente por el Banco de la Reserva Federal de Kansas City, en Jackson Hole, Wyoming.
Su relevancia no consistió del todo en el anuncio, totalmente esperado, de que (sic) "Ha llegado el tiempo de ajustar la política"; esto es, de iniciar una baja de la tasa de interés de referencia del Fed. Powell agregó a lo dicho una advertencia elusiva: "La dirección del viaje está clara -dijo- y el momento y el paso de la reducción de la tasa dependerá de los datos siguientes, de la evolución del entorno y del balance de riesgos". En otras palabras, ya veremos cuándo y cuánto, es decir, según vengan las cosas. (Pues sí... muy clara).
En todo caso, "el mercado" espera, creo que en general, que el Fed reduzca su tasa en 1⁄4 de punto porcentual en su reunión de septiembre 18. ¿Por qué? Porque Powell expresó su confianza en que la inflación está en camino hacia el objetivo del 2%, mientras que la tasa de desempleo ha venido subiendo. ¿Qué sigue? Según "los enterados", quizás una pausa y, luego, varias bajas, hasta llevar la tasa a algo así como 3.5-4.0% al final de 2025. Desde luego, tales "previsiones" no pasan de ser adivinanzas educadas.
El discurso incluyó el reconocimiento de que, allá por el 2021, frente al aumento abrupto de la inflación, el Fed se equivocó al calificarlo de "transitorio". Como quiera, Powell alegó que el error de diagnóstico -y de "pronóstico"- se cometió con la compañía intelectual de muchos académicos notables, y en concordancia con la práctica de otros bancos centrales.
En 2022 la inflación rebasó el 7% y, entonces, el Fed abandonó la hipótesis de la transitoriedad del problema y se embarcó en un alza rápida de su tasa de interés de referencia, llevándola en 2023 hasta 5.3% (effective) en agosto 2023. Tal es su nivel actual.
En cuanto a las causas del abrupto ascenso de la inflación, Powell repitió el listado que se ha transformado en estándar: restricciones de oferta debidas al Covid-19; políticas públicas estimulantes; demanda de consumo expandida después de la contención (pent up) asociada con la pandemia; etc. Nada nuevo.
Desde luego, Powell no se detuvo a detallar la naturaleza específica de las políticas públicas gubernamentales adoptadas: por un lado, el efecto contraccionista del cierre de establecimientos y del confinamiento de la población; y, por otro, el enorme impacto expansivo tanto del alza extraordinaria del gasto público como de la excepcional laxitud monetaria. Vale recordar que de 2017 a 2023, el gasto público aumentó 20 puntos porcentuales en relación con el PIB; y que, del inicio de 2020 a la mitad de 2022, la cantidad de dinero en la economía se multiplicó por un factor de cinco.
En contraste, Powell se ocupó de explicar por qué la inflación ha descendido, a pesar de la todavía notable robustez del mercado de trabajo. Su tesis es la siguiente: "Un resultado (takeaway) importante de la experiencia reciente es que las expectativas inflacionarias (de las empresas y de las familias) bien ancladas, reforzadas por acciones vigorosas del banco central, pueden facilitar la desinflación, sin la necesidad de un aflojamiento (slack)" de la actividad económica. Se apoyó al respecto en la opinión de ciertos distinguidos economistas. (Claro, el papel de las expectativas sería más entendible si supiéramos de veras: 1.-cómo se forman; y, 2.-cómo medirlas).
Lo anterior es interesante porque, en septiembre 2021, un ensayo de la autoría de un economista del propio Fed concluyó lo siguiente, a la letra: "Los economistas y las autoridades piensan que las expectativas... son un determinante clave de la inflación actual. Una revisión de la literatura teórica y empírica sugiere que esta creencia descansa sobre bases muy vacilantes, y argumenta que adherirse a ella acríticamente puede fácilmente conducir a serios errores de política". [Jeremy B. Rudd, Why Do We Think That Inflation Expectations Matter for Inflation? (And Should We?)].
En fin, vale notar que, al cierre de su discurso, Powell reconoció con modestia "los límites de nuestro conocimiento... lo que demanda humildad y un espíritu cuestionador...". Tiene razón, por supuesto. Le faltó agregar que demanda también prudencia, una virtud que ha escaseado en el Fed.
El autor es profesor de Economía en la EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente