La CEPAL, la IED y México: algunos datos y algunas críticas

Artículo publicado originalmente en la sección Glosas Marginales del periódico Reforma

"Facilitar la inversión privada y la relocalización de inversión extranjera". C. Sheinbaum, 15/08/24 


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) acaba de publicar un reporte extenso e informativo sobre la inversión extranjera (IED) en la región (La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe, 2024).

El resumen ejecutivo correspondiente comienza con una frase dramática, aunque no precisamente ejemplar en su sintaxis.

"América Latina el Caribe -dice a la letra- se encuentra en una crisis del desarrollo que se expresa en tres grandes trampas: una trampa de baja capacidad para crecer, caracterizada por un crecimiento económico bajo, volátil, excluyente y no sostenible, una trampa de alta desigualdad, con baja movilidad y cohesión social y una trampa de baja capacidad institucional y de gobernanza poco efectiva".

Para ser franco, ninguna de las tres llamadas "trampas" es nueva. (Ni siquiera son trampas, en el sentido literal). El crecimiento económico lento, la pronunciada desigualdad y la inefectividad gubernamental han sido características de esta desafortunada parte del mundo durante muchas (muchas) décadas. A mi juicio, las dos primeras son. en buena medida, el resultado de la tercera. En efecto, la combinación de un marco institucional ineficiente, con políticas públicas inapropiadas, constituye la receta estándar e infalible para generar un subdesarrollo económico desigual.

En todo caso, la CEPAL argumenta que la IED puede constituir ahora una fuerza significativa para escapar de las "trampas" referidas. Así pues, presenta una lista de 17 "Lineamientos para la formulación el fortalecimiento de las políticas de atracción de inversión extranjera directa (IED)". Me ocuparé de algunos de ellos mas adelante.

Antes, es importante mencionar varias cifras relevantes, según las estimaciones de la propia CEPAL Con mucho, los dos países más importantes como receptores de IED en América Latina han sido Brasil y México. En promedio anual, entre 2013 y 2017, Brasil recibió un poco más de 74,000 millones de dólares; mientras que México recibió algo así como la mitad, 37,500 millones. En 2023, Brasil captó el 35% del total de la región; México, el 16%.

En los años siguientes, el flujo destinado a Brasil bajó temporalmente, al parecer afectado por la pandemia.

Como quiera, la situación general no ha cambiado en lo sustantivo, como se aprecia en la ilustración. A lo largo del sexenio más reciente, el promedio anual de IED en México fue 34,000 millones de dólares en números redondos, 9% menos que el promedio correspondiente al quinquenio previo.


En tales datos no se aprecia (¡todavía!) el efecto de la anunciada y esperanzadora relocalización internacional de la actividad económica.

En el prolijo listado de la CEPAL sobre "las políticas de atracción de IED", sobresalen dos, a mi juicio: Garantizar "un marco regulatorio claro predecible para los inversionistas".

Por supuesto, es difícil exagerar la reiterada importancia de este elemento en la promoción de la inversión extranjera y nacional.

Fomentar la inversión en investigación y desarrollo, a fin de propiciar la transferencia y adaptación de la tecnología entre las partes involucradas, y la capacidad de innovación del país receptor de IE.

Esta recomendación repite una noción conocida de sobra: un desarrollo económico alto y sostenido depende del progreso tecnológico.

De paso: la CEPAL anunció la semana pasada que el PIB real de MéxiCO crecerá 1.9% este año y 1.4% en 2025. Sus "pronósticos" se asemejan los producidos por otras instituciones. Obviamente, son malos augurios. Así pues, parece que este sexenio terminará como empezó: muy lejos del 4%, ya no digamos del 6%, y el próximo no arrancará con dinamismo.
 

El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma

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