FMI: Proyecciones y recomendaciones cuestionables

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales del periódico Reforma

Un reporte muy reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la economía de México concluye que el PIB real crecerá este año 6.2%, y 4% el próximo (Mexico: Staff Concluding Statement of the 2021 Article IV Mission). El rebote es consecuencia, dice el texto, del impulso derivado de la recuperación de Estados Unidos y de la aplicación de vacunas contra el Covid-19. Las autoridades, agrega, han sido exitosas en mantener la estabilidad externa, financiera y fiscal. Como quiera, señala el informe, "los niveles de pobreza, de por sí altos, han aumentado". Y la tendencia al deterioro relativo secular entre el ingreso per cápita de México y el de Estados Unidos ha persistido... y continuará.

Nada de lo anterior es realmente nuevo. Tampoco es nueva la relación de riesgos que presenta el futuro "previsible".

Lo más interesante del reporte está en la sección dedicada a las políticas públicas:

  1. En lo que se refiere a la política fiscal, el FMI sugiere cambiar la postura "conservadora" actual por una "más acomodaticia" en 2022:
    a) Específicamente, propone aumentar el gasto público en 3 puntos porcentuales del PIB; 1.5 p.p. en 2022 y 1.5 p.p. en el bienio siguiente. ¿Para qué? Para aliviar la pobreza, fomentar la educación y la salud, y aumentar la "inversión pública de calidad" (sic). Esto último requiere de análisis rigurosos de costo/beneficio y, entre otras cosas, "posponer los planes de nuevas refinerías" (sic, otra vez).
    b) Para pagar las erogaciones adicionales, el FMI plantea, por supuesto, un aumento de la carga impositiva (entre 3 y 4 p.p. del PIB), argumentando, como siempre, que la recaudación tributaria en México es muy baja en comparación con países similares de América Latina. (Esta línea de discurso es bastante débil, considerando que los países en cuestión no son precisamente ejemplares en materia de crecimiento, eficiencia y bienestar). El FMI no sugiere nuevos impuestos. Le basta (!) con plantear un aumento de la base del ISR; eliminar la tasa cero y las tasas preferenciales fronterizas del IVA; actualizar el catastro del impuesto predial; reformar el régimen de impuestos a la minería; y, reformular el impuesto especial sobre la gasolina.
     
  2. En cuanto a la política monetaria, el FMI intenta, infructuosamente, un balance entre dos consideraciones:
    a) Por un lado, repite la opinión complaciente según la cual el ascenso de la inflación es transitorio, causado por factores externos y por desbalances pospandemia entre oferta y demanda.
    b) Por el otro, reconoce que los costos de un aumento de la tasa de interés son "relativamente modestos", comparados con los que se incurrirán si las expectativas inflacionarias aumentan.
    En total, el FMI recomienda "un enfoque paciente" para la política monetaria -es decir, tolerante de la inflación-. Sin embargo, dicho lo anterior, agrega: "Un paso un tanto más rápido de apretamiento (alza de tasas) podría ser necesario si las expectativas de inflación de mediano plazo empiezan a subir".
    Mientras el FMI titubea, las alegadas presiones "transitorias" han venido alargando en general su existencia, dando lugar a la noción de que Banxico aumentará de nueva cuenta su tasa de interés de referencia. (En Estados Unidos, de hecho, el mero cambio reciente de tono del Fed implica reconocer que se equivocó en su interpretación inicial del repunte de la inflación.)
     
  3. La política cambiaria motiva apenas un escueto párrafo en el reporte del FMI. Y no dice otra cosa que lo postulado (y efectuado) desde hace muchos años por las autoridades: la flexibilidad del tipo de cambio debe mantenerse, y las intervenciones oficiales deben limitarse a casos de "condiciones desordenas del mercado".

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Finalmente, llama la atención que el FMI se ocupe con preocupación del tema de la corrupción en el sector público y, al mismo tiempo, favorezca su agrandamiento. Como si las dos cosas estuvieran disociadas.

El autor es profesor de Economía de EGADE, Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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