Bernard Sanders (BS) es un senador estadounidense por Vermont, autodefinido como 'socialista" (pero democrático). Aspiró a la candidatura a la presidencia por el Partido Demócrata en 2016, y fue derrotado por Hillary Clinton.
Hace poco, BS presentó un plan para modificar las tasas del impuesto sobre las herencias. La tasa (marginal máxima) actual en Estados Unidos es 40%. BS propone tasas que van desde 45% hasta 77%, según el valor de lo transmitido. El 77% se aplicaría a las herencias superiores en monto a $1,000 millones de dólares. La propuesta, dijo BS, cerraría agujeros que han permitido a familias multimillonarias pasar fortunas de una generación a otra sin pagar "su parte justa de impuestos". Hoy día, el gravamen genera menos del 1% del total de los ingresos tributarios federales.
BS quiere aumentar la tasa del impuesto para apoyar las finanzas de los sistemas de seguridad social y de salud. En ambos casos, los ingresos corrientes son inferiores a sus egresos, y sus obligaciones futuras no está debidamente fondeadas.
La propuesta de BS no es novedad. Cuarenta años atrás, la tasa era precisamente 77%. Desde entonces ha tenido muchos cambios, tendiendo en general a descender. El impuesto siempre ha sido objeto de debates muy intensos. La discusión se centra frecuentemente en los efectos que tiene (o que puede tener) el gravamen sobre el ahorro, el esfuerzo productivo y la asunción de riesgos. En otras palabras, sobre sus consecuencias para el crecimiento económico.
Sus críticos sostienen que penaliza virtudes como la austeridad, el trabajo duro, la innovación y la propensión a emprender. Por tanto, que daña las fuentes del progreso material. También, que constituye una forma de doble tributación. Esto último apela al sentido común. La riqueza a ser heredada es simplemente el resultado de la acumulación del ahorro, el cual, a su vez, proviene de ingresos que fueron gravados cuando se generaron. En palabras llanas: para empezar, usted gana cierto ingreso; sea cual sea su fuente, el fisco se lleva una parte significativa; de lo que le queda, usted ahorra una porción; cuando se muere (y la probabilidad al respecto es uno), el fisco se apropia otra fracción.
Quienes abogan por el impuesto argumentan que la riqueza de los que ocupan la punta de la pirámide es heredada, es decir, que no es producto de los merecimientos de quien la posee. En consecuencia, concluyen que no tendría efectos desalentadores. Entre quienes enfatizan este aspecto se encuentra Thomas Pikkety (Capital in the TwentyFirst Century), seguramente el más influyente de ellos. Sin embargo, la evidencia empírica dice otra cosa: por ejemplo, en Estados Unidos, según los datos oficiales del IRS (el "equivalente" del SAT mexicano), de la famosa lista de Forbes de los 400 billonarios, menos del 15% heredó su riqueza. Otro argumento en favor sostiene que los alegados efectos negativos del impuesto sobre los incentivos a ahorrar, a emprender, a trabajar no son perceptibles en el corto plazo. No obstante, quienes lo plantean admiten que no se sabe mucho sobre las consecuencias de largo plazo -que son las importantes.
El debate sobre el impuesto no puede resolverse del todo, porque las diferencias de opinión terminan siendo desavenencias filosóficas. Por ejemplo, ¿qué quiere decir, exactamente, "su parte justa de impuestos" (BS dixit). Al respecto, es importante notar que los datos disponibles (Congressional Budget Office; The Distribution of Household Income; nov. 2018) muestran que el 20% de los causantes con ingresos más alto paga cerca del 27% de su ingreso en impuestos. (El 5% más alto paga 29%; y el 1% más alto 33%). El 20% más bajo paga un poco más de 1.5%. En total, es razonable concluir que el sistema tributario es progresivo. ¿Debería ser más progresivo para ser "justo" Quién sabe.
En todo caso, la redistribución del ingreso que se pretende con el impuesto en cuestión --de los más ricos a los más pobres-- es dudosa. Lo que es incuestionable es que el gravamen redistribuye el poder de los individuos al Estado. Este es el punto clave.
No creo que la propuesta de BS tenga mucho futuro, a pesar de que la apoya la también socialista Alexandria Ocasio-Cortez —o quizá por ello mismo--. Vale notar que, Suecia y Noruega, dos países con reputación de ser ejemplos del "socialismo democrático", no tienen un impuesto sobre las herencias. BS acaba de anunciar que aspirará otra vez a la candidatura del Partido Demócrata a la presidencia en 2020.
Publicado originalmente en Reforma.