La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) publicó hace unos días (septiembre 16) un reporte preliminar sobre la economía mundial, que tituló prudentemente Coronavirus: Vivir con Incertidumbre. De hecho, siempre ha sido así. Un viejo refrán --atribuido a Benjamín Franklin, entre otros-- dice que en este mundo nada puede decirse que sea seguro, excepto la muerte y los impuestos. En realidad, lo que la OCDE plantea es que la infame pandemia ha elevado la incertidumbre en forma extraordinaria. En este sentido, tiene razón de sobra.
El reporte referido resultó un poco menos pesimista que su inmediato anterior (fechado en junio), lo que no es mucho decir. Reconociendo los riegos variados que se enfrentan, la institución se atreve a "pronosticar" un "rebote" de la actividad económica en general para el próximo año. Algunos de los números que presenta quizá merecen destacarse, aunque sea brevemente.
Veamos, por ejemplo, el caso de la India: su PIB real creció 4.2% en 2019, pero la OCDE calcula que caerá 10.2% este año. Lo notable consiste en que la proyección para 2021 es 10.7%. Las cifras correspondientes a China, el otro gigante asiático, son también significativas: 6.1%, 1.8%, 8.0%. Toda proporción guardada, un patrón parecido se "prevé" para otros países, incluido Estados Unidos: 2.2%, -3.8%, 4.0%.
Bien considerado, el "rebote" imaginado tiene lógica: como se sabe, el desplome fue ocasionado mayormente por el cierre forzado de la producción, y por el confinamiento de la población. Así pues, si ambas restricciones se moderan, un repunte es la consecuencia "natural".
Las economías latinoamericanas han sido muy dañadas por el virus, y la OCDE no ve favorable su futuro inmediato. ¿Por qué? Por la combinación de varios factores negativos: la contracción del comercio internacional, que ha traído consigo una caída de los precios de las materias primas; el derrumbe del turismo; el reducido espacio fiscal disponible para medidas anticíclicas; la fragilidad de los sistemas de salud; el tamaño de la economía informal; etcétera. En otras palabras, por su vulnerabilidad externa y por sus debilidades internas. Un relato que se repite en lo fundamental, crisis tras crisis.
El cuadro que sigue resume la perspectiva del organismo sobre cuatro países importantes de la región. Si bien hay que tomar las cifras a futuro "con un grano de sal", como sugerían los clásicos, está claro que Argentina y México serán los más afectados. Desde luego, la cuestión de Venezuela es materia aparte: la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) calcula que el PIB real bajará 26% en 2020.
Frente a la enormidad del problema, algunos especialistas han reiterado una lista de respuestas ya conocidas, empezando por lo obvio: saber más sobre la enfermedad, pero con rigor científico. Otro ingrediente esencial es la recuperación de la confianza, tal como lo enfatiza la OCDE.
En México, el "rebote" sería menos lento y más firme si se contara con datos "duros" de veras, y si el ambiente fuera propicio para la toma eficiente de decisiones por parte de los particulares. Pero, ...
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El Inegi nos informó recientemente que la inversión privada cayó 37% en el segundo trimestre de este año, con respecto a su nivel en 2019. No es buen augurio para el crecimiento potencial de México.
Publicado originalmente en Reforma.