El extraordinario crecimiento económico mundial del pasado medio siglo ha permitido que más de 1,000 millones de personas hayan escapado de la pobreza extrema. Los expertos en desarrollo económico atribuyen lo ocurrido, entre otros factores, a la liberalización del comercio internacional. Como cuestión empírica, la orientación exportadora ha sido una característica distintiva de todas las "economías emergentes" que han crecido con rapidez. El ejemplo por excelencia de ello es China. El episodio no podría haber sucedido sin la reducción de barreras a la importación --la apertura comercial-- por parte de los países desarrollados. El proceso se tradujo en una multiplicación por tres del volumen del comercio entre naciones, expresado como fracción del PIB global. Si vamos más atrás en la historia, en términos de volumen, dice la Organización Mundial del Comercio (OMC), el intercambio es cuarenta veces mayor que el correspondiente a 1950.
Sin embargo, en el pasado reciente el dinamismo del comercio mundial se ha reducido, conforme han resurgido las medidas proteccionistas, sobre todo en Estados Unidos. Además, en este "año horrible" el comercio ha caído abruptamente, a consecuencia de la parálisis de la actividad económica vinculada al Covid-19. Según la OMC, en el segundo trimestre de 2020 el comercio bajó 14%, en relación con el mismo periodo del año previo.
Asesorado por Peter Navarro (formalmente Director of Trade and Manufacturing Policy), D. Trump ha enfocado su política de comercio exterior en tratar de reducir el déficit de Estados Unidos en el comercio exterior de bienes (importaciones menos exportaciones). Sus blancos específicos desde su campaña en 2016 fueron China y México. De ahí derivó la llamada "guerra comercial" con el primero y la renegociación del TLCAN con el segundo. La "guerra" aludida sigue en pie, y el acuerdo renovado ahora se llama T-MEC. Las cifras oficiales de la Oficina del Censo de Estados Unidos sirven para dar una idea de la evolución de su comercio de bienes con los dos países objetivo.
En la Gráfica 1 se presenta la trayectoria del déficit de Estados Unidos con China. Hasta casi el final de 2018, es decir, hasta bien entrada la presidencia de Trump, el "desequilibrio" siguió acentuándose. Después, la "guerra" y la peste se tradujeron en altibajos muy marcados. Pese a todos los factores en juego, el dato más reciente fue apenas un poco más bajo que el referente a dos años atrás.
En el caso de México --toda proporción guardada en cuanto a cantidades-- la historia no ha sido muy distinta, según puede observarse en la segunda gráfica.
A simple vista, se nota que el "desequilibrio" se tornó más pronunciado durante los primeros años de gobierno de Trump. La pandemia tuvo el efecto neto de reducir el déficit en forma abrupta, pero no duradera. Tanto así, que el dato mensual más reciente (julio 2020) representó un aumento de 33% contra el mismo mes de 2019.
En total, lo sucedido es demasiado complejo para tratar de resumirlo en un par de cuartillas. Sobre todo, considerando que los impactos mayúsculos del Covid-19 se han empalmado con los efectos de los cambios en la política de comercio exterior. Como quiera, no son aventuradas dos conclusiones: 1.- el proteccionismo estadounidense ha dañado a las economías involucradas, y ha deteriorado las relaciones políticas internacionales; y, 2.- en términos de las estadísticas, la postura restrictiva ha resultado "much ado about nothing" (W.S.).
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INEGI reportó recientemente las cifras de comercio exterior de México para agosto 2020. La balanza mostró un superávit extraordinario, consecuencia de una mejoría de las exportaciones --asociada con la reapertura parcial de la economía de EUA-- y, lo más significativo, una contracción masiva de las importaciones, tanto de bienes de consumo como de bienes de capital. Esto último es un índice claro de cómo va la economía.
Artículo publicado originalmente en Reforma.