El hechizo de la tecnología en la Bolsa

Tecnología es aplicar conocimiento científico a fines humanos como comunicarse

Tecnología es aplicar conocimiento científico a fines humanos como comunicarse; trasportar personas, carga o documentos; mejorar la medicina, la construcción, la energía; y otros esfuerzos similares. Un énfasis pertinaz en ella es cambiar el fin por los medios.

Sin embargo, la seducción de los stocks de tecnología es obvia y, hasta cierto punto, justificable, pues se benefician claramente cuando aumenta el ciclo de CapEx en las expansiones y por innovaciones fundamentales, que contribuyen a la explosión del interés de lo que un mejor futuro traerá al hombre.

Esta fascinación ha pasado por etapas de manía desde hace siglos. En los 1960´s, los múltiplos de firmas de nuevas tecnologías se vendían hasta 200x su utilidad, como Control Data (que quebró en los 80´s). Luego, en los 70´s, llegó un nuevo embrujo tech con la base de todo lo electrónico; entonces toda empresa con el sufijo “tronic”, aunque la firma no tuviera relación alguna con ello (la SEC encontró innumerables fraudes en los nombres de las emisoras), gozaba de múltiplos muchas veces mayores que lo que suponía su actividad real.

En la actualidad, fintech, biotech, foodtech, healthtech, agritech y “todotech” toman directamente del espíritu de esa época, que historiadores llamaron Nifty Fifty (N50) por las acciones que fueron darlings de entonces. Muchas de ellas quebraron algunos años después, como Polaroid, que en su clímax en 1972 se vendía a 94x su utilidad.

En la cúspide del mercado, en el verano del ´72, el múltiplo de los N50 era de 37x, más del doble que el del Standard and Poors 500 (SPX) y sin embargo, los retornos de ambos índices fue casi igual los siguientes 20 años.

Otras compañías como McDonald’s (a 60x), Disney (a 55x) y Coca Cola (a 42x) generaron retornos apenas por encima del mercado, aunque exhibieron múltiplos muy altos. Todos las demás del N50 y en especial las relacionadas a la tecnología, tuvieron retornos decepcionantes del ´72 al ´93 (como IBM, Xerox y Texas Instrumets).

En la actualidad, los múltiplos no están -en general- en los niveles previos al crash del 2000 pero si hay muchas emisoras muy caras (Tesla, Zoom, Netflix y Amazon sobrepasan los 50x) y el fantasma seductor de la tecnología aún ronda los mercados. Durante el frenesí del DotCom hace 20 años, el índice Nasdaq 100 se vendía a 311x utilidad, pero hoy ese número es 91x, caro, pero no extremo.

En conclusión, siempre pesará la evidencia que han generado las bolsas desde hace más de 100 años en las mediciones del mercado. Las valuaciones con un múltiplo de más de 50x su utilidad casi nunca ha generado retornos por encima del mercado en años siguientes. En el 2001 Dell, Ebay, Oracle y Qualcomm fueron casos muy raros que si lo hicieron, pero docenas más no, demostrando que esas excepciones marcan una regla.

Igualmente, las utilidades no pueden crecer por más de una década a tasas de doble dígito, pues crecimientos de 40% en 10 años hacia el futuro reflejan una utilidad 30 veces mayor lo cual es altamente optimista, y muy probablemente irreal, como han comprobado innumerables analistas en años recientes.

Por último, la empresa líder de una época difícilmente se puede mantener por tres o siquiera dos décadas completas en la cumbre y poco a poco comienza a ceder la atención, las valuaciones y el crecimiento hacia rivales mas atractivos y con mayor potencial. Ese ha sido el caso de IBM y como éste muchos otros jugadores. Casos muy raros como el de Microsoft -que esta cerca de 30 años de estar en la pista central- refuerzan la regla.

El mercado de nuestros días esta caro, pero no aún en los extremos y hay que considerar que otros sectores han acusado mejores resultados en décadas anteriores que el tecnológico, como el del sector salud. También hay que revisar los supuestos detrás de proyecciones demasiado optimistas en el múltiplo o en la utilidad, porque este sector cambia de formas que son muy difíciles de predecir, aún por los más conocedores y astutos.

El autor es director del Think Tank Financiero y profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.

Publicado originalmente en El Financiero.

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