¿Inviertes en una estrella o en un estrellado?

Antes de tomar una decisión de inversión, es crítico entender el tipo de información que debe fundamentarla, sobre todo cuando se trata de nuevos modelos de negocio

¿Inviertes en una estrella o en un estrellado?

El 2 de julio de 2007, Blockbuster reemplazó a su director ejecutivo —John Antioco— por James Keyes. El inversor Carl Icahn propulsó el despido de Antioco en repuesta al endeudamiento creciente de la empresa y a su enfoque en desarrollar un servicio con retornos potenciales pero inciertos: el streaming. El servicio—al igual que Netflix, hasta aquel momento—nunca sostuvo ganancias y Keyes lo clausuró al poco tiempo de llegar. Esta decisión influyó en el eventual cierre de Blockbuster, que ocurrió unos siete años después.

Es fácil criticar la poca visión que tuvo Icahn conociendo el triunfo inequívoco de Netflix en la actualidad. Pero tambien es fácil apreciar la sensible lógica de Icahn: en momentos de crisis, las empresas deben abandonar los negocios que provocan sus mayores pérdidas. Tal vez, la excepción es cuando estos negocios tienen un potencial de retorno comercial futuro.  

La verdadera incógnita que enfrentaba Icahn era la rentabilidad del streaming. Ya era claro que empresas como Netflix y Blockbuster podían atraer a millones de usuarios a sus plataformas, pero no se habían reportado ganancias atribuibles a ese servicio. Esto significa que Icahn necesitaba estimar la rentabilidad de un modelo de negocios de reciente creación, aunque no contara con  información que le guiara.

En un reciente estudio examino el verdadero error cometido por Icahn. El modelo de negocio de Blockbuster era conocido: las familias compraban refrescos y botanas mientras alquilaban películas que entregarían tarde y pagarían una penalización por morosidad. Por ende, Icahn podía estimar la rentabilidad del modelo básico de Blockbuster, observando los retornos reportados por múltiples empresas del sector. Más aún, Icahn podía averiguar cuales eran las mejores prácticas corporativas al detectar pequeñas variantes entre los distintos modelos de negocio. Finalmente, el tipo de información a tener en cuenta antes de tomar una decisión como esta se podía adquirir en el mercado a través de su acceso público o compra.

Sin embargo, el streaming es una evolución de los modelos de negocios desarrollados a finales de los años 90 basados en internet, representados por un gran número de empresas pertenecientes a la burbuja puntocom que explotó en 2001—ej. Google y Amazon, pero también algunas que quebraron al poco tiempo, como Pet, eToys o Webvan.com. Además de depender de internet, todos estos modelos se parecen al streaming en el hecho de que no tenían (o eran muy escasos) referentes de ganancial anuales. Por ende, era muy difícil inferir a partir de sus ganancias y flujos de caja qué modelos tenían el potencial de ser rentables a lago plazo. 

Mi resultado sugiere que, frente a un modelo de negocio nuevo, el inversor debería correr encuestas, grupos de enfoque u otras metodologías rápidas para la recolección de datos que permitan estimar la demanda por los bienes y servicios producidos.

Para nuevos modelos de negocio, esperar a que se produzca información precisa –como la que ofrecen las consultoras— tiene poco valor añadido, dado que el beneficio de su precisión es cancelado por el costo de no tomar una decisión rápida. Por ejemplo, esperar a que una empresa como Google, Amazon o Netflix (antes del 2010) reporte sus primeras ganancias podía disuadir la inversión en un modelo de negocio sobre el cual no se había probado la rentabilidad—por lo menos a corto plazo. Pero el costo de no tomar una decisión rápida se traduce en que, al momento de observar las ganancias, el precio de las acciones ya refleja el valor de la empresa y se pierde la posibilidad de generar alfa.

Los resultados del estudio referido son mucho más generales que el caso de Blockbuster o la aplicación particular a un negocio. También investigo el tipo de información que una persona debe adquirir para tomar una decisión bien informada, hallando que la accesibilidad externa (de forma pública o a la venta) depende del tipo idóneo de información para basar su decisión. 

En el caso de poder adquirir información externa, ésta debe ser altamente precisa, aunque llega con poca frecuencia (Zhong, 2022). Un ejemplo es cuando el ente regulador debe exigir que un nuevo medicamento pase una pruebas externas de seguridad y eficacia. Este principio tambien aplica al momento de invertir en una empresa establecida: el inversor debe invertir cuando las ganancias de la empresa, en relación con su valor de mercado, se mantienen a un nivel relativamente bajo por un lapso de tiempo significativo. 

Cuando dicha información no se puede conseguir de una fuente pública, la empresa o individuo debe producirla por su cuenta. A este proceso se le conoce como experimentar. Al tener que internalizar los costos asociados con experimentar, los incentivos de adquirir información cambian cualitativamente. En este caso, el tomador de decisiones se beneficia de adquirir información que puede conseguir con relativa facilidad y rapidez, aunque sea imprecisa. Por ejemplo, la empresa que busca el ingrediente activo para una medicina se beneficia de correr muchos experimentos rápidos y baratos. La rapidez ayuda a que abandone compuestos con poco potencial de rentabilidad y busque otros. 

No obstante, la diferencia entre el empresario y el regulador es que este último no internaliza el costo y tiempo requerido para experimentar. Por su lado, el inversor en startups enfrenta los mismos costos y beneficios. Esta observación implica que él mismo debe buscar rápidamente mucha información y evaluar la rentabilidad de numerosas empresas, dado que la inmensa mayoría de ellas no serán rentables.

El 2 de julio de 2007, la junta de Blockbuster tomó la definitiva y errada decisión de elegir a un nuevo CEO, James Keyes, quien abandonaría el rumbo del futuro del entretenimiento. Esta fecha quedará en el subconciente del mundo empresarial, pero no debe ser por su falta de visión, sino por no apreciar qué tipo de información debe fundamentar las decisiones que tomamos. 


El autor es profesor investigador del Departamento de Finanzas y Economía de Negocios de EGADE Business School.

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