¡Hagamos al T-MEC grande de nuevo!

La integración económica europea se queda corta en comparación con el tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá

Durante años, mis bisabuelos hablaban con nostalgia de Córcega. En sus relatos, la isla era un paraíso, pero tras unas copas de vino, la verdad salía a la luz: su tierra natal era pobre, desolada y azotada por los conflictos bélicos del viejo continente. No llegaron a Puerto Rico por casualidad—como a veces insinuaban—sino huyendo del hambre y la desesperación. Su romanticismo por Francia (o España, Italia, etc.) se desmoronaba ante la cruda realidad de la Europa de los años cuarenta.

Sin embargo, los siguientes 80 años transformaron profundamente a la región. Un desarrollo económico sin precedentes elevó el bienestar de millones de europeos, más que todos los siglos de imperialismo juntos. Las guerras se volvieron excepcionales y enemigos históricos aprendieron a convivir gracias a los acuerdos que culminaron en la Unión Europea (UE).

A pesar de sus fallas, nadie puede negar los avances de la UE ni su impacto en la vida de los ciudadanos de los países miembros. En la actualidad, la libre circulación de ciudadanos entre los países del espacio Shengen está garantizada; programas como Erasmus fomentan la cooperación internacional y el intercambio de ideas; y, sobre todo, la integración se ha cimentado en el mercado común. Según Eurostat, más de la mitad de las exportaciones de los países de la UE tienen como destino otro país miembro, y el comercio intraeuropeo se ha más que triplicado desde la introducción del euro en 2002.

T-MEC: una integración aún más profunda

El modelo europeo impresiona, pero se queda corto en comparación con la integración de T-MEC, el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. En 2023, el PIB combinado de estos países fue 83% mayor que el de la UE, con una población 67 millones superior y un territorio 425% más extenso (WIITS, 2025). Más aún, la interdependencia económica dentro de T-MEC supera incluso a la de la UE: en los últimos 30 años, 4 de cada 5 productos fabricados en México se han exportado a EE.UU., mientras que 1 de cada 3 productos estadounidenses terminan en México o Canadá.

Al igual que en Europa, la migración ha sido un pilar fundamental de esta integración. Si consideramos que casi 1 de cada 4 inmigrantes que llegaron a EE.UU. después de 1965 es de origen mexicano, la migración no solo es un lazo simbólico entre ambas naciones, sino que también tiene un impacto tangible en la economía mexicana. El valor de las remesas enviadas por mexicanos y sus descendientes representa un porcentaje significativo del PIB de México. De hecho, aunque los medios suelen obsesionarse con la inversión extranjera directa (IED), como el nearshoring, en los últimos años el valor de las remesas ha superado, por más del doble, a la IED.

No dejemos que T-MEC se derrumbe

Sin ánimo de restarle mérito a la UE, es necesario enfatizar los logros económicos extraordinarios (y difíciles de replicar) que ha alcanzado el T-MEC. La interconexión económica y humana entre México y EE.UU. es invaluable, y no podemos permitir que se debilite por disputas políticas.

En tiempos de tensiones diplomáticas, la reacción instintiva puede ser alejarse de la relación conflictiva y buscar nuevas alianzas en otros mercados. Sin embargo, debemos reconocer el enorme tiempo y esfuerzo que implica negociar un nuevo tratado de libre comercio. Un ejemplo claro es el Mercosur (Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay), que lleva más de 25 años negociando un acuerdo con la UE sin haber llegado aún a un consenso final. Esto demuestra que abandonar T-MEC sería un error costoso, ya que encontrar un reemplazo podría tomar décadas.

Por ello, los líderes mexicanos deberían proteger y fortalecer este vínculo, que hoy se tambalea debido a las tensiones generadas por figuras como Donald Trump. Es momento de consolidar nuestras bases económicas y políticas para garantizar que T-MEC siga siendo el pilar del desarrollo regional en las próximas décadas.

Figura 1. Comparación del valor total de las remesas (azul) y la inversión extranjera directa (rojo) hasta 2023.

Banco de México 2024.

El autor es profesor investigador del Departamento de Finanzas y Economía de Negocios de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.

Artículo originalmente en Alto Nivel.

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