El (eventual) fin del consumo frugal

Artículo publicado en la columna “Glosas Marginales” de Reforma

El consumo es el componente más importante del gasto total en una economía. La semana pasada, el Buró de Censos de Estados Unidos anunció que, estimadas preliminarmente, las ventas al menudeo (incluyendo servicios de alimentación) habían aumentado casi 18% en mayo, en relación con el mes anterior. En apariencia, el número es espectacular, pero conviene notar que, en abril, las ventas disminuyeron 15% con respecto a marzo. De hecho, a pesar del "rebote" mencionado, la cifra está todavía  8% abajo de la correspondiente a enero, y es 6% menor que la referente a un año antes.

El repunte mencionado es el resultado lógico del inicio de la reapertura de la economía.  No es exagerado calificarlo de "muy atípico", considerando que está influido por la realización de compras pospuestas (forzosamente) durante el cierre. Como quiera, es razonable interpretarlo como una buena noticia (¡vaya!), y como una señal de la  flexibilidad de respuesta del sistema económico estadounidense. La producción seguirá probablemente un curso similar, suponiendo que las líneas de abastecimiento no hayan sido muy dañadas por la inactividad. La cifra de mayo de la producción industrial, aunque modesta, presta apoyo a esta idea.

En México, las estadísticas no son tan oportunas. Según un indicador preparado por el INEGI, el consumo privado cayó 2.8% en marzo pasado, en relación con el mismo mes del año anterior. A primera vista, de la gráfica correspondiente uno puede considerar que la dirección a la baja se inició en octubre del 2019. Sin embargo, una mirada más  detenida permite concluir que la tendencia general al descenso data del otoño del 2018.

Creo que no es aventurado suponer que los números del índice referido, para abril y   mayo serán (mucho) peores que el registrado para marzo. ¿Por qué? Por varias razones:

1.- Una ojeada a los números del comercio exterior (Banxico) sirve para notar que, en   abril pasado, las importaciones de bienes de consumo fueron 38% más bajas que en abril 2019.

2.- De acuerdo con la ANTAD, las ventas reportadas por sus asociados disminuyeron tanto en abril como en mayo: 23% y 19%, respectivamente, en términos anuales.

3.- Según las cifras del IMSS, en abril el empleo formal se redujo en más de 550,00 personas, y en abril en cerca de 345,000. Otros datos (v.gr., el desplome de la tasa de participación) contribuyen a "dibujar" una situación crítica, que se habrá traducido, sin duda, en una contracción del consumo.

4.- El alza abrupta del precio de los alimentos, que ha caracterizado a los primeros meses de 2020, ha debilitado la capacidad de compra de las familias.

5.- En muchos casos, aunque las empresas han mantenido el empleo, los salarios se han reducido, de común acuerdo con los trabajadores.

6.- En mayo, las ventas de automóviles cayeron 59% en términos anuales. 7.- ...

Desde luego, una parte de los factores aludidos ha estado determinada por el estallido del COVID-19 y, sobre todo, por las medidas gubernamentales de cierre y confinamiento puestas en práctica para su contención. Así pues, conforme las restricciones se aflojen, cabe suponer (esperar) que el consumo aumente y, eventualmente, crezcan la producción y el empleo.

Lo anterior, sujeto a la incierta evolución del Covid-19 que, hasta ahora, ha desafiado los valerosos intentos de predicción de los especialistas --científicos, todos ellos--. (Fallas  muy lamentables, es cierto, pero tienen un aspecto consolador egoísta: por comparación, los pronósticos económicos parecen sólidos).

 

····

A juzgar por la trayectoria del consumo en México a lo largo de los meses más cercanos al actual, la población ha tomado a pecho el consejo oficial de adoptar un estilo de vida frugal. Ya veremos si lo sostiene una vez que "las cosas" asuman algún viso de normalidad. (Apuesto que no será así).

Publicado originalmente en Reforma.

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