Dos apuntes diversos

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales del periódico Reforma

Un apunte inflacionario

En su sentido original, el término "inflación" se utilizaba para definir un exceso en la creación de dinero. Hoy día, en México se refiere a un alza recurrente e importante del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). En español, eso significa un incremento generalizado y sostenido de los precios. "Sostenido" quiere decir "durante varios años", según aclara un popular libro de texto de macroeconomía --aunque, obviamente, no precisa cuántos años son "varios años"-- (K.E. Case, R.C. Fair y S.E. Oster, Principles of Macroeconomics).

El INEGI es la institución encargada de calcular y publicar el INPC desde hace una década. Antes, esa fue una de las tareas de Banxico.

El INPC es un índice "general". Por razones analíticas, el INEGI computa también un índice específico, que se denomina "subyacente" (IS, en esta nota). Este último se construye excluyendo del INPC los precios de algunos bienes que son muy volátiles o, bien, que fluctúan a causa de decisiones gubernamentales. Concretamente, el IS no incluye los precios de los alimentos no elaborados y de los energéticos. La intención es obtener un indicador que no esté muy influido por eventos ocasionales. Por ejemplo, un "gasolinazo" se manifiesta de inmediato en un alza del INPC, pero no tiene impacto directo y similar en el IS; por tanto, en el corto plazo, cuando ocurre algo así, los dos indicadores se separan. Así pues, en otras palabras, el IS es una estadística más estable que el INPC y, en consecuencia, sirve a las autoridades monetarias como una buena señal de la "verdadera" situación de la inflación.

Con dichos antecedentes (aburridos pero necesarios), quizá resulte útil ahora dar una ojeada a las trayectorias tanto de la inflación medida por el INPC como por el IS, a lo largo del casi quinquenio más reciente. Eso es lo que pretende ilustrar la gráfica que acompaña a este artículo.

A simple vista, es muy fácil notar que desde hace unos cuatro años la inflación subyacente (la línea negra) se ha ubicado entre 3.5% y 4%. Tomado todo el periodo cubierto por la gráfica, el promedio anual ha sido prácticamente 4%.

A mi juicio, lo expuesto permite un par de consideraciones sumarias:

  1. La variabilidad de la inflación general (la línea roja) ha sido causada, obviamente, por el impacto (a veces negativo y a veces positivo) de cambios abruptos en ciertos precios (lo que se conoce como choques de oferta). Esto último avala la frecuencia de explicaciones quincenales y mensuales más bien anecdóticas.
  2. La persistencia "durante varios años" de la inflación subyacente sugiere la existencia de presiones inflacionarias que son duraderas, y que ameritan una interpretación causal más profunda que la mera mención de choques temporales variados. Frente a ello, no parece apropiada una postura monetaria laxa. ¿Por qué?

Porque "la mayoría de los economistas" cree "que la inflación sostenida, cualquiera que sea la causa primera del incremento del nivel de precios, es en esencia un fenómeno monetario". (Case, Fair, y Oster; obra citada).

Un apunte doctrinal

Un connotado analista político resumió alguna vez, en dos frases, los criterios para evaluar los sistemas económico-políticos: 1) la abundancia es preferible a la escasez; y, 2) la libertad es preferible a la opresión. Su opinión me parece inobjetable, y se aplica al tema de mi artículo de la semana pasada.

Publicado originalmente en Reforma.
 

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