De finanzas públicas, trigo y aguacates

Artículo publicado en la sección Glosas Marginales del periódico Reforma

El gasto público y el ciclo político

El sector público (el gobierno) provee (o debe proveer) varios servicios en cualquier sociedad para que la economía funcione de una manera (más o menos) satisfactoria en términos de eficiencia, equidad y estabilidad. El principal de esos servicios, el fundamental, es aplicar la ley y procurar el orden. Para ello y para otros propósitos, por ejemplo, la producción de ciertos tipos de infraestructura física, el sector público realiza dos tipos de gastos: de consumo (Cg) y de inversión (Ig). La suma de esas dos partidas (Cg+Ig), el gasto público, es parte de lo que los economistas llaman "la demanda agregada". El resto lo componen el consumo y la inversión privados, y las exportaciones.

En México, a lo largo de los años más recientes (2019-2024), según los datos del Sistema de Cuentas Nacionales, el gasto público ha fluctuado entre 3,200 y 3,500 miles de millones de pesos "constantes" -cifras corregidas por inflación, a precios de 2018-. Por lo común, Cg, el consumo, representa alrededor de cuatro quintas partes del total.

La gráfica ilustra lo sucedido en términos de variaciones anuales y sirve de apoyo para algunos comentarios sobre la política fiscal puesta en práctica por la actual administración:

  1. Está claro que, atendiendo a los cambios del gasto público, el sexenio puede dividirse en dos etapas definidas: tasas negativas durante la primera parte y positivas durante la segunda. Un patrón así encaja bien con la idea estándar de un ciclo político-económico sexenal: "ajustar" las erogaciones al principio y gastar al final para "cerrar bien". Al respecto, recuerdo un buen libro de Cesáreo Gámez titulado Política y Economía. El Ciclo Sexenal en México, publicado en 2012. Vale agregar que el "modelo" referido no es privativo de México, desde luego.
  2. La contracción mencionada se inició en 2019 y duró hasta el principio de 2022. Ello resultó peculiar porque el periodo abarcó, como se recuerda, la ocurrencia de la pandemia de Covid-19, fenómeno desastroso que provocó un alza extraordinaria del gasto del sector público, prácticamente en todas partes del mundo.
  3. El ascenso relativo observado en los años más cercanos al actual fue causado, principalmente, por el aumento en la inversión.

La autosuficiencia cuestionada... con razón

El próximo Secretario de Agricultura ha declarado que seguirá vigente la intención de conseguir la "autosuficiencia alimentaria". Ello será simplemente la continuación de una política pública que carece de fundamento económico firme. Con acierto, varios comentaristas ya se han ocupado de señalar sus fallas.

El sentido económico del comercio internacional es el mismo que el del comercio interno: cuando son voluntarias, las transacciones benefician a las partes involucradas. La teoría explica el proceso con base en tres conceptos técnicos: "las ventajas absolutas, las ventajas comparativas y las economías de escala". Para propósitos de esta nota, será suficiente con ilustrar la lógica del asunto con un ejemplo muy simple, de sentido común, que incluye dos productos: trigo y aguacate.

Dakota del Norte es el estado que ocupa el primer lugar en la producción de trigo en Estados Unidos; sus condiciones climáticas son ideales para el caso. Supongo que, en aras de la "autosuficiencia alimentaria" también podría producir aguacates... en invernaderos gigantescos y a un costo enorme. Eso sería absurdo, por supuesto, cuando la alternativa racional es hacer guacamole con aguacates producidos en Michoacán, donde las condiciones climáticas son ideales para ello. Así pues, en Estados Unidos se cosecha trigo y en México aguacate; el comercio internacional se ocupa del intercambio y todos contentos... salvo algunos políticos.


El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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