COVID-19: Reto y respuesta

Los empresarios de México están decididos a actuar, pero no pueden enfrentar solos un desafío de este calibre

El dilema que enfrentamos por el COVID-19 puede plantearse en los términos siguientes: ¿qué hacer para evitar el mayor número posible de muertes y a la vez evitar que se pierdan millones de empleos? Para enfrentarlo se requieren acciones coordinadas de los sectores púbico, privado y social, lo cual hasta el momento no se ha dado. No hay coordinación en las acciones porque no hay acuerdo sobre lo que se debe hacer.

Para enfrentar este reto monumental, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) presentó al gobierno federal un plan muy completo, coherente y realista, el cual fue desestimado. Contrariamente a lo que se ha aducido sobre si éste es un plan de rescate tipo Fobaproa, cabe decir que el contexto actual es totalmente diferente al de 1995. Se trata de una crisis económica derivada de una crisis de salud. El plan del CCE se dirige sobre todo a apoyar a los pequeños empresarios con el diferimiento del pago de impuestos para que las empresas dispongan de más efectivo para el pago de sueldos durante el paro temporal de actividades, y créditos a las pequeñas empresas con el objetivo de evitar quiebras de negocios solventes. No se trata de un rescate.

Sin embargo, los empresarios de México representados por el CCE están decididos a actuar, haciendo uso de los recursos con los que cuentan. El objetivo es proteger a pequeños negocios como taquerías, peluquerías, tintorerías y múltiples negocios que forman parte de este enorme universo de mipymes que generan el 68% del empleo en nuestro país. Ya se han puesto en marcha acciones sectoriales concretas coordinadas por las diferentes cámaras.

La gran pregunta es si los empresarios solos pueden enfrentar un desafío de este calibre.  El gobierno es a quien más le corresponde liderar y organizar la respuesta colectiva porque es el que tiene los recursos para hacerlo y, sobre todo, porque ésa es su razón de ser: servir a toda la sociedad. Tiene el control de la infraestructura hospitalaria pública, numerosas secretarías que ahora más que nunca deben trabajar para coordinar esfuerzos en las esferas pública y privada. Tiene además la posibilidad de articular programas de apoyo financiero a través de la banca de desarrollo con el apoyo del Banco de México. 

Como lo he señalado antes, la crisis económica es producto de la crisis sanitaria, y si ésta nos rebasa estaremos en el peor de los mundos posibles. Lo que deje de hacer el gobierno en el tema de salud hará imperativo que se tomen medidas cada vez más drásticas y desesperadas. Nuevamente se requiere de una estrecha coordinación entre el sector privado y el público para enfrentar la crisis sanitaria. No hay médicos, enfermeras ni camas suficientes. El rector de TecSalud lo explicó claramente en la conferencia convocada por el CCE. Afortunadamente han surgido iniciativas muy positivas para enfrentar el problema. De manera coordinada, Tec Salud y la UNAM están promoviendo acciones para ampliar la capacidad hospitalaria y para capacitar a especialistas en el uso de equipos médicos para atender a los pacientes graves que lleguen a los hospitales. 

Con el COVID-19 lo que está sucediendo en la economía es que cada vez más gente recibe un menor ingreso o no recibe ingreso alguno, las empresas cada vez venden menos o no venden nada, y el gobierno recibirá cada vez menos ingresos provenientes del cobro de impuestos por la contracción económica. Estamos frente a una espiral descendente en la que todos los agentes económicos verán disminuir sus ingresos de manera significativa en las siguientes doce semanas. Y esto naturalmente se verá reflejado en el PIB que este año pudiera decrecer entre 4 y 7 %, según varios analistas. La pérdida de empleos puede ser una de las más dramáticas en la historia económica reciente. Es momento de actuar con urgencia y criterios de justicia razonables.

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