Cómo aumentar la resiliencia de las cadenas de valor en la era post-COVID-19

Las empresas deben repensar sus estrategias para evitar las crisis provocadas por eventos como la fata de semiconductores y contenedores

La crisis mundial causada por la pandemia de Covid-19, así como otros eventos de gran impacto como los originados por el cambio climático, han impulsado a las empresas a repensar sus estrategias de aprovisionamiento global y de mitigación de riesgos. La falta de suministro de los semiconductores a inicios de 2021 es solo una muestra de cómo las disrupciones industriales pueden afectar a las cadenas de valor mundiales.

En las últimas décadas, muchas empresas con operaciones globales han buscado mayores eficiencias aumentando considerablemente sus niveles de proveeduría o outsourcing. Esto ha derivado en cadenas de valor más fragmentadas y complejas, con gran dependencia de pocos proveedores, principalmente localizados en Asia.

Por otro lado, las estrategias de manufactura esbelta (lean) y justo-a-tiempo (just-in-time), impulsadas principalmente por empresas del sector automotriz pero adoptadas en diversas industrias, han resultado en una reducción significativa de los niveles de inventarios de partes y componentes esenciales en los procesos de manufactura.  

Estas estrategias, si bien han sido exitosas en reducir los costos de manufactura y de mantenimiento de inventarios, han dejado a muchas empresas en una zona de vulnerabilidad ante eventos adversos, como la que se puso de manifiesto en la crisis por la escasez mundial de semiconductores y microchips. Esta situación ha perjudicado a diversas industrias: la automotriz, la de electrónicos y la de telecomunicaciones  queenfrentan actualmente tiempos de suministro de estos vitales componentes mayores a 20 semanas. Esto ha tenido un efecto en cascada que ha mermado considerablemente la capacidad de las empresas para satisfacer la demanda del mercado.

De manera similar, pero quizá con un impacto incluso más extenso, la falta de contenedores desde mediados del año pasado, principalmente provenientes de Asia, ha provocado una disrupción generalizada en muchas cadenas de suministro a escala global. Aunque las empresas proveedoras tienen capacidad de producción suficiente para atender la demanda de sus clientes, simplemente el sistema de transporte no tiene posibilidad de mantener el flujo constante de mercancías que requieren los procesos productivos. Aunque esta crisis puso de manifiesto la debilidad de muchas cadenas de suministro, ello no obedece necesariamente a problemas estructurales en el diseño de las mismas, sino a su dificultad para enfrentar situaciones atípicas que generan alteraciones en las operaciones, como en este caso la falta de mano de obra de conductores y transportistas derivada de la pandemia y que dificulta el movimiento y regreso de contenedores a sus puntos de origen.

Con este telón de fondo, muchas empresas de diferentes sectores libran una batalla por tener mayor visibilidad a lo largo de toda su cadena de suministro, con estrategias de diversificación y reduciendo la complejidad por medio de proveeduría local, menos centralizada en China y otros países de Asia. La presión por contar con cadenas menos extendidas proviene también de las tendencias de descarbonización y reducción de impacto al medio ambiente en las operaciones de las empresas, las cuales además reducen la dependencia hacia las redes de transporte globales y sus posibles afectaciones.

Como resultado de la falta de muchos productos y componentes, o de los tiempos extendidos de aprovisionamiento, también las empresas empiezan a poner bajo escrutinio las estrategias de justo-a-tiempo, aumentando sus niveles de inventarios de componentes críticos en diferentes nodos de la cadena de suministro. También hemos visto en algunas industrias, como es el caso de las empresas productoras de microchips, un proceso de diversificación por medio de la reubicación de plantas de manufactura, aunque esto requiere de mayor tiempo y de inversiones de gran escala.

Asimismo, muchas empresas han apostado fuertemente por tecnologías que las dotan de mayor flexibilidad y agilidad para responder a cambios abruptos en la demanda o el suministro. De esta manera, buscan contar con operaciones más resilientes que les permitan navegar el entorno complejo y dinámico que vivimos actualmente. Algunas de estas tecnologías –como la automatización por medio de robots, la realidad aumentada o la impresión 3D—, junto con estrategias de segmentación y diferenciación de la cadena de suministro, confieren a las empresas una mayor capacidad de previsión y reacción ante las contingencias. Las compañías que logren sumarse a esta ola tendrán mayores posibilidades de éxito al mantener operaciones sustentables en la era post-COVID-19.

El autor es director nacional de Programas MBA de EGADE Business School

Artículo publicado originalmente en Forbes.

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