Aún antes del inicio de la invasión rusa a Ucrania, los analistas ya habían estimado una disminución significativa del crecimiento del PIB mundial para el 2022, con respecto al computado para el año previo. Ello, sin embargo, no era otra cosa que la expectativa de una "normalización" de la producción y del empleo, desquiciados por el COVID 19 y por sus secuelas.
Ahora, es patente que el conflicto militar ha causado trastornos específicos graves en la economía global. Esto ha provocado que algunos analistas hayan reducido sus "pronósticos" sobre el crecimiento del PIB, tanto para este año como para el siguiente. Como quiera, vale notar que las economías de Rusia y Ucrania, sumadas, apenas representan algo así como el 3.5% del PIB mundial.
La futurología es siempre una ocupación peligrosa. Hoy día, su riesgo es mayor porque nadie sabe, entre otras cosas, cuál será el desenlace de la aventura bélica de Putin. Como quiera, una estimación estándar sitúa el crecimiento del PIB de Estados Unidos en 3.7% para el año en curso y en 2.3% para el próximo. Son buenas noticias para México.
Creo que fue allá por los últimos años sesenta del siglo pasado cuando leí un extraordinario libro de economía, que sigo considerando el mejor de su clase. Sus autores fueron Armen Alchian y William Allen, dos eminentes profesores de la UCLA. En su versión de 1977 (Exchange and Production), se encuentran las siguientes "perlas de sabiduría" sobre el milenario tema de los controles de precios:
"Una respuesta política visceral a la inflación es la imposición de controles de precios... Los controles se esconden a menudo simulando que son voluntarios... Es un hecho que en todos los países la inflación se acompaña invariablemente del control político de los precios... Nada de lo que una persona o un grupo pueda hacer, privadamente, prevendrá o reducirá la inflación... Lo poco que se puede hacer políticamente es negar el acceso al gobierno a quienes financian el gasto público creando dinero... Esa es la única manera de detener la inflación".
De lo anterior se deriva la letanía consabida de efectos negativos: escasez; "mercados negros"; favoritismo; corrupción; etc.
El anuncio de un "nuevo modelo educativo" fue muy abundante en adjetivos, pero muy escaso en contenido. Algunos expertos apuntaron de inmediato a una omisión clave: la remediación del rezago ocasionado por la pandemia, que seguramente afectó más a los niños de las familias pobres. En términos económicos, el daño fue claramente regresivo; y se manifestará durante décadas.
Aparte de lo señalado, llamó la atención la desaparición de los exámenes comparativos internacionales. Es de sobra conocido que los resultados de PISA han sido más que desfavorables para México. Parece, entonces, que se trata de eliminar una medición que pone de manifiesto las deficiencias del sistema educativo nacional. Equivale a desechar el termómetro para no reconocer la fiebre.
Frente a la inflación, ha vuelto a las páginas de la prensa diaria el tema de la supuesta conveniencia de una "autonomía alimentaria". Para no vernos afectados por el alza de los precios externos, se dice, hay que producir lo que consumimos. Esta noción es analíticamente débil. En una economía abierta, como la mexicana, el único precio "correcto" para los bienes que son comerciables a través de las fronteras (el maíz, por ejemplo), es el vigente en el mercado mundial. La autosuficiencia no invalida la relevancia de dicho precio para juzgar la eficiencia de las decisiones económicas.
Para cerrar la semana, caben dos notas elementales:
1.- El "precio justo" es una frase escurridiza, que es muy popular entre los críticos sociales, pero que no tiene significado científico. Los economistas atribuyen cierto valor normativo sólo al "precio de equilibrio" en un mercado competitivo.
2.- En la realidad, las condiciones específicas de la oferta y la demanda para cada bien, en cada mercado, son distintas. En consecuencia, un "precio parejo" (oficial o "sugerido") implicaría, por fuerza, un tratamiento disparejo.
El autor es profesor de Economía en EGADE, Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.