En 2021, un numeroso grupo de economistas galardonados con el Premio Nobel, entre los que destaca (el omnipresente) Joseph Stiglitz, manifestó en una carta pública su apoyo a la política económica del presidente J. Biden. Específicamente, a un programa de gasto público que se materializó en una erogación de 1.9 trillones de dólares. Parte de su contenido se incorporó, un año después, al Decreto de Reducción de la Inflación, que ofreció mejorar la productividad de la economía y (sic), "aflojar las presiones inflacionarias de largo plazo". Sobre esto último y, para empezar, puede ser útil echar una ojeada a la historia reciente, en la forma de una gráfica sencilla.
La ilustración sugiere unos cuantos comentarios:
Para explicar lo sucedido, uno puede argumentar, con razón, que la interrupción masiva de las cadenas de abasto tuvo un impacto alcista sobre los precios. Sin embargo, es imposible ignorar el efecto expansivo del gasto gubernamental, que se tradujo en un repunte pronunciado de la deuda pública, financiada por el banco central.
De hecho, la deuda total del gobierno federal, como proporción del PIB, aumentó unos 20 puntos porcentuales entre la época de Trump y la de Biden.
Así pues, al menos en lo tocante al curso de la inflación, el pronóstico de los laureados mencionados al principio de este escrito resultó fallido.
Hace apenas unos días, de nuevo en una carta pública, un grupo similar de notables calificó la agenda económica de J. Biden como muy superior a la de D. Trump, su oponente en la carrera presidencial. ¿Por qué? Porque Biden propone aumentar la inversión pública, los subsidios a distintos sectores de las manufacturas y los apoyos a la lucha contra el cambio climático. Todo ello, dicen, contribuirá al crecimiento económico y, al mismo tiempo, otra vez (sic), "reducirá las presiones inflacionarias de largo plazo".
En el texto, no hay mención alguna de que tan largo es ese largo plazo, ni de cómo financiar dichas erogaciones.
En contraste, dicen, la intención de Trump de bajar las cargas impositivas, elevar los aranceles y restringir la migración, reavivará la inflación, porque implicará una "irresponsabilidad fiscal". Más o menos en el mismo sentido se han expresado otros analistas, de menor linaje profesional.
Los temas referidos son muy vastos y son extremadamente complejos. En los párrafos que siguen trataré en forma somera un par de aspectos de ellos que me parecen de importancia especial --acepto que lo haré sin mayor pretensión de rigor--.
En total, me atrevo opinar que la postura pública de los multicitados economistas manifiesta más su inclinación partidista que su indudable capacidad analítica.
El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.