Acelerar el crecimiento: lo faltante

Artículo publicado originalmente en la sección Glosas Marginales del periódico Reforma

Se ha dicho aquí muchas veces que acelerar el crecimiento económico depende del desarrollo tecnológico; de la acumulación de capital físico y humano; y, de la conformación de un ambiente propicio al esfuerzo productivo, a la innovación y la asunción de riesgos, caracterizado por normas garantizadas por la vigencia de la Ley.

Nada de lo apuntado es nuevo: simplemente consiste en la suma de lo que la experiencia ha demostrado, lo que la teoría y el sentido común han enseñado. Sin embargo, no es lo que está sucediendo en México. Aquí van unos cuantos ejemplos:

  1. Según la información publicada por la OECD, en México, en 2005, el gasto en investigación y desarrollo (I&D) representó apenas 0.4% del PIB; mientras que el correspondiente al promedio de las economías de la organización fue 2.1%. Para 2010, el gasto en México había crecido un poco, a 0.5%; lo mismo sucedió con el promedio mencionado, que llegó a 2.3%. Sin embargo, los datos más recientes (2023) muestran para México un retroceso de las erogaciones, a 0.3%, en franco contraste con el promedio, que aumentó a 2.7%. En palabras llanas: el gasto en I&D, con relación al PIB, es en México una décima parte de lo erogado por la media de los miembros de la OECD. Está claro, en consecuencia, que uno de los factores clave del crecimiento está siendo desatendido en nuestro país.

    De paso: el gobierno federal ha suspendido los estímulos económicos que pagaba a los profesores del Sistema Nacional de Investigadores, cuando laboran en...La medida, además de discriminatoria, obstaculiza el avance de la ciencia y la tecnología.

  2. En cuanto al capital humano, los malos resultados de los estudiantes mexicanos en la famosa prueba PISA 2022 (OECD) son de sobra conocidos. Dos de ellos merecen reiterarse: i) en comparación con 2018 ocurrió un deterioro en matemáticas y ciencias, y un estancamiento en lectura; y, ii) en las tres categorías básicas, los estudiantes mexicanos se situaron abajo del promedio de la OECD.

    El año pasado, PISA publicó su cálculo (hecho en 2022) de lo que llamó “el pensamiento creativo”, que definió como “la capacidad para generar, evaluar y mejorar ideas que producen soluciones originales efectivas, expanden el conocimiento y crean expresiones impactantes de la imaginación”. En otras palabras, “pensar fuera de la caja”, para usar una expresión muy frecuente. Sin sorpresa, encontró que los estudiantes que no se desempeñan bien en las áreas básicas, tampoco lo hacen en lo referente al pensamiento creativo.

  3. Respecto a la formación de capital físico, es necesario insistir en lo relativamente pequeño de su cuantía. A lo largo de los quince años más recientes, nunca ha excedido el 25% del PIB, una proporción que ha probado ser insuficiente para generar una tasa alta y sostenida de crecimiento en la producción. Su raquitismo se explica por la inestabilidad del marco en el que operan los inversionistas: simplemente no hay certeza en cuanto a la aplicación y durabilidad de “las reglas del juego". Apenas la semana pasada, un colegio profesional señaló, con toda razón, que la inseguridad, la informalidad y la pérdida de confianza han frenado la inversión. Un artículo reciente del Financial Times puso el dedo en la llaga: con la reforma en curso del sistema judicial, aumentarán las dudas sobre la aplicación imparcial y pronta de la ley; sobre todo, en lo tocante a los conflictos entre el gobierno y los particulares.

En resumen: el crecimiento seguirá siendo mediocre mientras no se fomente de veras la formación de capital en todos sus sentidos; no se propicie la innovación; no se impulse la investigación; y, en especial, no se generalice y valore la idea de que el progreso depende de la liberación del potencial de acción de los particulares.

El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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