Alguien dijo que vivimos un diluvio de datos, pero un desierto de conocimiento.
Para muchas empresas aún es un sueño analizar los datos que generan sus clientes, la competencia y el mercado en general. Para muchos, la analítica de datos es todavía como hablar del cambio climático: sólo se habla de ello, pero no se hace nada al respecto.
Sin embargo, el tema del análisis de datos es muy antiguo para la humanidad en general. Podemos remontarnos al censo registrado en la Biblia, un poco antes del nacimiento de Jesús, hace más de 2,000 años.
En el siglo 18 se creó el término “Estadística”, en alemán “statistik”, que se refiere a la información que se requiere para dirigir el Estado. Los términos han ido cambiando y las técnicas, así como el aumento en el poder de cómputo, nos llevan a lo que hoy conocemos como “Ciencia de Datos”, término que se comenzó a utilizar en el año 1996. Tiempo después apareció el término “Big Data”.
Aunque algunas personas usan ambos términos de manera indistinta, hay diferencias que debemos resaltar. Lo que distingue al Big Data de la Ciencia de Datos es lo que algunos autores han llamado las tres V´s: volumen, variedad y velocidad. Es decir, Big Data tiene que ver con una gran cantidad de datos, estructurados y no estructurados, que no se pueden procesar en computadoras personales; con una gran variedad de tipo de datos (por ejemplo: imágenes, tweets, audio, vídeos, etc.); y que se actualizan muy frecuentemente.
Ciencia de Datos, por su parte, incluye los procesos que permiten la generación de conocimiento a partir de datos estructurados o no estructurados. Muchas de las aplicaciones que utilizamos actualmente son producto de la Ciencia de Datos.
La Ciencia de Datos permite encontrar patrones que no son identificables a simple vista, también pronosticar comportamientos de clientes, o encontrar relaciones entre diferentes variables. Dependiendo de la pregunta que queremos contestar, podemos usar analítica descriptiva, diagnóstica, predictiva o prescriptiva. Todo análisis comienza con una pregunta y debe terminar en una acción de negocio. Porque como alguien dijo: “ideas sin acciones son puras alucinaciones”.
Las oportunidades de negocio están presentes para quienes las descubren. La Ciencia de Datos nos puede ampliar una visión o bien generar profundidad en el diagnóstico de la situación actual. No se trata de adoptar herramientas y tecnología porque está de moda. Se requiere alinear los procesos, involucrar a los colaboradores, revisar el modelo de negocio, pero sobre todo pensar en el cliente.
El poder de cómputo está al alcance de todos, también el software y no se diga las técnicas de análisis y los científicos de datos que ya tenemos en nuestro país. El recurso escaso es el liderazgo.
En un mundo tan competido como el nuestro, ya no puedes dirigir por intuición. Las decisiones del día a día, así como las decisiones trascendentes, no se pueden tomar con el estómago sino basadas en el conocimiento que genera el análisis de los hechos.
En nuestros comités y reuniones de negocio no debe imperar la voz del que más grita, sino la silenciosa pero potente voz del conocimiento que arroja el análisis de datos. Muchas de las ideas que han generado los negocios disruptivos han salido de la identificación de necesidades y la propuesta de soluciones, producto del análisis de la información.
Los líderes de los negocios tendrán que añadir a sus competencias aquellas que tienen que ver con la Ciencia de Datos. No necesitan convertirse en expertos, pero si entender lo que se puede hacer y cambiar la dinámica de las organizaciones para moverse rápidamente a la velocidad de la generación de los datos. El dicho cambia: “información es poder”, a “información es poder, pero poder para hacer”.
De nada sirve el conocimiento en manos de quien no puede hacer algo relevante y rápido con éste. El reto está en el ciclo completo: recolectar la información, limpiarla, analizarla, presentarla, sacar conclusiones y ponerla en manos de quien puede accionar.
El conocimiento de negocios no es sólo para la alta dirección sino también para quienes tienen el contacto directo con el cliente y todos los que participan en los procesos. Sin duda, vivimos tiempos en donde la competencia es intensa, los clientes son demandantes, los mercados son inestables, pero también ¡las oportunidades son abundantes! Es tiempo para transformarse y transformar los datos en conocimiento accionable.
El autor es profesor del Tec de Monterrey en el Campus Hidalgo y estudiante de Doctorado en EGADE Business School.
Artículo originalmente publicado en El Financiero.