Las noticias sobre recesiones llevan en el vientre el temor de pérdidas en los negocios, pues la historia lo avala. Para el inversionista, no obstante, puede ser una oportunidad de compra muy valiosa. Menciono esto pues el pasado lunes 4 de abril la curva de rendimientos se invirtió marcando con ello la ominosa señal de recesión; a continuación el porqué.
La curva (todos los puntos que reflejan un bono de distintas madureces) y su spread (la diferencia entre los yields del Treasury Note de 10 años y el de 2 años) se hizo negativo en el otoño de 2019 (es decir, la nota de 2 años dio mejor tasa que la de 10 años), así como habría ocurrido en el verano de 2006 y la primavera de 1998 y en todas ellas, se marcó la señal que precedió a una recesión, tal y como la curva lo ha hecho desde 1960. Además, dado que el ciclo mexicano sigue muy de cerca al americano, esto es muy relevante para nosotros.
Desde entonces los académicos han mirado a la curva de rendimientos como una forma de predecir el ciclo económico (R. Kessel en 1965 fue de los primeros, luego Eugene Fama en 1986; Campbell Harvey escribe varios artículos entre 1988 y 1993 y luego docenas más).
Una curva se invierte cuando los bonos señalan que una recesión se acerca, porque en algún punto la Fed tendrá que reconocer la debilidad de la economía y cortar sus tasas, siendo que siempre se espera que las tasas de largo plazo compensen por el riesgo adicional que los inversores están tomando para invertir con mayor duración (circunstancia que no se cumple durante una inversión de curva). Como las tasas largas reflejan también lo que el mercado piensa sobre lo que ocurrirá con las tasas cortas en el futuro, una inversión captura el riesgo de baja de tasas en el futuro, porque la economía se estancó.
Es verdad que en esta ocasión hubo inyecciones masivas de liquidez por una década y al retraerse ésta, toda la curva sufre (y pudiera explicar su inversión). Pero asimismo es verdad que la deuda es más larga, pues las tasas bajaron más que en otros episodios, por ello es también más sensible a cambios en tasas (que subirán por muchos meses) lo que le da validez al evento en cuestión.
También se observa que esta señal es muy temprana, pues en los dos casos anteriores (1998 y 2006), la economía estaba sana previo, durante y posterior a la inversión de la curva, como lo está ahora. Igualmente es de notar que una curva invertida no es una sentencia de crash inmediato (aunque estemos ahora mismo en un ajuste) pues otras veces quedó aún "jugo" en los mercados por hasta dos años más y, revisando los últimos 50 años, en promedio el crash viene entre 10 y 18 meses después del evento (a veces, junto con la recesión misma). No obstante lo anterior, este no es el arranque óptimo de una estrategia compradora de equity, sino dentro del crash siguiente.
En el caso de la economía actual, se observa que las tasas largas están subiendo, quizás en anticipación del revés en QE (esto es, la política que tuvo la Fed de comprar bonos e inyectar con ello liquidez, ahora va en reverso, vendiéndolos y haciendo caer sus precios y así subir sus yields).
¿Pero entonces, que la curva se invierta causa la recesión? No, pero sí parece haber información en la curva sobre la política monetaria actual (si la Fed sube tasas, frenará la economía), así como la esperada (si la curva es plana, la Fed tendrá que bajar tasas pronto). Además, también hay información sobre las actitudes que el mercado tiene -y el premio que pide- hacia los riesgos, como el de inflación (si hay incertidumbre en su nivel futuro, quizás la Fed suba más las tasas y frene la economía) y el de las tasas reales presentes y futuras (si se ve recesión, valen más los bonos cortos, por su liquidez y conveniencia, lo cual nos dice que tasas reales futuras largas requerirán un premio extra).
Concluyendo, casi todos los factores en la actualidad apuntan a una curva de rendimientos que ha predicho una recesión americana en menos de 2 años, lo prudente sería tomar esto como el escenario base.
El autor es profesor y director del Think Tank Financiero de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.