Si bien la apertura genera mayores niveles de comercio, también se incrementa el nivel de exposición a riesgos, al estar expuestas las economías a factores externos directos e indirectos que las hace más vulnerables frente a cualquier cambio de señal en materia comercial.
Durante los últimos años el mayor riesgo ha sido la escalada proteccionista que ha generado el enfrentamiento comercial entre China y Estados Unidos, lo que ha llevado a distorsionar la estructura comercial mundial, particularmente en dos vertientes:
Al ser China y Estados Unidos los principales proveedores de insumos a nivel mundial, la afectación en los costos de producción genera un efecto dominó de escalada de precios a nivel internacional que afecta el poder adquisitivo de los consumidores de aquellas economías dependientes de insumos de estas dos naciones.
El proteccionismo pudiera generar una desaceleración de la economía china y estadounidense, como resultado de una menor demanda de productos de estas economías, contaminando el ritmo de crecimiento a nivel mundial, particularmente de aquellos países dependientes de las exportaciones.
Es claro que el conflicto comercial genera incertidumbre a nivel mundial y particularmente a México, al exportar el 80% e importar el 50% de Estados Unidos, y tener una dependencia de China en el 15% de las importaciones. Sin embargo, aun con estas condiciones se pueden presentar oportunidades dado un posible reacomodo de la Inversión Extranjera Directa de China hacia México, en búsqueda de mejores condiciones, e incluso como resultado de los nuevos beneficios que ofrecería el acuerdo comercial T-MEC, lo que ayudaría directamente a compensar en cierta medida la vulnerabilidad de la economía mexicana frente al conflicto comercial.
La profundidad de los riesgos aquí citados dependerá de la duración del conflicto comercial; aunque China y Estados Unidos han alcanzado acuerdos en materia comercial, el riesgo se mantendrá mientras no disminuyan los aranceles previamente establecidos, por lo que seguirá siendo un elemento de desaceleración mundial que mantendrá los crecimientos en niveles de 2.5% para los siguientes años e impulsado principalmente por las economías emergentes.