Muchas crisis empiezan con los bancos, no todas, pero quizá la mitad al menos sí. Es natural que se reflejen a través del sistema financiero, pues a fin de cuentas los excesos de cualquier sector se amplían utilizando capital ajeno y apalancando los retornos, las ventas e, igualmente, el riesgo, por la vía de deuda bancaria y pública.
¿Pero puede en este punto decirse que este es un problema sistémico o simplemente producto del mal juicio administrativo y la concentración del riesgo? Al parecer sí hay elementos que pueden llevar una pequeña bola de nieve, cuando corre un poco por la colina hacia abajo, a convertirse en una gran bola de nieve. En 2008, hay que recordar esta referencia, el sector de préstamos subprime pesaba tan sólo 10% del total del crédito en EE. UU., pero esa pequeña bola se extendió a Europa y muchas regiones del globo, por excesos en el sector de vivienda en un inicio e ingeniería financiara demasiado compleja como agravante.
En nuestro caso, la crisis de 2008 dejó al sistema financiero muy parchado, con enormes tapones al crédito por la vía de una regulación costosa y pesada. La banca a nivel mundial se volvió mucho más prudente y perdió la flexibilidad que tenía antes, aunque a ganancia de aminorar el riesgo, lo cual es cierto hasta ahora. No obstante, esto ha generado un sistema financiero paralelo, en la forma de los Non-Banks Banks o las Instituciones Financieras no Bancarias. Esto es una realidad en todos los países del mundo, pesando ya este sistema está la mitad en algunos países un cerca de una décima o quinta parte del crédito total en Latinoamérica.
En todo Latinoamérica hay entre 2,500 y 3,500 instituciones bancarias donde la mayoría son bancos comerciales. Hay 52 bancos comerciales en México, 170 en Brasil, 24 en Colombia, 16 en Perú y 48 en Argentina.
No obstante lo anterior (y tomando en cuenta que toda la región está claramente subbancarizada), hay miles de instituciones financieras no bancarias (IFNB's) en cada país, muchas de ellas realizando actividades complementarias como arrendadoras, casas de bolsa, casas de cambio, empresas de factoraje, cooperativas de crédito, administradoras de pensiones, casas de empeño, aseguradoras, sociedades de inversión, uniones de crédito, cajas de ahorro, almacenadoras, etc.
En México hay unas 6,000 de estas instituciones (lo que incluye las Sofomes, que son casi 2,000 y que dan crédito a pequeñas y medianas empresas y a sectores en la economía a los que los bancos tradicionales no atienden por riesgo y por tamaño). En Argentina hay 2,700 IFNB's y un poco más de 3,000 en Perú, por ejemplo.
En muchos casos la regulación de estas entidades es muy superficial, haciéndolas altamente vulnerables a mayores riesgos de mercado y en sus fuentes de fondeo, que suelen ser los propios bancos y fuentes no institucionales como familia y amigos. Todo esto significa que hay cientos de nacimientos y muertes de IFNB's cada mes en la región latina, por lo que hablar de una crisis tendría que llevar una connotación más dramática que la rutina mencionada.
¿Pueden los descalabros en los bancos americanos de semanas recientes llegar a nuestra región o a otras regiones? La respuesta rápida es que sí, a la luz de lo que ocurrió en 2008, no puede descartarse, pero los mecanismos que han tomado tanto la Fed como la Tesorería de aquel país nos dejan con muy pocas probabilidades en el corto plazo de que este dolor se extienda fuera de EE. UU.
Es verdad que los bancos pequeños en EE. UU. (más de 2,000 de menos de 1,000 MM de USD de activos) están muy expuestos a los riesgos de aumentos de tasas, no sólo por el porcentaje del depósito que está en instrumentos líquidos a tasa fija de alta duración (que es lo que le ocurrió a Silicon Valley Bank), sino también por la cantidad de préstamos al sector de bienes raíces comerciales (cuyo sufrimiento aún no acaba). Que las tasas altas sigan causando desgracia está garantizado, pues cada vez lo han hecho, pero que esto exacerbe la exposición en México, Latinoamérica o Europa se ve más difícil, pues el canal es lejano, pero las bolas de billar suelen, en carambola, llegar mucho más allá de sus primeros golpes, por ello hay que estar atentos a los acontecimientos los próximos meses antes de descartar
El autor es profesor y director del Think Tank Financiero de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.