En octubre, dos activistas climáticas aventaron sopa de tomate sobre unos girasoles de Van Gogh en la Galería Nacional de Londres, acto de protesta al que siguieron otros similares en Italia, Australia, España y Alemania. Más allá de las cuestionables formas, es un hecho que el cambio climático es responsabilidad de todos, tiene ramificaciones en casi todos los ámbitos y debemos abordarlo de forma urgente.
Como se destacó en el discurso inaugural de la COP27 en Egipto, nos sobran 25 billones de toneladas de emisiones de CO2 para alcanzar el objetivo de calentamiento de 1.5 grados centígrados. Pero dado el exceso de emisiones contaminantes actual, se da por sentado que el calentamiento del planeta será mayor. Las conclusiones de la COP27 son fuertes y tajantes: o tomamos acción o sufriremos graves consecuencias más pronto que tarde.
En línea con lo discutido en la convención climática, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que exige que los grandes proveedores de gobierno (con contratos mayores a 7.5 millones de dólares anuales) reporten transparentemente –a través del sistema de reporteo ambiental CDP – sus emisiones y los riesgos financieros asociados al cambio climático. Esta medida busca lograr abastecimientos con emisiones cero en 2050.
Parecen muchos años, pero no es nada comparado con la magnitud del reto. No obstante, todos los gobiernos deberían actuar ahora para cerrar esta brecha. De lo contrario, la existencia de la vida humana (y no humana) está gravemente amenazada.
¿Sabemos por dónde empezar? Una pista: las industrias más contaminantes en el mundo son energía, transporte, manufactura y construcción, agricultura, alimentación y moda, en ese orden. Curiosamente, la energía es la industria más rentable en el mundo en términos financieros, pero su impacto es costosísimo en términos ambientales.
¿Por qué esto nos debe importar en México? Si bien la iniciativa viene de Estados Unidos y aplica para proveedores de gobierno, debe leerse como una prueba piloto a gran escala de lo que viene para el mundo. Esta medida tiene que permear a lo largo de la cadena de suministro para que la responsabilidad (y el costo) sea compartido entre todos los eslabones, incluyendo a proveedores globales que operan en México. Además, nuestro país será uno de los más afectados por el cambio climático, es momento de actuar.
Para ti, compañía grande: es menester que profesionalices a tu equipo directivo en materia de sustentabilidad. Pensar que es responsabilidad de una única área está lejos de la realidad, y, sobre todo, de la necesidad. El costo monetario será solo una arista de tus decisiones de compra, inversión o expansión. O te anticipas o las regulaciones te obligarán a hacerlo con el tiempo encima.
Para ti, mipyme: más vale que te prepares. Si bien es probable que estas medidas tarden un poco más en llegar a ti, su implementación es ineludible. Comienza a profesionalizarte integrando a tu práctica diaria pequeñas acciones amigables con el medioambiente: desde seleccionar productos y proveedores que tengan un compromiso y prácticas verdes, hasta manejar adecuadamente tus residuos.
Para ti, universidad y centro de formación: tienes una gran responsabilidad. La enseñanza en sustentabilidad, economía circular y cadenas de suministro verdes debe ser parte integral de cualquier programa de estudios. Los futuros profesionistas han de ser capaces de tomar decisiones cuidando tanto la sostenibilidad como la rentabilidad de la compañía.
Para ti, consumidor: una mayor conciencia de tu nivel de consumo y el tipo de productos que adquieres. Reflexiona: ¿compras realmente lo que necesitas? ¿Tienes alternativas para reciclar, reusar o comprar ese producto de segunda mano o amigable con el ambiente? El meollo no está en el poder adquisitivo —seguramente puedes comprarlo—, el punto es el costo ambiental de tu compra. Es irónico comprar bolsas de basura biodegradables o platos desechables ecofriendly, pero que te lleguen en una caja, con varios celofanes para protegerlos y, además, en entrega urgente por last mile delivery ¿no? En realidad es absurdo.
Entonces, ¿a quién le aventamos la lata de sopa?
Fabiola Vásquez es profesora de Marketing Digital de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Expansión.